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Los impuestos: la gran obsesión de la Izquierda y su error más grande

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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Soy de izquierdas. Soy muy de izquierdas; que eso quede claro antes de nada. Por ese mismo motivo me duele extraordinariamente ver cómo la Izquierda se equivoca una y otra vez de planteamiento dándole a la Derecha un argumento sencillo y extraordinariamente poderoso que no tiene por qué ser suyo.

Los Servicios Públicos hay que financiarlos, esto por un lado, y los impuestos los pueden pagar los pobres, las clases medias y los ricos; eso por otro lado. Los Servicios Públicos pueden ser más caros o menos caros de mantener. Pues bien, es inaceptable que la Derecha se atribuya el “acierto político”, la habilidad, de que los Servicios Públicos “funcionen”, con menor gasto. Ya sabemos cómo hace la Derecha para “abaratar” los Servicios Públicos: recortar la calidad de los mismos y menguar los derechos de los trabajadores (que a la postre cuestan dinero…) La Derecha no aquilata, destruye, porque esto proporciona de forma inmediata la oportunidad de negocio mayúsculo que están deseando: sanidad, educación, y, sobre todo, pensiones. Pero los Servicios públicos no se defienden mejor aumentando el gasto, por la sencilla razón de que la “subida de impuestos” para financiarlos, es una quimera. El resultado es que aumenta el gasto sin que aumenten los ingresos (de hecho, los ingresos suelen disminuir con las subidas de impuestos), teniendo como consecuencia el aumento de la deuda que empobrece a la población, haciendo, al final, más insostenible un sistema basado en el gasto y el endeudamiento. ¿Cuál es la clave del problema? Que el gasto es una realidad, y los ingresos, una entelequia. El gasto es el toro, y los ingresos, la faena: puede ser que sí, o puede ser que no. Cuando se dice: “hay que subirle los impuestos a los que más tienen”, suena relativamente bien para un sector de la población, pero debemos, ya de una vez, entender que estamos ante un caso de demagogia. Las clases más altas apenas pagan impuestos. ¿Por qué? Porque tienen mil artilugios y herramientas fiscales para no pagar. ¡Y son legales! Además, tenemos los mecanismos ilegales, que también se utilizan, a riesgo de que te pillen. ¿Cuál es la consecuencia? Que los que en realidad pagan los impuestos son las clases medias, que normalmente dependen de un sueldo, y no tienen escapatoria. De esta forma, cuando tú le subes los impuestos un 1% a las clases medias, y un 10% a las clases altas, sobre el papel (que lo aguanta todo) los números salen, pero a la hora de la verdad se recauda sólo lo que las clases medias están pagando, y no es suficiente para compensar el aumento del gasto. Se produce endeudamiento, aumento de pago de intereses, problemas de solvencia, y elevación de la prima de riesgo. ¿Consecuencias? Recortes, y esta vez llevados a cabo por la Izquierda que prometió revertirlos. Para muestra un botón: Zapatero y mayo del 2010. Sobran los comentarios.

Tranquilos, que aquí viene la solución. Se trata de hacer un acto de contrición y reconocer errores ideológicos, y argumentos absurdos, que van contra las leyes de la Economía, que tiene sus propias leyes, y no entiende de “ideologías”. Los Servicios Públicos tienen que funcionar bien, pero hay que aquilatar el gasto y mejorar su eficiencia. Hay que disminuir cualquier gasto superfluo y potenciar la capacidad individual, mediante la educación y el estímulo, para encontrar una solución más individual de los problemas: por ejemplo, potenciando políticas de Educación para la Salud (que son baratísimas) en vez de aumentar el gasto en políticas de Atención Hospitalaria. Por ejemplo, resulta mucho mejor eliminar el hábito del tabaco antes que gastar cientos de millones de euros en tratamientos contra el cáncer de pulmón. Creo que es sencillo de entender. Tenemos también un grave problema de duplicidades administrativas, debido a impulsos “ideológicos” de cuestiones que ya están incluidas en determinadas áreas ministeriales. Por poner un ejemplo de cada tipo: las políticas de igualdad, o las políticas en defensa de la tauromaquia. Sobran las dos, pues estos ámbitos de aplicación ya están recogidos en los códigos civiles y en el derecho administrativo. Solo hay que vigilar que se cumpla, pero sin gastar millonadas en sueldos poco útiles, y en más y más propaganda. Esto sería otro ejemplo sencillo. Las diputaciones, otro ejemplo. Y así sucesivamente. La idea es que tenemos que ser capaces de ésto llamado “España” sea más barato de mantener, y, a partir de ahí, exigir un pago de impuestos mucho más reducido, pero absolutamente inexorable. Hoy día, un rico famoso como Florentino Pérez no creo que pague más del 5%. ¿No sería mejor exigirle un 20%, a él y a todo el mundo, pero que de manera efectiva pagara ese 20%? Por supuesto. Solo hay que eliminar todas las exenciones fiscales que permiten que los más ricos no paguen mucho más de un 5%. Exigirle a Florentino que pague lo mismo que yo no es confiscatorio: es lo justo. Y con la justicia, la razón, y la moral de mi parte, podría exigir el pago de esos impuestos con un grado de severidad mucho mayor que el actual. Sin embargo, como ahora los impuestos serían “pagables”, y no confiscatorios, lo más probable es que se pagaran sin más. Habría más recaudación, menos gasto, y, a la larga, mucha menos deuda. Así, el futuro de nuestros hijos no estaría hipotecado. No es una cuestión de Izquierdas o de Derechas, es una cuestión de sentido común y de eficiencia en la gestión de lo público que desde luego no debemos permitir, ni un día más, que sea patrimonio de la Derecha. Nunca más la frase “la Izquierda empobrece a la población”. Nunca más, porque tal vez podría ser cierto. Un saludo a todo el mundo.

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