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Luis Miguel Salvador García, el histriónico ya exalcalde de Granada, lo peor de la política

En 2013, consciente de que la ubre del PSOE no daba más leche para él, fichó por Ciudadanos. Ahora pacta con el PSOE para darle la alcaldía

Federico Zurita
Federico Zurita
Soy licenciado y doctor en Biología y Profesor Titular de Genética en Universidad de Granada. Cursé también estudios en Ciencias Políticas y Sociología. Actualmente además de la docencia propia del área de Genética (tanto en el Grado en Biología como en el de Ciencias Ambientales y en el Master en Genética y Evolución y en el Master en Biotecnología) imparto docencia en el Master Universitario en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos. Colaboro activamente con el programa Erasmus+ (K107) y sobre la base de este programa he impartido docencia en 14 universidades extranjeras. Soy miembro del Instituto de Biotecnología y miembro del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada.
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Luis Miguel Salvador García el histriónicamente célebre ya exalcalde de Granada, se inició en el mundo de la política a principios de los 90 cuando comenzó una militancia en el PSOE que duró más de 20 años. Justos los que él entendió que le convinieron.

Tras ser senador por el PSOE (2004-2011) intentó el asalto a la Secretaría General Provincial del PSOE, pero esta vez cosechó un fracaso importante. En 2013, consciente de que la ubre del PSOE no daba más leche para él, fichó por C’s y aprovechó en 2015 (ya diputado en el Congreso por C’s) con indudable sentido del interés propio, la coyuntura en la que el siempre veleta Albert Rivera, le brindó la oportunidad de encabezar la lista de C’s al ayuntamiento de Granada.

El desacierto de Rivera

Salvador aceptó y sin estar previsto, acertó. No obstante, el pobre resultado que obtuvo (cuatro concejales sobre un total de 27 que tiene la corporación municipal) evidenció el desacierto de Rivera al elegirlo como candidato ya que se vio que Salvador «tiraba» mucho menos que las siglas que le daban cobertura, esto es C’s.

Pero por esos caprichos del destino, la correlación de fuerzas que resultó entre las distintas fuerzas políticas hicieron de los 4 concejales de C’s un elemento crucial a la hora de decidir quién sería el alcalde. Entonces se «alinearon los astros» y debido a una rencilla personal entre el cabeza de lista de Vox, Onofre Miralles, y el cabeza de lista del PP, Sebastián Pérez, un pacto entre ambos partidos C’s y PP, urdido y bendecido por las direcciones nacionales, hizo que Luis Salvador fuera investido alcalde de Granada.

El peor mandato de la historia de Granada

El mandato de Salvador será recordado muy probablemente como el peor de la historia de la ciudad de Granada. Sin duda el más ridículo.

La mayoría de las veces se puso de manifiesto una incapacidad estructural para el ejercicio del puesto. Otras veces fue sencillamente inoperante. La consecuencia ha sido una parálisis desastrosa de la gestión del ayuntamiento y dos años absolutamente perdidos para el progreso de la ciudad.

A él nunca le importó la ciudad a pesar de toda la fraseología altisonante y vergonzosamente falsa de deberse «al interés general y al bien común».

Tiene además un componente narcisista, una hipertrofia del yo, que es de traca: «a mí se me ha ninguneado, se me ha excluido, no se me ha tenido en cuenta sabiendo que las cosas que teníaque aportar eran muy importantes…».

En su página web colgó un «estudio» morfopsicológico (seudociencia que dice investigar la personalidad) de su cabeza en el que aseguraba que dicho estudio le evidenciaba tener «una moralidad profunda y de tener los pies en el suelo».

A su esposa le preguntaron por algún defecto que tuviera Salvador y ésta contestó: «no tiene defectos» y «me gustaría tener solo el 10% de la inteligencia de mi marido y eso que yo soy lista». O la caradura y la desvergüenza son inauditas o estamos ante una patología psiquiátrica.

Es indefinible la sensación al escucharle decir: «Antes que mis siglas está el interés de la ciudad”. Sin pestañear.

Pacto PP-Ciudadanos

El pacto entre PP y C’s que hizo alcalde a Salvador consistió en que se turnarían dos años en la alcaldía, fue el famoso 2+2; 2 años Salvador, 2 años Sebastián Pérez.

Pero Salvador, con el apoyo de su partido que intentó desesperadamente no perder una alcaldía importante como la de Granada, procuró tanto como pudo no cumplir ese pacto y seguir siendo alcalde él mismo durante los cuatro años. Pero el PP no se lo consintió, le retiró su apoyo y Salvador cayó en una precariedad inédita y necesariamente de vida corta: siguió siendo alcalde de la ciudad con el apoyo de uno solo de sus concejales ya que los otros dos concejales de C’s también le retiraron su apoyo.

Tres semanas duró el esperpento en el que un Salvador aún alcalde, se atrincheró en no ceder e intentó espartanamente (según sus propias palabras) permanecer e intentar que el PP «volviera al redil».

En realidad, él era consciente de que esa aventura se le había acabado, con lo que en realidad hizo fue utilizar esas tres semanas para «labrarse un futuro» y sacar el máximo partido para sí mismo de una situación cuyo fin era inminente.

Mientras tanto, el ayuntamiento funcionó en algunos asuntos al ralentí gracias a los funcionarios, y en otros asuntos estuvo literalmente detenido para desesperación de muchos ciudadanos que necesitaban urgentemente las firmas para infinidad de asuntos. Entre otras disfunciones, tres semanas estuvieron sin celebrarse las Juntas Municipales de Distrito, mecanismo de protesta que utilizaron los vecinos para dejar clara su indignación por la situación de bloqueo.

Mientras tanto, un Salvador impertérrito simulaba que no pasaba nada y perseveraba en su actitud. Cuando la situación no dio más de sí, Salvador y Huertas anunciaron que apoyarían al candidato socialista Paco Cuenca si éste decidía presentarse a la alcaldía (el PSOE es la lista más votada).

Así lo hizo, y alcalde de la ciudad es otra vez Paco Cuenca. Pero Salvador no se ha ido y mucho menos de vacío, ha sido recompensado con una concejalía de nueva creación que se llamará «Concejalía de Estrategia 2031» y José Antonio Huertas también se ha beneficiado y ya es tercer teniente de alcalde y concejal de «Hacienda, Deportes y Transformación Digital».

La militancia socialista, estupefacta

La militancia socialista en principio se quedó estupefacta ya que Salvador había dejado un lógico recuerdo de traidor entre ella. A la hora de hacer cábalas el grupo socialista había dicho con mucha vehemencia que «con Salvador ni al tranco de la puerta».

Desde el PSOE se le había definido como tránsfuga, desleal, oportunista y felón. Pero ya se sabe que en política hay que tragar sapos y al mismo tiempo simular que saben sabrosos, y ahora toca a los protagonistas de esta historia hacer mucha pedagogía y procurar convencer a las bases para que acaben entendiendo la bondad del procedimiento.

Bases disciplinarias

Seguro que las bases disciplinadas lo harán, aunque es verdad que es amargo el trago de ver a ambos dos, Huertas y Salvador con responsabilidades de gobierno en la ciudad tras el bochornoso espectáculo que nos dieron durante esos dos años que fue alcalde con el apoyo del PP y Vox. Habrá incluso quién no llegue a entenderlo y siga por tiempo con la bilis propia de este momento.

Sin duda la alternativa hubiera sido peor para la ciudad. Quiero decir si Salvador y Huertas hubieran apoyado un candidato del PP.

Quedan dos años por delante en los que el PSOE tendrá que deshacer los muchos entuertos que tiene la ciudad por la inacción de Salvador que ha dejado la ciudad hecha unos zorros. Yo personalmente, le deseo suerte y «buena mano» al nuevo gobierno municipal. A ver si tienen ambas que mucha falta hace.

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