martes, 19marzo, 2024
20.1 C
Seville

Me la juego

Flavia I. Bello
Flavia I. Bello
Feminista de izquierdas, traductora, intérprete, soñadora, inconformista y cada día más rebelde. Exiliada política de otros tiempos, cuando no era deshonra y aún podías tener un futuro digno. Nací independiente, pero fiel a mis principios. Y así sigo.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Hace ya varios años que me di cuenta de que había muchos anuncios de póquer en línea y casas de apuestas en la tele y en la radio. No había partido de Liga o Champions que no estuviera empapelado de arriba abajo, de lado a lado, por los conocidos anuncios de «William Hill, donde apuestan los que apuestan» y otros varios. Las casas de apuestas financiaban a los clubes y aparecían en todos los planos de cualquier partido (Codere, Sportium, Bwin). Además, en horario nocturno se empezaba a ver a Ronaldo, Nadal y otros muchos deportistas de élite jugando al póquer en línea.

Vamos a empezar por lo básico: ¿y qué si la gente apuesta? En España hay una gran tradición de apostar (como explica Iván L., en su artículo «Historia de las apuestas en España», tenemos una de las loterías más antiguas del mundo: el primer sorteo de la Lotería Nacional se celebró el 10 de diciembre de 1763), lo cual no quiere decir que sea bueno. La ludopatía es una patología clínica que muchas veces solo se detecta cuando el enfermo ha destruido su vida y, muy a menudo, la de sus seres queridos. La doctora Romeu, en su artículo «¿Qué es la ludopatía y cómo tratarla?», afirma que un 20% de los ludópatas declarados ha cometido al menos un intento de suicidio. Los tratamientos duran mucho tiempo y son muy parecidos a los que se aplican a los adictos a las drogas o al alcohol.

Ante esto, podríamos pensar: las personas que apuestan están en una situación de riesgo, pero, ¿qué más da que las casas de apuestas financien clubes de fútbol o hagan publicidad en televisión? Son un negocio como cualquier otro. Sí y no. Son un negocio, sí. Como cualquier otro, no. Pueden provocar problemas graves de salud, entre otros.

Por otra parte, sería ingenuo pensar que la publicidad no nos afecta. Para el marketing no somos personas, somos target, y las agencias saben perfectamente cómo tratarnos si les interesamos. En España hay una gran afición por el fútbol. Niños y niñas ven partidos en la tele desde muy pequeños. Admiran a sus ídolos y los imitan. Piden sus zapatillas, sus camisetas, sus cortes de pelo, andan como ellos, copian sus ideas… Ahora también quieren apostar como ellos. Es obvio que cuanto más ves una cosa, más la normalizas. Para cuando un niño o niña llega a los 15 años, ha recibido millones de impactos visuales de las casas de apuestas. Encima, le resulta muy fácil acceder a ellas a través del móvil. Si tiene la mala fortuna de ganar unos euros al principio, la semilla está plantada. El año pasado, un programa de El Intermedio exploró este problema y ya entonces se hablaba de un 8% de jóvenes adictos al juego en España, a pesar de que es difícil disponer de cifras exactas cuando es ilegal que los menores apuesten y, en consecuencia, quedan fuera de las estadísticas.

Alguien dirá que estoy dramatizando. Por eso, lo mejor es recurrir a las cifras frías. En el caso de las apuestas, en 2013 había 959.000 usuarios activos y unos 660.000 jugadores activos. En 2017, había casi 2.304.000 usuarios activos y casi 1.395.000 jugadores activos.

En el segundo trimestre de 2018, una de las magnitudes que se tiene en cuenta en la medición de la evolución del juego, el margen neto de juego (o GGR, por sus siglas en inglés), aumentó un 2,3 % con respecto al trimestre anterior, y nada menos que un 40,15% con respecto al mismo trimestre de 2017 (datos extraídos de la web Mercado del juego online en España, disponible en www.ordenacionjuego.es).

Por último, el Estudio y análisis de los factores de riesgo del trastorno de juego en población clínica española 2017, coordinado por la Dirección General de Ordenación del Juego, nos deja datos muy interesantes. Un ejemplo, el perfil medio de un jugador clínico es un varón de unos 43 años, español de origen, casado o en pareja y con un nivel socioeconómico medio o bajo. Además, en general, los hombres son más propensos a caer en el juego como adicción que las mujeres.

Me llama en particular la atención el hecho de que sean personas de nivel socioeconómico bajo las más propensas a sufrir esta situación, lo cual se ve reflejado en un aumento del 141% en el número de locales de juegos de azar en las zonas más deprimidas de la capital, según un informe del Ayuntamiento de Madrid publicado por El Confidencial en enero de este año. Así, son los barrios de Latina (60 %), Usera (69 %), Puente de Vallecas (73 %), Villaverde (69 %) y Carabanchel (60 %) los que han registrado un mayor aumento de estas salas, en tanto que en Chamartín y el barrio de Salamanca la cifra ha disminuido.

Resumiendo: son los jóvenes (un 36% de los adultos ludópatas afirma haberse iniciado en su adolescencia) de menor poder adquisitivo los que están más expuestos al riesgo de caer en la adicción al juego, con todo lo que esto conlleva.

Desde la Ley 13/2011 sobre la regulación del juego, la legislación ha cambiado poco, en tanto que la realidad lo ha hecho radicalmente. Y existen más evidencias de los peligros que entraña esta adicción; hay cifras que nos permiten valorar el incremento desmedido de las casas de juego; se observa que existe un grupo de población directamente afectado por este problema y que nuestros jóvenes están indefensos (entiéndaseme bien: no pretendo afirmar que hay un único responsable, pero es obvio que la facilidad del acceso y una serie de circunstancias sociales pueden ser factores que multipliquen exponencialmente el riesgo de los menores de caer en este trastorno); además, los perjuicios sanitarios y económicos, aún no explorados en profundidad, pueden ser terribles e insalvables para un gran número de familias. Por todo esto, sería conveniente legislar no solo las condiciones de las casas de juego o los controles a los que se deben someter, sino también la publicidad.

En este sentido, hay iniciativas en marcha (Podemos lanzó una PNL que consiguió un respaldo mayoritario en la Asamblea de Madrid), pero queda mucho camino por hacer y mucho que aportar para lograr el objetivo. No hay que olvidar que las competencias están repartidas entre el Gobierno central y los gobiernos autonómicos, y son muchas las partes interesadas. Ojalá no dejemos que esto también quede en manos del azar y veamos pronto sugerencias concretas y viables.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído