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Me paseo por tu sonrisa

Cruz Galdón
Cruz Galdón
Escritora
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análisis

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Dicen algunos estudios de psicología que existen seis razones por las que debemos sonreír todos los días. A saber: 1. Porque alarga la vida; 2. Porque es saludable para nuestras endorfinas; 3. Porque facilita las relaciones humanas; 4. Porque estamos más guapos; 5. Porque se desarrolla la inteligencia y 6. Porque se disfruta de mayor equilibrio emocional.

Ciertamente, son motivos más que suficientes para sonreír desde que amanece y nos miramos al espejo adormecidos y con cara de tener pocos amigos. Existen multitud de artículos que tratan sobre la sonrisa y sus beneficios, pero me ha llamado poderosamente la atención el dedicado a Guillaume Duchenne.

Guillaume Duchenne fue un médico francés del siglo XIX que se entretuvo en estudiar los distintos tipos de sonrisas y la más beneficiosa para él recibió su propio nombre en su honor: la sonrisa Duchenne. Os voy a contar un poco más sobre ella.

La sonrisa Duchenne consiste en ponerse delante de un espejo y hacer lo siguiente: prueba a elevar la comisura de los labios abriendo levemente la boca de manera que asciendan tus mejillas, entrecierra un poco los ojos y muestra ligeramente los dientes. También se la denomina sonrisa genuina.

Identificar la sonrisa Duchenne en quienes nos rodean debe ser un ejercicio de obligado cumplimiento, porque quien nos regala ese gesto no solo alarga su vida haciéndola mucho más agradable, sino que también nos conquista, arriesgándose a que, sin querer, una sonrisa boba se dibuje en nuestra cara y los ojos nos brillen, teniendo incluso ganas de abrazar y acercarte más a esa mueca deliciosa que se define en el otro.  Por eso me gusta pasear por las sonrisas de quienes me suben el ánimo, me acurrucan en su forma de conquistarme y ensalzan mi espíritu.

Pero existen también esas otras sonrisas como la enigmática, esa sonrisa desconcertante, esbozada a medias con los labios y con ojos de tristeza o inexpresivos. Es entonces cuando en lugar de pasearte por ella, se produce en lo más hondo de tu ser un sentimiento de inquietud, no sabiendo si realmente te está seduciendo o, por el contrario, pasa de ti y de tu cara. Según los psicólogos, esa sonrisa en la que ojos y boca no bailan al compás es la sonrisa del mentiroso, ¡ojo con ella!

Hay otra sonrisa muy especial y que nombro en estas líneas como pequeño homenaje a la gran escritora Almudena Grandes, y que no es otra que la sonrisa vertical. Aquella que se regala en el baile de caricias y que provoca mil deseos y placeres, llena de felicidad y dicen que embellece la piel.

Y no debería olvidar esa otra sonrisa de medio lado guiñando un ojo, ¡cómo me gusta! Esa sonrisa es de compenetración, de satisfacción, de orgullo por lo que haces. Es la sonrisa del amigo, del compadre, del hermano o del colega. Esa sonrisa te hace reír a mandíbula batiente o boca llena, como decía mi madre.

De todas las sonrisas, la que más me enternece es la de los bebés, cuando no saben si reír o llorar y entre pucheros, de pronto, abren su boquita con dos incipientes dientes y te derriten.

Cuantas formas de sonreír, propias y ajenas, que pueden hacernos más bonita la vida, el instante o incluso hacer crecer los sueños.

La sonrisa conquista, seduce, magnetiza y hace sentir. ¿Tanto cuesta alargarte la vida, generar mil hormonas que te dan placer, estar más guapos y vivir más tiempo? Yo me aplico el cuento, y voy a detenerme a valorar las sonrisas que cada día me regala la vida. Y otra cosa más, voy a estudiar cómo son mis sonrisas, deseando que siempre sean genuinas y sinceras.

Quiero pasearme por tu sonrisa, ¿me dejas?

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4 COMENTARIOS

  1. Decir que es un placer enorme leer los textos de Cruz Galdón, es de una redundancia suprema pues éstos siempre, siempre, abordan temas que llevan a reflexionar sobre ellos. Una vez más hoy, pasada la hora del café matutino, me encuentro con un texto diferente que incita a leerlo con la anticipada satisfacción de saber que sus palabras acarician la realidad, aportando la calidez de su escritura, una pluma de fuste que llegó para quedarse y exaltar el mundo de las letras. Bien por Cruz Galdón y su sonrisa, esa que imagino también en sus ojos. Sobre su requisitoria final debo ser contundente …Si, Cruz. Te dejo pasear por mi sonrisa todo el tiempo que lo desees….!

  2. Además de esas 6 razones para sonrier, yo añadiría otra.
    Si habitualmente sonríes cuando te diriges a las personas, ellas suelen sonreírte cuando te ven llegar, vayas o no a hablar con ellas.
    Incluso diría que las personas.

    Puedes pasear por mi sonrisa cuanto quieras Cruz. Será un placer acompañarte

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