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Los jueces de Donald Trump, la Edad Media, el nazismo y el miedo a los derechos de las mujeres

El grupo de jueces ultras del Tribunal Supremo de los Estados Unidos han aprovechado su momento para ajustar cuentas con las mujeres y eligieron el momento para derogar el derecho al aborto, algo que pone en serio riesgo la salud de las embarazadas y que demuestra que los ultras son, en realidad, nazis emboscados en las instituciones democráticas

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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La congresista Alexandria Ocasio-Cortez fue contundente tras conocerse la aberrante sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y en pocas palabras resumió lo que de verdad está ocurriendo, no sólo en el país norteamericano, sino en todo el mundo.

«Cada uno de nosotros se ha despertado hoy con menos derechos de los que tenía ayer. Y las mujeres embarazadas, en particular, corren hoy más peligro en Estados Unidos que ayer como resultado de la decisión del Tribunal Supremo de anular el caso Roe contra Wade […] Es importante que nos enfrentemos a este mito de que se trata de alguna manera de bebés o niños o de la vida. Los mismos individuos que dicen proteger la vida, luchan contra la sanidad universal. ¿Creen en el cuidado universal de los niños? ¿Creen en la vida después del nacimiento? […] Para todos aquellos que están viendo los acontecimientos de hoy con miedo, con rabia, con depresión y con ansiedad, una cosa permanece firme: que no dejaremos de luchar hasta que esto se arregle. Y se lo digo a mis colegas del otro lado del pasillo: No nos vamos a ir. Nos quedamos. Luchamos. Presionamos. Y no nos silenciarán», dijo Ocasio-Cortez.

La cuestión es que una banda de ultras, que cambiaron las cazadoras bomber por una toga con puñetas, ha decidido por todas las mujeres de Estados Unidos y ha coartado su libertad a decidir qué hacer con su embarazo. Es decir, han actuado del mismo modo que los nazis cuando su sistema legal estaba basado en dar derechos sólo a los que pensaban como ellos y en eliminar libertades a quienes no lo hacían.

El grupo de jueces ultras ha destruido medio siglo de derechos de las mujeres. Esta trama medievalista se conformó en su totalidad hace dos años gracias a Donald Trump y ha trastornado los derechos de privacidad individuales en una decisión épica que repercutirá durante décadas.

Estos seres ruines nacieron en una época equivocada o en un país erróneo, puesto que su comportamiento demuestra que habrían encajado mejor en los siglos en los que las mujeres eran las siervas de los hombres o en la Afganistán de los talibanes. Sus propias palabras lo demuestran. Uno de estos seres, el juez Samuel Alito, afirmó que la sentencia que constituyó el derecho de las mujeres estadounidenses a la libre elección sobre su embarazo «estuvo terriblemente equivocada desde el principio. Su razonamiento fue excepcionalmente débil y la decisión ha tenido consecuencias perjudiciales».

Consecuencias perjudiciales, ¿para quién? ¿Para aquellos que siguen pensando que una simple célula es una vida humana? ¿Para quienes siguen pensando que la decisión del embarazo es una cuestión divina y que, por tanto, no se puede trastocar?

La sentencia del Supremo está plagada de cuestionamientos morales, que no legales, lo que supone, además de una aberración respecto al contenido jurídico, que se han tenido en cuenta posicionamientos ideológicos o religiosos. Qué diferencia respecto a lo que afirmó en 1992 la jueza Sandra Day O’Connor cuando, junto a los magistrados Anthony Kennedy y David Souter, pararon en seco otra andanada de los medievales: «Nuestra obligación es definir la libertad de todos, no exigir nuestro propio código moral». Esto último es lo que han hecho la banda de neandertales que han derogado el derecho al aborto, imponer sus códigos morales frente a la ley.

La minoría está en posesión de la verdad

Sin embargo, esta aberración legal no fue aprobada por unanimidad. El juez Stephen Breyer y las juezas Sonia Sotomayor y Elena Kagan fueron muy duras con los postulados defendidos por sus compañeros de la Edad del Hierro.

«A partir de hoy, sostiene esta Corte, un Estado siempre puede obligar a una mujer a dar a luz, prohibiendo incluso los abortos más precoces. Un Estado puede así transformar lo que, cuando se realiza libremente, es una maravilla en lo que, cuando se obliga, puede ser una pesadilla. Algunas mujeres, especialmente las mujeres adineradas, encontrarán la forma de eludir la afirmación del poder del Estado. Otras, las que no tienen dinero ni cuidado de niños o la posibilidad de ausentarse del trabajo, no serán tan afortunadas. Tal vez intentarán un método inseguro de abortar, y llegar a sufrir daños físicos, o incluso morir. Tal vez se queden embarazadas y tengan un hijo, pero a un costo personal o familiar significativo. Como mínimo, incurrirán en el costo de perder el control de sus vidas», afirman los votos particulares.

En consecuencia, derogar el derecho de una mujer a elegir libremente si continuar con un embarazo no significa que no se está haciendo ninguna elección, significa que la mayoría ultra del Supremo de los Estados Unidos ha arrebatado esta opción a las mujeres y se la ha dado a los Estados.

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