El papa, la hermenéutica y los pecados de la carne

Malestar en las víctimas de los abusos en el seno de la Iglesia católica tras las últimas palabras del Santo Padre

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Papa Francisco
Papa Francisco

El papa ha defendido al exarzobispo de París, Michel Aupetit, del que aceptó su renuncia por haber mantenido una relación «impropia» con una mujer, aunque ha dicho que no cometió «un pecado grave», y que tomó esa decisión «no por la verdad», sino porque «fue puesto en el altar de la hipocresía». Hasta ahí todo perfecto. Un cura es un hombre y tiene los mismos instintos sexuales que cualquier otra persona. Sin embargo, donde yerra gravemente Francisco es en el hecho de haber mezclado, en un mismo párrafo, los devaneos sexuales de un arzobispo y los cientos de miles de abusos cometidos por curas pederastas contra niños y niñas indefensos. Al referirse a ambos supuestos en una misma afirmación categórica, ha dado la sensación de que los pecados de la carne son comprensibles y excusables tanto si son cometidos por un clérigo con una mujer adulta como si se trata de prácticas de acoso y violación contra menores de edad.

Es Francisco un papa que está demostrando su sensibilidad con los más desfavorecidos y su mano firme contra la pedofilia. Su último viaje a Lesbos, para compartir unas horas con miles de inmigrantes y refugiados, así lo confirman. Sin embargo, en este caso no ha estado acertado el Santo Padre. No se puede meter en una misma oración los pecados de la carne y los execrables delitos contra la infancia.

Francisco aceptó hace unos días la renuncia de Aupetit, quien anunció este viernes que había puesto su cargo a disposición del pontífice después de que la prensa francesa revelara que mantuvo una relación con una mujer en 2012. Sin embargo, el pontífice aseguró que no se sabe bien de qué le acusan. Así, ha preguntado a los periodistas «qué había hecho de tan grave» el arzobispo y, al no recibir respuesta, ha expresado: «Si no conocemos la acusación, no podemos condenar».

No obstante, tras ser preguntado acto seguido por los últimos informes sobre casos de pederastia en la Iglesia católica, también se ha mostrado soprendentemente compresivo y relejado: “Cuando se hacen estos estudios hay que estar atentos a las interpretaciones realizadas en un arco de tiempo tan largo. Hay riesgo de confundir el modo de afrontar un problema 70 años antes. Una situación histórica debe interpretarse con la hermenéutica de la época, no con la nuestra. La esclavitud, por ejemplo, los abusos de hace cien años, nos parecen una brutalidad. El mundo era otro, había otra hermenéutica. En el caso de la Iglesia se encubría… Era una cosa que pasaba en las familias y en los barrios. Hoy decimos que no funciona. Pero hay que interpretar con la hermenéutica de cada época”, señaló.

Ha molestado a las víctimas que el Sumo Pontífice hable de hermenéuticas cuando de lo que se trata es de cientos de miles de vidas humanas truncadas por las manos de un cura violador. Esos niños abusados no entienden de hermenéuticas, de modo que no cabe ninguna equidistancia o intento por comprender a los agresores y sus circunstancias históricas.

Pese a todo, el papa sí ha reconocido que la relación entre Aupetit y su amante «fue un error» y que hubo «masajes y caricias» por parte del arzobispo a su secretaria, pero que «esto no es un pecado grave» porque es «un pecado de la carne». En este sentido, el papa ha señalado que los pecados más graves «son otros, como la soberbia o el odio» y que el obispo es pecador «como lo somos todos».

En ese momento, Francisco ha criticado que se haya llegado a esto al «contar chismes que hacen que se pierda la reputación»: «Por los chismes a un hombre se le ha quitado la reputación y no puede gobernar, y esto es una injusticia; he aceptado la dimisión, pero no sobre el altar de la verdad, sino por el altar de la hipocresía», ha manifestado.

Aupetit anunció el pasado viernes que había puesto su cargo a disposición de Francisco, tras negar las informaciones publicadas por el semanario Le Point, según las cuales, habría tenido un idilio con su secretaria, pero reconoció una «relación ambigua», según la diócesis, lo que le llevó a apartarse «para no perjudicar» a la institución.

«Los dolorosos acontecimientos de la semana pasada, sobre los que ya he hablado, me llevaron a poner mi misión en manos del papa Francisco para preservar la diócesis de la división», aseguró el exarzobispo sobre la decisión del pontífice de aceptar su renuncia.

1 COMENTARIO

  1. La doble moral; la ambigua respuesta; la dualidad del discurso. Pero aquellos que ellos mismos denominan pecados son los mismos de siempre y no hay salvedades ante dios ni ante el tiempo, que perdona cuando confiesen los pecados que gracias a dios recuerdan sus víctimas. Ni yo ni ellos creen en diós, y por ello no hay riesgo, máxime ante el atenuante cuasi eximente temporal.
    Pero es que no les dá la gana porque es una religión de soberbios que se creen mejores que otros con los mismos pecados o defectos, y su dios yace muerto, clavado en un madero y tal que así lo veneran en el colmo de su sadismo infantil e infame.
    Si no respetan a su diós ni muerto, que será de los pobres mortales.
    No tragueis esa mierda.

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