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Mayorías

Orgullo del pueblo

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Me hace gracia la solemnidad con la que la clase política decreta qué está bien o no en cada momento, dependiendo siempre de lo que a ella o a su partido, que montan tanto o tanto montan, les venga bien o hayan hecho. Son sus principios, y tienen más, no hay problemas.

Voy a una cosa literaria por Almonte, en Huelva, el sábado 15 de junio justo pasando por el Ayuntamiento a la hora en que se está constituyendo… Me sorprende ver un gentío no con cara de buen día, tres coches de la Guardia Civil más alguno de la Policía Local, una muchedumbre bramando y piafando contenida (¡hasta ahí podíamos llegar!) que me trae a la consciencia que todos los partidos se han puesto de acuerdo para que uno no llegue al gobierno local. Y lo primero que siento es miedo y después vergüenza, porque una cosa es la frustración por lo que pudo, quisimos y casi fue… y otra la democracia.

La pregunta debe invertirse, no cabe la cuestión de quién tuvo la mayoría: eso es un planteamiento simple en exceso. La pregunta es: qué puede representar la candidatura rechazada para concitar la unión de toda la oposición, incluidos el PP y el PSOE, para votar a una candidata de una de las marcas de izquierdas con dimisiones por medio, expedientes de los partidos… Si fuera transfuguismo y corrupción, habría que suicidarse, porque esto sería ya el infierno; está claro, esa candidatura ha divido al pueblo en dos y también está claro que quienes no son ellos representan realmente a la mayoría de ese pueblo, y eso se llama democracia.

El “quien no está conmigo está contra mí” puede llegar a ser muy rentable electoralmente, todos los partidos populistas en sentido estricto lo practican, a los de tendencia fascista les ha ido relativamente bien y a quienes han intentado ocupar ese lugar de imposición imitando sus maneras les ha resultado un desastre. Al practicar esto en un pueblo ocurren dos derivas distintas: por un lado la democracia funciona, y la mayoría plural y deseosa de una convivencia cívica puede unir sus fuerzas y contrarrestar la de ese desbordamiento provocado; por otro lado (y esto si no lo saben es malo y si lo saben es peor), acrecienta la división generando una discordia que no tendrá más solución que los derroteros fortuitos, desear que se desvanezca poco a poco el furor o soportar que se incremente hasta hacer insoportable la convivencia.

El populismo, el de verdad (no se fíen de los tertulianos) tiene aquí una de sus herramientas primordiales. La espiral de la desfachatez política se pone en marcha y es complicado pararla, es curioso que los defensores de las patrias y de su integridad, contra los enemigos de siempre, muchas veces terminan vendiéndose como víctimas a lo Puigdemont, denunciando contubernios universales contra ellos o el pueblo, términos que consideran sustituibles uno por el otro, que más da, piensan y hacen pensar… Ellos son el pueblo.

No creo que la nueva Alcaldesa (por dos años, después entrará el PSOE), Rocío del Mar Castellano, de Mesa de Convergencia, esté encantada con la situación; con sus dos concejales, una negociación, un pacto, una decisión como ésta no se toma sin contemplar la posibilidad del fracaso absoluto y sin prever la reacción de la fuerza más votada y lo que representa. La situación en Almonte es el precipicio sobre el que está asomada España entera, con una pérdida evidente de los valores democráticos, es un punto de inflexión que nos debería llevar a pensar… “Gorda, cerda, vete a lavar, sinvergüenza, mentirosa…”, lindezas de este estilo se oyeron por allí (circulan vídeos) y no son precisamente un retrato para el orgullo del pueblo que algunos dicen defender.

Los partidos no dan ejemplo de valores democráticos, toda esta pactofilia que les ha entrado la ponen al servicio de sus maquinarias de poder y corrupción, simulando ejercer política cabal; lo mismo te dicen que debe gobernar la lista más votada que lo contrario, lo mismo ponen a caer de un burro por incapaz a alguien y al día siguiente te dicen que llevan toda la vida trabajando juntos. Aquellas aguas traen estos lodos. Nadie se fía de nadie, progresivamente esa desconfianza en los partidos y sus engolfadas memeces han degenerado el clima de convivencia en casi todos los estratos de la sociedad… nos están metiendo el virus de la violencia, fomentar todo cuanto no sea diálogo, razón, análisis, cálculo, sosiego y tolerancia crítica, esto es, partiendo de nuestro sistema de garantías, todo lo que huela a “pueblo”, “patria”, “valores”, en definitiva: a moral, es contrario a la libertad… cuidado.

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