La tercera ola de la pandemia del Covid19 más bien debería definirse como la «ola de los Reyes Magos» porque en estos dos meses de 2021 se están sufriendo las consecuencias del relajamiento de medidas de restricción contra la pandemia orientadas a «Salvar la Navidad».

En concreto, los datos del Ministerio de Sanidad demuestran que la distensión navideña, que ni siquiera sirvió para paliar las pérdidas del comercio o la hostelería, han tenido como consecuencia que en España hayan fallecido más de 18.000 personas. ¿Ha valido la pena o el gobierno central o los autonómicos tacharán estas vidas extinguidas como un «daño colateral asumible»?

Sólo en lo que va de 2021 el número de muertos ha supuesto una cuarta parte de los fallecidos durante toda la pandemia. Todo por salvar a la Navidad, al comercio, a la hostelería y a otros sectores económicos. ¿Ha valido la pena? No, porque la vida es lo más importante que los gobiernos deberían priorizar, independientemente de si hay pérdidas económicas provocadas por el cierre de actividad. Los países que no se han rendido a las presiones de patronales y de las élites son los que mejor han respondido ante la pandemia. Sin embargo, el resto, como España…, muertes y más muertes.

«Hay que salvar la Navidad». Ese fue una especie de mantra que se extendió por España mientras la segunda ola de la pandemia del coronavirus aún no había sido controlada. La gran mayoría de los dirigentes se unieron a ese grito porque, evidentemente, lo que se pretendía salvar no eran las celebraciones en familia sino la reactivación del consumismo irresponsable e irrefrenable que se da en esas fechas del año. Realmente, «salvar la Navidad» no fue otra cosa que el eufemismo más morboso que escondía el mensaje «salvemos el capitalismo».

Desde muchos foros de debate, partidos y dirigentes políticos se pretendió hacer ver que no existía un enfrentamiento entre priorizar la salud frente a la economía y viceversa, cuando, en realidad, la situación de la pandemia en España demuestra que sí existe esa diferenciación porque los datos revelan que en el momento en el que se abre la actividad económica o se relajan las medidas restrictivas las personas contagiadas y las muertes suben de manera exponencial.

Las fiestas navideñas provocaron que centenas de miles de familias enteras se contagiaran de este coronavirus, tuvieran que ser ingresadas tanto en los hospitales como en las UCI o, directamente, fallecieran en pleno. ¿Nadie se va a responsabilizar de esta atrocidad que sólo ha sido causada por el miedo o la sumisión de los dirigentes a las élites económicas, financieras y empresariales? O, lo que sería peor, ¿las muertes de estos meses son el daño colateral asumible por proteger al capitalismo?

España se encuentra ante un nuevo reto. ¿Se tomará esto en serio de una vez o se volverá a lanzar una campaña para «Salvar la Semana Santa»? Sectores económicos afectados ya están presionando para que las diferentes administraciones relajen las restricciones de movilidad para que se pueda viajar a partir del día 26 de marzo a cualquier punto de la geografía española. Esto sería una verdadera locura que iniciaría la cuarta ola.

Italia acaba de dar un nuevo ejemplo de responsabilidad y un modelo a seguir para Pedro Sánchez al prorrogar las medidas de restricción que están en vigor para evitar que se extienda la pandemia hasta después de Semana Santa. El ministro de Sanidad, Roberto Speranza, lo dijo muy claro: «es indispensable decir la verdad al país, son medidas indispensables y no existe otro camino». Eso es, no hay otro camino, por más que haya sectores económicos afectados a los que, evidentemente, se les deberían dar ayudas directas.

España, además, tiene a unos profesionales sanitarios que están saturados, agotados física y mentalmente porque cuando todo parece que se ha calmado, llega un nuevo relajamiento de las restricciones para intentar recuperar a determinados sectores económicos. El señor euro o el señor dólar o, como dijo aquél, «es el mercado, amigo». ¿Hasta ahí ha llegado el mundo?

1 COMENTARIO

  1. Salvar el capitalismo dice usted, efectivamente así es, todos los madrileños hemos escuchado al vicepresidente (no siempre va a ser IDA), hemos visto calles del centro llenas, el rastro lleno, fiestas en sol, otras ilegales, manifestaciones con coches, de la división azul y un largo etex. Estos días vemos plazas llenas terrazas llenas, pero bueno todo esto y según quien es, por celebrar un 8M en 2030.
    No habla el vice por o de, los motivos de la dimisión de su consejero de las residencias, si las residencias cerraron visitas el 8 de marzo de 2020 y el 30 te dicen que tu madre está mal y falleció a los pocos dias, como se contagió?.Esperemos que nuestro garantizado estado de derecho, según algun@s, nos lo aclare algún día. A muchos no nos vale el espectáculo vergonzoso del homenaje del estado a los difuntos, ese le hice yo en el Salón de mi casa, sin poder ver a mi madre. Las próximas le espero ( si vivo) señor vice.

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