Cada verano, a finales de los años noventa, la familia Aznar-Botella dejaba atrás el calor asfixiante y las tensiones de Madrid para pasar unos días de asueto en la urbanización de Platgetes-Oropesa, la flamante villa de Carlos Fabra por la que pasaba la crème de la crème del Partido Popular. Eran los días en que el presidente del Gobierno ponía de moda el pádel, las tablas de abdominales y los posados familiares playeros. Fabra hacía las veces de cicerone y agasajaba a los Aznar con fiestas, suculentos banquetes y divertimentos veraniegos.

Por aquel entonces el presidente quizá no sospechaba que andaba con compañías poco recomendables, ni que el imperio fabrista se desmoronaría estrepitosamente, años después, por el terremoto de la corrupción. Hace apenas unas semanas, el lujoso chalé de los Fabra se ha puesto a la venta para que el hombre de las gafas oscuras encarcelado por fraude fiscal pueda hacer frente a su deuda con Hacienda. Es como si la maldición de Platgetes hubiera caído no solo sobre su anfitrión, sino sobre otros muchos que pasaron por allí, entre ellos el mismísimo Aznar, que acaba de ser multado con 70.403 euros, también por supuestas irregularidades con el fisco. Además, Hacienda le obliga a pagar una liquidación complementaria de 199.052 euros.

Hoy los Aznar-Botella son titulares de una nada desdeñable fortuna amasada en numerosos negocios no siempre suficientemente explicados. Desde que el presidente dejó la Moncloa, no ha perdido el tiempo para hacer caja. Los 80.000 euros anuales que el Estado asigna a cada jefe de Gobierno jubilado debieron saberle a poco y nada más cesar en el cargo en 2004 decidió entrar en los negocios por la puerta grande, en este caso por la puerta giratoria. Su experiencia como presidente del Gobierno español y su potente agenda de contactos le podían reportar cierta ventaja en los negocios. Desde entonces su actividad ha sido frenética. Asesorías en multinacionales extranjeras, intermediario en grandes contratos, conferencias y libros están detrás de un hombre que ya no va por el mundo como el primer embajador de España sino como embajador de sí mismo.

La caja de los truenos estalló hace solo unos días, cuando la prensa informaba de que la Agencia Tributaria había abierto una inspección contra José María Aznar por utilizar una sociedad instrumental para ahorrarse el pago de la mitad de sus impuestos en los ejercicios 2011 y 2012. Según todos los indicios, en 2004 el líder del PP y su esposa, la exalcaldesa de Madrid Ana Botella, crearon Famaztella SL con el fin de canalizar los ingresos que iban generando sus frecuentes negocios privados. En siete años (2005-2011) Aznar y Botella han acumulado supuestamente un beneficio de 2,34 millones de euros. La denuncia de Hacienda revela que el matrimonio podría haber estado beneficiándose de un tipo impositivo del 25% a través del Impuesto de Sociedades, cuando en realidad debería haber tributado a un 50% por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, máxime cuando los ingresos superan ampliamente los 200.000 euros anuales.

Lejos de admitir su deuda, Aznar ha anunciado la presentación de una querella por la filtración de sus datos fiscales y además ha abierto una guerra sin cuartel contra el actual ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. «¡No me puedo creer que los míos me hagan algo así!», le espetó Aznar al responsable de las cuentas públicas españolas.

En los últimos años, la actividad empresarial y comercial del expresidente del Gobierno ha estado rodeada de un halo de misterio. En octubre de 2014, el grupo parlamentario Izquierda Plural registraba una proposición no de ley en la que solicitaba al Congreso de los Diputados la reprobación de Aznar por sus «turbios» negocios con el dictador libio Muamar el Gadafi. Según la Izquierda Plural, Aznar pactó con Abengoa una comisión del 1% a cambio de conseguirle adjudicaciones de contratos en Libia gracias a su buena relación con el mandatario africano. En concreto, el expresidente español intentó venderle unas desaladoras a Gadafi en un hotel de Trípoli durante la visita oficial que realizó a aquel país en septiembre de 2003, coincidiendo con el levantamiento de las sanciones internacionales a Libia. El negocio era redondo: cuatro desaladoras, 950 millones de euros.

Spain''s Prime Minister Jose Maria Aznar stands with Libyan leader Colonel Muammar Gaddafi in the Bab Al Aziziya compound in Tripoli on September 18, 2003. The groundbreaking visit is the first by a western leader to Libya since the recent lifting of several years of sanctions on the north-African country. REUTERS/Desmond Boylan LIBYA SPAIN

En su momento, Izquierda Plural exigió la comparecencia del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, en una comisión parlamentaria, pero al final todo quedó en nada. El supuesto negocio estaba en las plantas desaladoras y potabilizadoras de agua que España pretendía colocarle a Gadafi. El escándalo saltó a las primeras páginas de los periódicos y finalmente Befesa, filial de Abengoa y principal interesada en el asunto, reconoció que en 2010 había fichado a José María Aznar «como asesor» para que intermediara en la concesión de los contratos. Efectivamente, Aznar percibiría una comisión del uno por ciento del negocio, pero finalmente estalló la guerra civil en el país norteafricano y su gozo quedó en un pozo. Abengoa terminó vendiendo Befesa a un fondo de inversión y Aznar zanjó la cuestión alegando que no hubo «una comisión», sino «una remuneración», y que ésta fue «transparente, declarada y tributada». El líder del PP se defendió en todo momento bajo el argumento de que ya estaba desligado de la política y que en ningún momento incumplió el régimen de incompatibilidades.

Joan Josep Nuet, exdiputado de la Izquierda Plural en el Congreso, llevó el caso con la intención de que se abriera una investigación. “Fue la propia mesa la que lo echó para atrás porque sabía que iba a ser un escándalo. La información que teníamos era que Aznar era comisionista de una gran operación de Abengoa con el gobierno libio en la línea del presidente Sarkozy en Francia, que también había sido facilitador y comisionista de este tipo de negocios en Libia”.

Según Nuet, Aznar se hizo una “especie de amigo íntimo de Gadafi” y llegó a cobrar una suma importante solo por hacer la primera gestión, el contacto con el líder libio. “Lo más grave de todo es que los servicios diplomáticos de la embajada española en aquel país se pusieron al servicio de esta operación y por tanto Aznar los utilizó no para asuntos políticos sino para sustanciar un negocio. Ahí él actuó no como presidente del Gobierno sino como comisionista, y por eso pedimos información sobre las horas, los tiempos y recursos que la embajada destinó a esa actividad”.

José María Aznar alegó que estaba protegido por el estatuto que ampara a los expresidentes y que la embajada estaba obligada a ayudarle y a prestarle todo tipo de colaboración. “Al final no pudimos llevarlo a los tribunales y la cosa quedó ahí. Si tuviéramos una lista de negocios en los que ha participado Aznar en los últimos años quedaríamos asustados y se desmoronaría en parte esa visión de estadista, de hombre sabio con capacidad de magisterio ligado a FAES que le rodea. Era capaz de abrazarse, besarse y hacerse todo tipo de fotografías en fiestas con un personaje de reputación más que dudosa como Gadafi, y no tenía ningún pudor en hacerlo porque sabía que al final iba a ganar mucho dinero”.

Pero la actividad de Aznar no se limitó a sus supuestos contactos con Gafadi. En un momento tras dejar la presidencia del Gobierno, y probablemente de la mano de la familia Bush y del venezolano Gustavo Cisneros, uno de los hombres más ricos del continente, logró situarse como integrante del consejo asesor de la compañía minera Barrick Gold, la mayor productora de oro del mundo y una de las denunciadas por Greenpeace por su incumplimiento de la Ley de Glaciares en países como Canadá o Argentina.

La empresa figura entre las más polémicas del mundo en el sector minero, ya que sus explotaciones han provocado graves impactos ecológicos. La compañía multinacional posee delegación en 15 países, y en principio la tarea de Aznar consistía en favorecer los negocios de la firma en Sudamérica. En esta ocasión, los contactos del expresidente español con la mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner pudieron favorecer la posición de Barrick Gold en aquel país de habla hispana.

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Los negocios de Aznar han sido tan diversos como productivos y desde que dejó la Moncloa ha ganado mucho más dinero que en sus dos legislaturas. Se le ha vinculado con uno de los mayores bufetes del mundo, DLA Piper, donde fue senior advisor (asesor) del consejo mundial de la firma para Latinoamérica. También Endesa lo ha contratado como asesor, y allí compartió despacho con excompañeros de partido como Pío Cabanillas o Luis de Guindos. Su sueldo: la nada despreciable cifra de 200.000 euros anuales, aunque finalmente Endesa negoció con él la rescisión de su contrato.

Pero sin duda el puesto que ha levantado más controversia ha sido el de miembro del Consejo de Administración de News Corporation, el imperio del magnate Rupert Murdoch, salpicado por los escándalos de escuchas ilegales en Gran Bretaña. Allí se embolsó unos 247.000 dólares anuales a cambio de asesorar con sus conocimientos en el mundo empresarial.

News Corporation, que agrupa a medios de comunicación como The Times, Wall Street Journal o la cadena de televisión Fox, justificó el fichaje de Aznar por «su extensa trayectoria que aporta conocimiento, experiencia y perspectiva internacional al Consejo, proporcionando una valiosa visión en cuestiones políticas». Las tribunas del Wall Street Journal a menudo han sido utilizadas por Aznar para arremeter contra Zapatero, entre otros, y en general contra la política nacional e internacional española, sin que le haya importado demasiado el daño que haya podido ocasionar a la marca España. Hasta Pedro J. Ramírez, exdirector de El Mundo, ha llegado a afirmar que las opiniones de Aznar en estos medios “coinciden con las posiciones extremas del Tea Party”.

En los últimos tiempos, los negocios de Aznar no han conocido límites ni fronteras, desde Estados Unidos a la Europa del Este, donde ha asesorado a Doheny Global Group, una compañía multinacional que realiza inversiones energéticas e inmobiliarias con fuertes vinculaciones en el sector de la energía nuclear. Además, ha sido asesor de Centaurus Capital, una firma especializada en fondos de inversiones de alto riesgo, que decidió abandonar en 2009, cuando la crisis económica arreciaba.

El torrente de puestos y cargos de responsabilidad ostentados por Aznar en los últimos años a cambio de jugosos royalties resulta tan frenético como sorprendente. Presidente de FAES (la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales del Partido Popular) integrante del Foro Amigos de Israel, profesor en la Universidad de Georgetown (donde ha impartido conferencias en un inglés de dudosa procedencia) y asesor del Consejo Atlántico (Atlantic Council), todo ello además de su actividad como emprendedor al frente de la ya citada Famaztella, la empresa familiar que ahora ha tenido problemas fiscales con Hacienda y que según el Registro Mercantil se dedica a “la explotación de los derechos de propiedad intelectual en todas sus manifestaciones, como libros, escritos, discursos, alocuciones, conferencias y otras análogas”.

En los últimos años tras su salida de la Moncloa, Aznar se ha movido como pez en el agua en el mundo empresarial y sus particulares ideas políticas no han sido un impedimento para él a la hora de cazar un puesto de asesor, como el que ha ostentado en Global Adaptation Institute, una entidad que busca soluciones contra el cambio climático pese a que el expresidente del Gobierno español se ha mostrado como un firme detractor de este fenómeno natural, del que ha llegado a decir que “no es real, sino una teoría científicamente cuestionable que se ha transformado en una nueva religión cuyos abanderados son unos enemigos de la libertad”.

030316-F-1698N-007 Lajes Field, Azores (Mar. 16, 2003) -- President George W. Bush visits the Azores for a one-day emergency summit with Portuguese Prime Minister Jose Manuel Durao Barroso, British Prime Minister Tony Blair, and Spanish Prime Minister Jose Maria Aznar, to discuss the possibilities of war with Iraq.  U.S. Air Force photo courtesy of Staff Sgt. Michelle Michaud.  (RELEASED)

La tupida red de contactos del expresidente del Gobierno se extiende por todo el mundo y llega incluso hasta la disidencia del exilio cubano en Miami, la Fundación Nacional Cubano-Americana del fallecido millonario anticastrista Jorge Mas Canosa, que financió la campaña de José María Aznar a las elecciones generales del 2000, según ha asegurado el exembajador mexicano en La Habana Ricardo Pascoe. El exdiplomático, en una entrevista concedida a la agencia France Presse, confirmó que el desvío de fondos desde la contra cubana hasta el PP era un hecho bien conocido no solo por numerosos parlamentarios de EEUU, sino por diplomáticos europeos. Todo apunta a que Mas Canosa también habría financiado las campañas electorales de otros presidentes latinoamericanos.

Mientras Aznar volaba alto por todo el mundo, su esposa Ana Botella también hacía sus pinitos en el mundillo empresarial. Ha figurado como secretaria de Famaztella SL., lo cual no es poca cosa. En menos de cuatro años, la sociedad familiar ha aumentado su patrimonio en 1,3 millones de euros. En todo este tiempo, la que hasta hace unos meses era todopoderosa alcaldesa de Madrid y fallida embajadora del movimiento olímpico español, ha tenido que hacer frente a las acusaciones de despilfarro en el consistorio municipal.

El Ayuntamiento que dirigía vendió 1.860 viviendas de protección oficial al grupo Fidere, una sociedad de inversión inmobiliaria del fondo Blackstone, más conocida como un fondo buitre, saltándose las instrucciones internas de contratación, según un informe de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid. La operación se cerró por 128 millones de euros, un precio sensiblemente inferior a su valor contable (159,4 millones), que revela además que el ayuntamiento de la capital facilitó información privilegiada sobre las condiciones de venta a cuatro empresas (Morgan Stanley, Lone Star, Harbour Group-Álvarez & Marsal y Magic Real State-Blackstone, la adjudicataria final) antes de anunciar la operación públicamente el 3 de mayo de 2013.

Los inquilinos afectados se quejaron amargamente, ya que los precios para ejercer la opción de compra de los pisos oscilaban entre 100.00 y 220.000 euros, cantidades inasumibles para personas que han tenido que recurrir a un programa de ayudas sociales para acceder a una vivienda.

En los últimos días, la exalcaldesa ha sido nombrada asesora especial sobre Turismo Urbano del secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Taleb Rifai. Tras dejar el bastón de mando madrileño, Botella ha empezado a entrar en su particular puerta giratoria, aunque solo sea «a título honorario», según se esfuerzan en aclarar fuentes próximas a la esposa de Aznar.

Los negocios de José María Aznar siempre han ido paralelos a los de otros miembros del clan, como su yerno Alejandro Agag, a quien se le atribuye un patrimonio de cerca de 40 millones de euros. Agag estudió, cómo no, en un colegio del Opus Dei, donde se codeó con los hijos de los Suárez Illana, Ruiz-Mateos o los Calvo-Sotelo. Después se licenció en Económicas.

Al igual que sus amigos Jacobo Gordon, Javier Álvarez, Carlos Mazario y Jaime López-Ibor, su máxima aspiración en la vida era hacerse millonario cuanto antes. Cómo Agag ha pasado de ser el chico de los recados que llevaba la maleta de Aznar a un influyente hombre de negocios es un fenómeno que está aún por estudiar. Quienes le conocen lo definen como un hombre simpático, encantador, de trato cercano, eficaz y trabajador, pero al mismo tiempo ambicioso, calculador, conseguidor. El mejor lugarteniente para su suegro, que debió ver madera en él y lo eligió secretario general de Relaciones Internacionales de las Nuevas Generaciones del PP.

En 1994 ya iba en las listas europeas y en 1996, nada más ganar el PP las elecciones, ya le llevaba la agenda personal al futuro suegro. A finales de 2001, Agag hizo pública su decisión de abandonar la política para dedicarse de lleno a la actividad empresarial. Se sabe que ahora dirige un holding en Londres, donde decidió instalarse con Ana Aznar Botella para refugiarse de la presión mediática. Ha trabajado como asesor de Endesa-Italia y de la eléctrica Enel, sin olvidar sus negocios petrolíferos en Moscú y con la familia real de Catar.

Actualmente se investiga si tiene inversiones en paraísos fiscales como Belice, Hong Kong o las Islas Caimán. Pero donde Agag parece haber encontrado el filón es en la Fórmula E, una nueva competición automovilística que promete éxitos deportivos y económicos (no en vano es conocida su amistad con los magnates de la Fórmula I, Flavio Briatore y Bernie Ecclestone). Sus contactos con el mundo del motor posibilitaron que Agag ideara el gran premio de Valencia. El agujero multimillonario que este evento ha dejado en las arcas públicas de la Generalitat Valenciana está siendo investigado por la Justicia.

Y todavía está por explicar por qué su boda con Ana Aznar Botella fue costeada por empresarios supuestamente implicados en la trama Gurtel. Está más que demostrado que la red corrupta valenciana dirigida por Francisco Correa y Álvaro Pérez, ‘El Bigotes’, sufragó parte de los gastos del banquete, según consta en la documentación incorporada al sumario del caso que se instruye en la Audiencia Nacional. El casamiento se celebró en el monasterio de El Escorial el 5 de septiembre de 2002 y la fiesta, pagada con fondos de la Gurtel, se celebró en una finca dedicada a la cría de caballos propiedad de un amigo de José María Aznar.

El desposorio, que tuvo carácter de fastuosa boda de Estado al que asistieron más de mil invitados, fue oficiado por el omnipresente cardenal Rouco Varela y acudieron como invitados los Reyes de España, los jefes de Gobierno del Reino Unido (Tony Blair), Italia (Silvio Berlusconi), Portugal (José Manuel Durão Barroso) y El Salvador (Francisco Flores), así como los principales representantes de los tres poderes del Estado, presidentes autonómicos y ministros de su gabinete. Los gastos de boda (iluminación, andamios, generadores, parking, acreditaciones y alojamientos técnicos) corrieron de cargo de Francisco Correa y el regalo de bodas de Agag fue un bien remunerado cargo en el Banco Portugués de Negocios. Agag se ha defendido de las imputaciones que le relacionan con la Gurtel diciendo: “yo no ocupaba ningún cargo público y Correa no estaba imputado entonces”.

Las noticias sobre los negocios de la familia Aznar llegan a José María, Aznar Jr., el hijo mayor del expresidente del Gobierno, que con solo 38 años se ha convertido ya en un gran empresario. La varita mágica de la fortuna vuelve a tocar a un miembro del clan Aznar. Cuando tenía 22 años, decidió dejar la Moncloa para convertirse en un ejecutivo rico e influyente con excelentes contactos internacionales propiciados sin duda por la prodigiosa agenda de su padre.

Discreto y nada mediático, José María Aznar Botella ha pasado desapercibido hasta que estalló el escándalo de Bankia, que por lo visto cedió la gestión de sus activos inmobiliarios para su venta a la firma consultora Promotora Plataforma, de la que el mayor de los Aznar es socio. Además, se le vincula con la explotación de Cerberus Capital Management, un fondo buitre especializado en hacerse con activos financieros en la ruina a precio de saldo. El gerente principal de Promotora Plataforma es Juan Manuel Hoyos Martínez de Irujo, compañero de pupitre del expresidente del Gobierno en los tiempos infantiles del colegio del Pilar y uno de sus grandes asesores en Moncloa. La operación ha supuesto un negocio de 90 millones de euros para Promotora Plataforma, que gestionará más de 12.000 millones de euros en activos inmobiliarios de Bankia. El mayor de los Aznar también vuela alto en el mundo de los negocios.

Fue Mario Conde, que ahora vuelve a estar de moda, quien en cierta ocasión dijo aquello de que las épocas de crisis son ideales para amasar grandes fortunas y parece que la familia Aznar-Botella ha seguido el consejo al pie de la letra. A fecha de hoy, y pese a su gran fortuna, no hay constancia de que José María Aznar haya renunciado a su asignación como expresidente del Gobierno ni a las dietas por desplazamientos y personal a su cargo. Es el último privilegio de que goza el único español que ha fumado puros y ha puesto los pies encima de la mesa del hombre más poderoso de la Tierra, el inefable George W. Bush, quien por cierto aún le sigue llamando amigo ‘Ansar’. Claro que, cómo no, ésa es otra historia.

1 COMENTARIO

  1. Este tiparraco es una verguenza, ha sido el mayor responsable de todo lo que ha ocurrido desde que fue votado por ineptos y posiblemente, si la justicia hiciera su papel, debería ser despojado de sus privilegios y capital , ahh y encarcelado. Y el partido podrido disuelto, en ningún país europeo un partido imputado por la justicia tendría votos, aquí sí

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