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Louie Louie

David Márquez
David Márquez
Escritor de artículos y ficción. Colabora con diversas publicaciones periódicas y ha publicado: ¿Y? (microrrelato) y DAME FUEGO (el libro) (microrrelato, poesía y otros textos), ambos trabajos inconfundiblemente en línea con el pensamiento y estilo que manda en sus artículos, donde muestra su apego a la libertad total de ideas, a lo humano y analógico, siempre combativo frente a cualquier forma de idiotez. amazon.com/author/damefuego
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análisis

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Solución multiuso de unos dos minutos cincuenta. Entónese en aquellas coyunturas de la vida diaria que cursan con malestar general, desgana, apatía, desesperanza, desilusión, dolencias digestivas y penas del alma. «Louie Louie» se presenta como la panacea universal frente a cualquier tipo de contratiempo. Solo guárdela en su memoria (la de su cabeza, se entiende, si es que aún no se atrofió bajo la tiranía tecnocrática), y cante o silbe su melodía de camino al trabajo, el hospital, esa cena en familia, de empresa, o justo en el minuto después de cazar a su pareja cabalgando sobre o siendo cabalgada/do por el amanto o la amanta de turno.

Asimismo, «Louie Louie» ofrece probada eficacia frente a intoxicaciones agudas por reguetón habitualmente sufridas durante un día cualquiera en repúblicas reguetocráticas mientras se pasea por el supermercado, se viaja en autobús o se disfruta del recreo (en caso de niños). Válida, por cierto, para todas las generaciones vivas, se recomienda comenzar a escuchar y cantar «Louie Louie» a una edad lo más temprana posible, a todo volumen, antes o después de salir en bicicleta, fumar furtivamente los primeros cigarrillos, faltar a clase o hacer equilibrios sobre el mobiliario urbano.

Repita justo ahora, conmigo “Louie, Louie, oh, baby, me gotta go!”, y sienta los beneficios inmediatos del gustirrinín que tan mítica tonadilla ejerce sobre su cuerpazo entero, desde las ingles hasta el dedo gordo de ambos pies y más allá de la hipófisis. Retire la vista de la pantalla y siga tarareando «Louie Louie», aunque los demás pasajeros del cercanías, autobús o metro en el cual se encuentra ahora mismo le miren de mala manera. ¡No lo harán, descuide! Llevan sus auriculares bien fajados, y el magnetismo de sus no-teléfonos les impide levantar la vista. Mírese usted en todos ellos: así arrojaba usted sus minutos a la basura antes de oír la consigna que le salvará la vida: “Louie, Louie”. ¿Puede imaginarse el coche o el vagón o el avión al completo gritando esas dos palabras mágicas? Ya no precisa usted fumar porros, amigo. Ni emborracharse, ni viajar, ni perseguir como un borrego las aspiraciones más gastadas. Le basta un banco al sol de la primavera y esa boquita suya dejando escapar las notas, tranquilamente. 

Y cuando todo se vaya al carajo y o bien le tiren la bomba o le obliguen a vestir de camuflaje y cargar un fusil al hombro, o cuando reciba la carta de despido, o escuche la amenaza del atracador o la sirena de la policía, respectivamente y atendiendo a su papel de víctima o delincuente, tan solo deje salir un “Louie, Louie”, ese mantra que aporta paz y júbilo a un tiempo, algo entre «Om» y «Aleluya».

Original de Laboratorios Richard Berry, se encuentra disponible por la casa «Kingsmen» y como genérico de «Motörhead» (verdaderamente recomendable), «Iggy Pop» y otros versionistas de altura.

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