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Los pobres libres

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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Cientos de seguidores de Donald Trump enfurecidos irrumpieron con violencia en el Capitolio de los Estados Unidos. Este grupo de supremacistas blancos antes vivía con cierta holgura y se veía a sí mismo como representante del americano medio y ahora después de cuarenta años de globalización se sienten relegados a la irrelevancia. Y su ira se dirige no a las elites económicas y políticas como algunos analistas sostienen. La ira se dirige a los pobres a los recién llegados.

Más de doscientos años antes, este mismo problema se planteó en la convención celebrada a puerta cerrada en 1787 por los constituyentes en Filadelfia, cuando se discutió la oportunidad de introducir en la Constitución norteamericana el sufragio universal. Es precisamente allí donde Madison, uno de los fundadores del mundo político contemporáneo, y probablemente el más capaz entre los redactores de la Constitución norteamericana dio a conocer sus temores y sus reservas de cara al futuro.

Madison no desconocía la evolución de la situación en Europa. Allí, un largo proceso histórico que desligando de sus vínculos serviles con la gran propiedad feudal de la tierra, a una población rural que desarraigada y desposeída vagabundeaba por las prósperas ciudades. Madison anticipa lúcidamente, que una parte excedente de esa población desposeída emigraría a América en busca de fortuna. Los asaltantes al Capitolio del siglo XXI son los descendientes de los europeos que buscaban una vida mejor. Los recién llegados del siglo XIX.

Todo este embrollo de la democracia comenzó con Solón. Solón era uno de los siete sabios griegos. Su Constitución implicó una gran cantidad de reformas dirigidas a aliviar la situación de los pobres libres. Entre todas ellas destacan dos reformas: la reforma agraria, el reparto de la tierra liquidando todos los latifundios y la derogación de la ley vigente hasta entonces según la cual era posible cobrar las deudas mediante la esclavitud del deudor y de sus familiares. 

La democracia en Grecia se inició en el 460 antes de nuestra era y finalizó más o menos en el 321 con la muerte de Aristóteles. Democracia quiere decir poder del demos, gobierno del demos. Pero ¿qué quiere decir demos? Los que viven por sus manos, los campesinos, los pequeños artesanos, pequeños comerciantes, los asalariados. El gobierno de los pobres libres universaliza la libertad republicana, en el sentido de que nadie tenga que pedir a otro permiso para vivir.

El partido revolucionario democrático llega al poder en Atenas el 461 antes de nuestra era. Aspasia y Efiraltes dos de los principales reformadores, introducen mejoras por las cuales los cargos públicos del gobierno, así como los participantes en las asambleas deliberativas y en los tribunales populares de justicia, serán remunerados con fondos públicos. Esa reforma trajo consigo la invasión de la vida política por parte del demos pobre, y de hecho, con la excepción de dos intentos de golpe de Estado oligárquicos, Atenas fue una República gobernada ininterrumpidamente por el partido democrático de los pobres  durante 140 años.

El problema de la antigüedad clásica que llega totalmente intacto al siglo XXI podemos definirlo como: las comunidades políticas de hombres libres están escindidas entre ricos y pobres, entre propietarios y desposeídos; ésa es la escisión principal de la comunidad política. Así se dice expresamente en la “Política” de Aristóteles.

Es verdad que la excelencia en general está desigualmente distribuida entre los individuos. La desigual distribución de las distintas excelencias entre la población es, de hecho, el fundamento de la división del trabajo y de la prosperidad en las ciudades. Pero precisamente no la capacidad para las excelencias políticas, la  pericia política. El pueblo llano, también está en posesión de la destreza política, porque ella dimana de dos sentidos universalmente distribuidos: el sentido de la vergüenza y el sentido de justicia, equidad o juego limpio.

En el Libro IX de la Ética Nicomáquea, Aristóteles presenta un esquema ético-social de la relación entre la virtud personal y el bienestar colectivo o el bien público. La interpretación de este texto dice así: En una comunidad política de hombres libres hay gente que está por encima del común y otros los pobres, carentes de propiedad. Los ricos, los distinguidos y la gente por encima del común suelen ser virtuosos. Que los pobres suelen ser viciosos, y por implicación son una amenaza para la concordia de la comunidad política.

Olvidémonos de insignificancias: sólo cuando mandan los pobres se respeta la ley, es decir, sólo el gobierno de los pobres libres, de la democracia, asegura el predominio del derecho. Así lo afirma Lysias, el meteco hacia el 390 antes de nuestra era.

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