La ganadería industrial está devorando el planeta, y las macrogranjas son la cara más cruel y sucia de este negocio, según informa Greenpeace.
Su modelo de producción se basa en una sencilla premisa: alimentar y utilizar a los animales lo más rápidamente posible y bajo cualquier condición para maximizar los beneficios. Y en España lo hacemos con una eficacia siniestra: el número de vacas se ha duplicado y el de cerdos se ha multiplicado por 5 en nuestro país desde los años 60. Y estamos hablando de millones de animales.
Pero no les basta con eso, y estas corporaciones quieren seguir expandiéndose. La empresa Valle de Odieta está detrás de la explotación de 5.000 vacas en Caparroso (Navarra), y ha proyectado una aún mayor en Noviercas (Soria) para 23.520 animales Sería la más grande de Europa.
Las consecuencias son terribles: contaminación de aguas, emisiones de efecto invernadero, uso de enormes extensiones de tierras, deforestación para pastos y para cultivo de alimento para ganado, daños a la salud y abusos a los animales. Además, son una falsa solución contra el despoblamiento rural.
Las explotaciones de ganadería intensiva son uno de los focos de contaminación más numerosos a nivel nacional. El vertido de purines incide negativamente en la salubridad del agua y la calidad de la tierra, afectando al resto de sus usos. En algunas Comunidades o Ayuntamientos se ha tenido que limitar dicho crecimiento por su insostenibilidad. Las macrogranjas provocan un enorme daño ambiental y no genera beneficios a las comunidades rurales, envenena ríos y acuíferos, explota a los animales hasta la extenuación y es responsable del 67% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agrícola español.
Todas las macro son un peligro para los humanos. Las macrofiestas, las macrociudades, los grandes almacenes, los grandes poligonos industriales, las macroextensiones con el mismo cultivo y con ventas a macrodistancias, los macroricos, los macrobancos, las multinacionales,
la acumulación de poderes en las mismas manos, los botellones y los embotellamientos… y, por supuesto, las macrogranjas.