Tuve el placer de poder disfrutar de la amistad de Luis, hombre cercano donde los haya. Pese a su dilatada y prestigiosa carrera profesional, pues en ocasiones las formaciones académicas endiosan y empequeñecen, era de esas personas con luz propia que no necesitan apoyos curriculares para mostrar su valía personal, valía que eclipsaba su vertiente profesional. Luis era anestesista, sí pero era Persona con la p en mayúscula.
De él destaco su ternura, sensibilidad, tenacidad, capacidad, compromiso social y los altísimos valores humanos, valores muy por encima de su propia conceptualización como persona y profesional.
“Una sociedad que decide su muerte es una sociedad que se gobierna libre, que ejerce poder” frase suya que nunca olvidaré. Me hubiera encantado seguir disfrutándote.
Intentaron destruirle personal y profesionalmente con acusaciones de sedaciones irregulares en la Comunidad Autónoma de Madrid y pese a ser blanco directo, ni Lamela ni Aguirre pudieron con él, con su labor y con el equipo del que formaba parte pues el caso fue sobreseído. Lástima que una cuestión tan importante como el restablecimiento del honor también se archivara judicialmente.
Ahí estuvo sin medias tintas cuando lo necesité para el acompañamiento final en la vida de un familiar, él y el estupendo equipo humano que forma la Asociación Federal por el Derecho a Morir Dignamente (https://www.eutanasia.ws/).
Montes tenía muy claro que toda persona debía tener libertad para decidir el momento y forma de finalizar su vida. El legado siempre permanece y si tú que estás leyendo esto ahora quieres dejar por escrito tus voluntades anticipadas para que nadie tenga o pueda decidir por ti, aquí están los modelos de testamentos vitales por Comunidades Autónomas, cortesía de AFDMD: https://www.eutanasia.ws/testamento_vital.html
Ojala todas las personas pasáramos por la vida dejando un legado tan dimensionalmente importante y un calado social tan profundo. Te mereces una calle, una plaza, un barrio, todo se te hace poco. Gracias Luis.
