Según algunas religiones dhármicas, el término karma es una energía (invisible) que se genera a partir de los actos de las personas; cuantas más acciones de buena fe realices, mejores consecuencias tendrás sobre tu vida. Y viceversa. Pues bien, sería interesante preguntar al señor presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, si cree en este concepto porque al líder republicano, después de tres años de mandato en los que ha tomado medidas drásticas y, en ocasiones, poco humanas, le están llegando grandes problemas a la vez. Dos meses y dos días después de la trágica muerte del afroamericano George Floyd que provocó grandes manifestaciones, protestas y rechazo contra la figura del presidente norteamericano y su Gobierno, al sucesor de Obama le ha surgido un problema que le resulta muy familiar.

La sobrina de Trump, Mary L. Trump, publicó el pasado martes 14 de julio el libro titulado Demasiado y nunca suficiente: cómo mi familia creó al hombre más peligroso del mundo, en el que describe a su tío como un impostor, un fraude y “un narcisista que ahora amenaza la vida de todos los estadounidenses”.  Para conocer en qué se ha convertido Donald y por qué, podemos acudir al refranero español que contiene una frase que explica muy bien la evolución de Donald Trump desde que era niño hasta lo que es hoy en día: de tal palo, tal astilla. Hijo de Fred Trump, Donald fue el elegido por su padre para heredar el negocio familiar por su carácter arrogante e intimidante, además de su disposición a mentir y engañar que ya tenía el presidente norteamericano. “No tenía ningún sentimiento humano real”, afirma Mary Trump sobre el padre de Donald y añade que enseñó, también a su hijo, que no debía ser generoso, amable y que la humillación era lo peor que le podía pasar a una persona y que, por tanto, “tenía que hacer todo lo que estuviera en sus manos para evitar esa situación”. Podríamos definirlo, por lo tanto, como un sociópata y, lo que sería más importante para él, como un padre que ha conseguido transformar a su hijo en el reflejo perfecto de su persona.

Continuando con los orígenes de Donald Trump, es importante hacer hincapié en una anécdota que Mary Trump incluye en su libro. ¿Han pensado alguna vez que pagar a alguien para hacer un examen es una idea original? Pues que sepan que el bueno de Donald ya lo hizo. Trump, explica Mary L.,  pagó a alguien para que hiciera por él el examen de acceso a la universidad de Pensilvania. Tampoco podíamos esperar algo mejor de alguien que ordenó levantar muros en la frontera con México o que restó importancia a la pandemia actual en sus orígenes, ¿no? Ante esta afirmación recogida en el libro de la sobrina de Donald Trump, la Casa Blanca ha salido a su rescate asegurando que esto jamás ocurrió. Por otro lado, bien es sabido el ego que posee el presidente republicano. Como si de un niño pequeño se tratara, Trump necesita que su ego sea reforzado cada momento porque sabe que en el fondo no es nada de lo que dice ser. Al igual que su padre, la familia para él es lo secundario. “Se cree el líder de un mundo que él tiene en su cabeza y que le lleva a pensar que no había nada que pudiera hacer mal, por lo que dejó de intentar hacer algo bien”, prosigue Mary Trump.

Pero el problema es el de siempre cuando de justicia se trata: al tratarse de un hombre como Trump, goza de ciertos privilegios como tener un equipo detrás que desmienta cualquier información sobre su persona que no le favorezca, o un gran equipo de abogados que bloqueen la circulación del ejemplar de su sobrina. Además, aunque fuera verdad, ¿alguien se imagina a Trump arrepentido o disculpándose? Gracias a la sobrina de Trump hemos conocido, más si cabe y sin dejar de sorprendernos, a un presidente con poco futuro.

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