Ilustración: José Antonio López Rivas

La Navidad dejó hace muchos años de ser una fiesta puramente religiosa, en la que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret, para convertirse en la gran orgía del consumo masivo y del capitalismo salvaje. Las multinacionales y los bancos hacen sus mejores negocios durante estas fiestas porque el consumismo se dispara y, quien más quien menos, cae en sus redes.

Este año, sin embargo, no es igual que el resto. Hay una pandemia mundial que ha provocado ya más de 1,5 millones de muertos. En España han fallecido por el Covid19 46.252 personas. No obstante, a pesar de estas cifras, el objetivo de una parte importante de la clase política y de las élites empresariales, económicas y financieras es salvar la campaña de Navidad porque las cuentas de resultados están hambrientas y hay que alimentarlas cueste lo que cueste.

El sector sanitario está asustado con lo que puede venir después de la Navidad. A nadie se le oculta que para las distintas administraciones del Estado es muy difícil controlar lo que ocurra dentro de los domicilios y si se están cumpliendo las normas de prevención. Nadie duda de que millones de españoles se juntarán para cenar en Nochebuena y que en habrá cientos de miles de casas en las que se junten más de 6 personas no convivientes. Nadie duda de que en día de Nochevieja se organizarán fiestas privadas en pisos, chalets y casas. ¿Cómo puede controlar la Policía o la Guardia Civil los millones de domicilios de España? Es imposible.

Todo ello, por no hablar de las concentraciones de personas que se juntarán en las zonas comerciales de las ciudades. El mejor ejemplo de ello se pudo comprobar el pasado fin de semana por el Black Friday:

El Gobierno de Aragón ha publicado en sus redes sociales el mensaje de una sanitaria en la que advierte de una nueva saturación de los hospitales.

La doctora Beatriz Amores es contundente en su vídeo: «Con este ritmo de contagios, no van a caber los pacientes en el hospital«. Además advierte de que el personal sanitario va a tener serias dificultades para atender a todos los pacientes debido al agotamiento mental y físico que aún arrastran de la primera ola.

¿Vale la pena salvar vidas o salvar las cuentas de explotación del capitalismo deshumanizado? Las autoridades tienen la última palabra.

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