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Los impuestos

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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Ha habido en los últimos días algo de movimiento con el asunto de los impuestos con motivo de la situación socioeconómica que vivimos de alta inflación y recesión venidera. El sector neoliberal, ultramontano, cavernícola, descarnado y multiversal (digo esto porque a veces parece que vivieran en otro universo donde el capitalismo es un sistema igualitario…) aboga por deflactar el IRPF, eliminar el impuesto sobre el patrimonio y competir por ver quien la tiene más larga (me refiero a la lengua, instrumento sublime para decir tonterías); por otra parte, en el gobierno se han acordado que hay una batalla ideológica pendiente y han desempolvado la injusticia social, y fiscal, para justificar el mantenimiento de los impuestos actuales con el fin de redistribuirlos con justicia y así combatir la desigualdad. Llega tarde el gobierno a la batalla ideológica porque nunca debería haberla abandonado, ya que la Derecha no lo hace. La Derecha miente, y nos creemos que las mentiras se responden solas, pero no es así. Hay que responderlas. La Derecha lo tiene claro: “difama, que algo queda”, y si se difama mucho, será mucho lo que quede. Así ganan las elecciones.

El Neoliberalismo parte de la base de que el dinero que hay en el bolsillo de cada ciudadano es justo el que debe haber, fruto del esfuerzo y el sacrifico de cada cual; por eso dicen que donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos. Pero resulta que no es cierto que el dinero que hay en cada bolsillo sea el resultado del esfuerzo individual de cada cual, sino de la suma de todos los esfuerzos que constituyen una sociedad (carreteras, subvenciones, educación, sanidad, puentes, higiene sanitaria, desarrollo tecnológico…), y la suma del esfuerzo de muchas personas individuales. Un ejemplo: un empresario tiene cincuenta trabajadores en su empresa. El margen de ganancia empresarial es legítimo y nadie lo discute. Pero ese margen es posible porque a cada trabajador se le detrae una parte de lo que produce. Cada trabajador, para poder ser, y para poder haber llegado a ser, ha necesitado, y necesita, escuelas, hospitales, carreteras, infraestructuras de todo tipo. Además, está la propia empresa que para desarrollar su actividad necesita de esas infraestructuras. Es decir, el CONSUMO SOCIAL de una empresa es igual al consumo propio de la empresa, más una parte muy importante del consumo social que cada persona hace en tanto que trabajador. Si una empresa necesita para existir extraer y aprovechar más recursos del sistema, ¿no es lógico que aporte más al mantenimiento de ese mismo sistema? Así pues, el dinero que hay en el bolsillo de cada persona no es exactamente el dinero que ha ganado su esfuerzo individual, sino el dinero que ha ganado gracias a su esfuerzo (el esfuerzo de robar también cuenta…) y al esfuerzo de una sociedad que provee de recursos. Un médico gana más que un albañil ¿gracias a su esfuerzo? Sí, y también a los recursos educativos y labores, y sanitarios, y de infraestructuras que la sociedad ha puesto para que él los aproveche. Este ejemplo es extrapolable a todo lo demás. Salvo alguna excepción, que no es sino una excepción (como por ejemplo un deportista de élite, etc.) el que gana más lo hace por mediación de una sociedad que lo hace posible, y no tanto por su “esfuerzo” ¿o es que acaso el albañil, el agricultor, o el ganadero no se esfuerzan?

Yo he defendido en otros artículos anteriores la tesis de que el tema de los impuestos hay que abordarlo de otra manera. Para mi satisfacción he escuchado recientemente a Santiago Niño-Becerra defender exactamente las mismas ideas que yo. Sé que suena grandilocuente porque parece que me esté comparando con un gigante académico de la Economía como es Niño-Becerra. No, para nada. Es pura casualidad, pero lo cierto es que coincidimos. A saber.

Lo primero que hay que hacer es luchar contra el fraude fiscal. Es inaceptable que en España tengamos un 20% más de fraude fiscal que la media europea. Esto representa, según quien haga el análisis, entre 20.000 y 60.000 millones de euros al año. Solo la cifra inferior ya acojona. No entiendo cómo en Europa, donde nos imponen determinadas políticas, no nos imponen la toma de medidas para atajar estos niveles de fraude cuando nos siguen dando fondos para la integración. Lo razonable sería que nos dijeran: “controlen ustedes su fraude, y después hablaremos de dinero”. Tengo la sospecha de que hay mucho capital europeo defraudando en España…

Después hay que aquilatar los recursos públicos. Seamos francos: en España se despilfarra. No voy a extenderme más en esto porque es evidente, todos estamos de acuerdo, y requeriría un artículo aparte.

Una vez atajado el fraude y aquilatados los recursos públicos, entonces sí sería muy razonable bajar los impuestos todo lo posible. Pero no por la gilipollez esa del “bolsillo de los ciudadanos”, sino porque es muy razonable pagar por las cosas lo que es justo. Ni más, ni menos.

Por último, no consintamos que estos politicastros que nos han tocado en suerte en este gran país que es España nos enfrenten a unos españoles contra otros en una absurda carrera electoral por bajar este impuesto o el otro. Ya sabemos que cuando esta gente baja impuestos, lo pagamos en recortes, y lo sufrimos más lo más débiles. Un saludo a todo el mundo.

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