Debo la lectura de Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX de José Álvarez Junco a mi amigo e historiador don Francisco Ramírez, uno de esas excepciones que a lo largo de una vida te hacen pensar que la Humanidad merece la pena. Muchas veces he escrito sobre Educación y siempre he dicho que lo más fácil es despotricar del alumnado (casi nunca tenemos razón) o maldecir a los políticos (casi siempre tenemos razón), pero nadie quiere poner las cartas sobre la mesa: el profesorado.
Si yo fuera Ministro, sustituiría el curso de Historia de España de 2º de Bachillerato por una lectura exhaustiva de ese libro, eso implicaría explicar los últimos 2000 años de la península (y laterales) de manera proactiva, requeriría un número de discentes en las aulas abarcable para no tener que hacer exámenes y unos docentes con una gran preparación y nivel crítico capaces de hacer de cada clase una conferencia sobre el Estado, la democracia, la religiosidad, el conservadurismo, la utopía progresista… Vamos, que saldrían de ahí verdaderos intelectuales: imaginen si tuvieran cinco o seis materias así en cada curso…
A la mierda las reformas pedagógicas, no sirven: saber sí y no es misterio, es trabajo; y si pensamos en las dificultades, de tantos orígenes diferentes: personal especializado y dejémonos de monsergas.
Nos recuerda Álvarez Junco que el logro de la Democracia es trasladar la pugna de la calle por la que nos matamos al terreno de lo simbólico, civilizadamente en vez de agredirnos observamos cómo se enfrentan unos representantes de posiciones que podemos estimar más o menos afines. Igual que en otros terrenos, la confrontación, incluso la radicalidad de las ideas (neoliberales, comunistas…) es posible sin violencia, ser comunista no tiene por qué ser pro-castro igual que ser neoliberal no tiene por qué ser pro-trump. Mientras no se agreda, el debate debe ser agrio, hasta bruto, lo inteligente (y eso debería ser el parlamentarismo) es que la vida diaria y sus complicaciones continúen mientras se discuten mil ideas en un foro público reglamentado.
Estos fascistas del partido que no debe ser ni nombrado, quieren invertir esto para volver a las manos en la calle… sobra cualquier otra valoración, y estar alerta contra esto no es una cuestión ideológica, de derechas o de izquierdas, sino de sistema: ccomprenderlos es no entender la democracia. Un lema como “Comunismo o libertad” es faccioso, porque la política no es elegir sino dilucidar y analizar críticamente las propuestas. No podemos integrar en la pugna política a quienes en realidad nada proponen, porque pervierten los discursos, cada vez que hablan hay que explicar todo de nuevo y, por tanto, se pierde la utilidad de lo político para generar el entorno de confusión que les interesa: encaminado a la supresión de la Democracia en favor de Leyes Naturales y una gestión monopolizada por un líder eficaz (también se puede decir genocidio y dictadura).
Recuerdo por enésima vez que el fascismo no es política sino su negación, por eso no cabe darle hueco; no es otra posición diferente: es jugar a destruir las demás por considerarlas desvíos de la verdad única humana: es el racismo disimulado con teorías demenciales.
Por supuesto que las causas de su afloramiento son complejas, son como ese herpes siempre ahí que sólo sale con las debilidades; los partidos convertidos en máquinas de propaganda, los estimulan; la gestión insolidaria con las clases necesitadas mientras las poderosas se elevan generan la mala leche necesaria…
