Monumento a las Trece Rosas en el cementerio de La Almudena de Madrid.

En el día de ayer se cumplió el 80 aniversario del fusilamiento de Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, más conocidas como las «Trece Rosas», las jóvenes militantes de las Juventudes Socialistas de entre 18 y 29 años que fueron ejecutadas en Madrid por la dictadura franquista.

Sin embargo, Vox, el socio de Partido Popular y Ciudadanos en los gobiernos de Andalucía, Ayuntamiento de Madrid, Región de Murcia y, probablemente, de la Comunidad de Madrid, entre otros lugares, no participó del homenaje a estas jóvenes luchadoras por la libertad y la democracia, sino que las insultó llamándolas «terroristas».

Todo vino a raíz de un tuit del presidente Pedro Sánchez, quien hizo su homenaje a estas trece mujeres asesinadas por la intolerancia y el fanatismo fascista.

Sin embargo, lo que era un homenaje se convirtió en el centro del insulto y la intolerancia del partido de extrema derecha, quienes contestaron al tuit de Pedro Sánchez llamando a las Trece Rosas «chequistas» y miembros de un comando terrorista, las JSU:

Este tuit lamentable, por no utilizar otro calificativo, hace mención, además, a que hay que derogar la Ley de Memoria Histórica, uno de los objetivos principales de Vox, para que no se enseñen «mentiras» en las aulas. Vox, que rige su discurso histórico en el revisionismo de Pío Moa, César Vidal, Ricardo de la Cierva o de la propia literatura franquista de exaltación de supuestos héroes de la Patria que, en realidad, no lo fueron tanto, pretende, en realidad que la memoria no se aplique para devolver la dignidad a los millones de familias que fueron represaliadas por el franquismo, las centenas de miles que sufrieron las torturas de personajes siniestros como Billy el Niño o las decenas de miles que fueron ejecutadas después de la guerra. Vox pretende que la memoria histórica sea volver a la exaltación de los «mártires de Paracuellos», de los «caídos por Dios y por España» o de los «héroes de la División Azul», esos fanáticos falangistas que fueron «voluntarios» a la Unión Soviética a defender al III Reich.

Ese tuit de Vox no hace más que volver a disparar a las Trece Rosas en la pared del cementerio de la Almudena de Madrid. Han pasado 80 años y todavía hay personas y organizaciones que siguen disparando a estas mujeres que fueron ejecutadas por la intolerancia dictatorial del general Francisco Franco.

Para que se pierda la memoria de quiénes fueron, para que no se borren sus nombres bajo la podredumbre de la intolerancia fascista, estas fueron las Trece Rosas:

  • Carmen Barrero Aguado (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
  • Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.
  • Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) dieciséis años después. La carta aún se conserva.
  • Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
  • Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su novio. La detuvieron cosiendo en su casa. Dijo antes de morir: «Que mi nombre no se borre en la historia».
  • Adelina García Casillas (19 años, activista). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil. Le mandaron una carta a su casa afirmando que solo querían hacerle un interrogatorio ordinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.
  • Elena Gil Olaya (20 años, activista). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.
  • Virtudes González García (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.
  • Ana López Gallego (21 años, modista). Nacida en La Carolina, Jaén. Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó: «¿Es que a mí no me matan?».
  • Joaquina López Laffite (23 años, secretaria). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.
  • Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
  • Victoria Muñoz García (18 años, activista). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartín de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.
  • Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años, sastre). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aún a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.

 

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