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Luis Gestoso, el hombre fuerte de la ultraderecha murciana

Amigo personal de Santiago Abascal, admirador de Trump y coleccionista de maquetas de la Segunda Guerra Mundial, ha pasado por los tres partidos de la derecha e incluso fue imputado por un escándalo urbanístico en Molina de Segura, aunque finalmente salió absuelto

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El pasado 17 de noviembre, durante la solemne sesión de apertura de las Cortes Generales, un diputado de Vox se enzarzaba en una acalorada discusión, en la que hubo algún que otro codazo, empujón o encontronazo, con el archimillonario Marcos de Quinto. Al parecer, el motivo de la pelea entre sus señorías fue ver quién se sentaba antes en el escaño. Aquel diputado que se atrevió a enfrentarse al hombre más rico del Congreso no era otro que Luis Gestoso, actual líder de Vox por Murcia.

Nacido en Cartagena en 1962, amante del Ejército, de Gestoso se puede decir que ya ha hecho “la mili” en las tres derechas españolas: ejerció la política durante 30 años en el PP (desde los tiempos de Alianza Popular), desembarcó brevemente en Ciudadanos y ahora ha recalado en el partido verde. Los cambios han acompañado a Gestoso desde su infancia. De hecho, siempre vivió en constante mudanza, ya que a su padre, un conocido juez que ejerció durante los años de la dictadura, lo andaban cambiando de destino, cada cierto tiempo, por las Españas. Fue así como estudió en los teatinos de Mallorca, en los jesuitas de Alicante y en los maristas en Murcia. Evidentemente, con esa formación no podía salir un peligroso marxista.

De joven quedó a un solo examen de ingresar en la Escuela Naval Militar de Marín, en Galicia, de modo que finalmente se decantó por el Derecho, siguiendo los pasos de su padre. Más tarde ejerció como consultor medioambiental en empresas extranjeras y españolas antes de meterse en política, siempre acompañado de su pasión por todo lo que oliera a uniforme militar.

Tras media vida en el PP (compartió los años gloriosos de Ramón Luis Valcárcel), Gestoso dejó su puesto como director general de Emergencias en 2015 –estuvo 8 años en el cargo−, y decidió entregar el carné del partido alegando una serie de “desencuentros”, entre ellos la repugnancia que le producían los numerosos casos de corrupción que pudrían las entrañas de Génova 13. El rencor que parece guardar hacia su expartido le ha llevado a asegurar que se ha convertido en una formación “invotable”. No obstante, y paradójicamente, él también terminó siendo investigado “por una operación urbanística realizada en su etapa como concejal de Urbanismo en el municipio murciano de Molina de Segura”, aunque finalmente salió absuelto, según informó en su día eldiario.es. Las sospechas se centraron en el llamado Caso Vertedero y en la gestión municipal del exalcalde, Eduardo Contreras. De fondo, una polémica permuta de terrenos entre el Consistorio molinense “y un empresario de la localidad, que presuntamente propició que este último diera un gran pelotazo” (diario La Verdad, 16 de noviembre de 2017). La permuta de un terreno municipal y otro perteneciente a una empresa privada, en la que en apariencia se quería abrir un vertedero, fue aprobada en una Junta de Gobierno celebrada el 10 de enero de 2006. En ese acto no tomó parte Luis Gestoso, que por tanto “no puede ser considerado partícipe en el delito de prevaricación objeto de esta instrucción”, ni como “conocedor de la operación ni como cooperador en forma alguna”, aseguró el diario regional citando la resolución judicial.

Fue en aquellos años cuando probó suerte en Ciudadanos, donde apenas estuvo un par de meses sin que le diera tiempo a cambiar nada. A fin de cuentas aquello de la regeneración naranja que prometía Albert Rivera no era más que un postureo, un intercambio de papeles entre personajes, un “quítate tú que ya me pongo yo”.

De profundas convicciones religiosas (“Dios me ha iluminado y en los momentos cruciales he acertado con las decisiones que he tomado”), Gestoso es uno de los nuevos hombres fuertes llamados a encabezar la gran ofensiva ultraespañolista, no solo en su comunidad autónoma, sino también a nivel nacional. Militar en la reserva (en ocasiones se va de campamentos con el Ejército) y amante de las maquetas de aviones de la Segunda Guerra Mundial y de las motocicletas −se mueve por Murcia con un Harley-Davidson de la Policía de Nueva York−, quienes le conocen relatan cómo hace unos años divisó un tiburón en el mar y estuvo dos semanas subido a un helicóptero tratando de localizarlo. “Es un hombre de acción”, concluyen sus subordinados.

Íntimo amigo de Santiago Abascal, fue el líder de Vox quien le pasó los galones para que montara el movimiento ultra en Murcia. Su relación con el “jefazo” se remonta a los años de Amurrio, cuando militaban en el PP vasco y se forjó una estrecha amistad entre ambos. “En mi caso, que además es lo que me unía a Santiago Abascal, me chirriaba la política antiterrorista de Mariano Rajoy”, asegura en una entrevista a La Opinión de Murcia. “Sin Vox, los golpistas hubieran quedado impunes. Ellos los sentaron en el banquillo”, añadió. No se puede decir que Gestoso no se la jugara con ETA, ya que en cada cita con las urnas viajaba a alguno de los feudos de la banda para ejercer de interventor en las mesas electorales.

Cuentan las crónicas que el pasado verano el diputado y mano derecha de Abascal se las hizo pasar canutas a PP y Ciudadanos durante las conversaciones a tres bandas para la formación del Gobierno del popular Fernando López Miras. Vox se puso exquisito en la negociación –tumbó el acuerdo por dos veces antes de firmar– y los cuatro diputados ultras votaron en contra en la primera sesión de investidura. La firmeza del duro Gestoso por poco hizo descarrilar el “trifachito” murciano pero al final el parto (más que el pacto) tuvo éxito y López Miras se hizo con la presidencia para el PP gracias a los votos de los naranjas y de la extrema derecha.

Contrario al aborto, admirador de Donald Trump (“el presidente norteamericano está haciendo una política económica formidable”) y partidario de la cadena perpetua, entre sus aficiones está el pugilismo, cuyas técnicas del marqués de Queensberry a buen seguro puso en práctica en su ya mítica refriega con De Quinto el día de la investidura. “El año pasado me apunté a un gimnasio de boxeo en un suburbio de Madrid. Había un ambiente terrible, pero conocí a gente muy buena que se había redimido a través del deporte. Practicaba con el saco, porque tampoco estoy ya para subirme al ring a que me den puñetazos. No es lo que más me apetece”, bromea en una entrevista para La Verdad de Murcia.

Como todo integrante de Vox, él no se ve a sí mismo, para nada, como un cavernícola sin civilizar de la extrema derecha de nuevo cuño. “La gente que me conoce puede decir muchas cosas de mí, pero no que no me gusta dialogar o que soy un extremista. Soy un tío moderado y dialogante”. Por supuesto, faltaría más, aboga por deportar inmediatamente a todos los menores extranjeros no tutelados, no se mezcla con comunistas (“no fuimos a la manifestación en defensa del Mar Menor porque entre los convocantes había colectivos de extrema izquierda”) y, según él, lo mejor que se puede hacer con Franco es “dejarlo tranquilo”. Así es el nuevo líder de Vox en Murcia. Todo un estandarte de la derechona más rancia y casposa que haya arraigado nunca por aquellos lugares de la España profunda.

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