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Los hombres buenos que arrastró el procès

Pena que los catalanes, en su legítimo derecho, hayan preferido a Puigdemont que a Junqueras, a Arrimadas que a Iceta y hayan demostrado tan poco entusiasmo por Domènech

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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El procès se ha llevado por delante muchas cosas: la estabilidad del Estado que reinaba desde que ETA dejara de matar, la imagen en España de los catalanes eficaces, prudentes, bien organizados, educados y sobre todo, se ha llevado a tres hombres buenos que se han visto arrastrados por el procès: Oriol Junqueras, Miquel Iceta y Xavier Domenèch.

Hoy son muchas y muchos los líderes de opinión que han acertado “la quiniela el lunes”, que explican con naturalidad lo que ha ocurrido cuando justo hace dos días aseguraban que iba a ocurrir lo contrario y, hasta, hay quien dice que estos no han sido buenos resultados para los independentistas. ¡La mar lo que hay que oír!

Han vencido la cobardía y el exhibicionismo, la palabrería y la falta de coherencia

Parece que los de la opinión pública y publicada tenemos mala memoria, pero aquí han fallado encuestas -las de los medios de Cataluña algo menos- , vaticinios y agoreros. Salvo el desplome del PP -esperado por todo pichichi- el resultado electoral del 21D ha dado sorpresas y batacazos a diestro y siniestro.

Bueno a todo pichichi, menos a Arrimadas y Puigdemont. Las cosas como son.

Yo estoy triste. Lo confieso. Los catalanes en su legítimo derecho han preferido a Puigdemont que a Junqueras, a Arrimadas que a Iceta y también han demostrado poco respaldo a Domènech. Pero fíjense si me mojo, que les digo -por alguna cosilla que sé- que estos tres líderes de ERC, PSC y En Comù-Podem -si el panorama político y la decisión soberana del pueblo hubiera sido otra- hubieran perfectamente podido formar un gobierno de izquierdas, comprometido con políticas sociales y apostar, que ya toca, por la protección a los más débiles y desprotegidos y por las políticas de bienestar.

Pero no ha podido ser. Dicen que Roma no paga traidores, pero la frase histórica pierde todo su significado con el respaldo mayoritario entre los independentistas a Puigdemont.

Además, los electores han dejado a Iceta -quien mejor sentido común demostró para evitar lo inevitable: la ruptura en dos bandos del pueblo catalán- hablando solo de reconciliación y unidad. Con la falta que hacía.

Y poco generosos han sido también con quien tanto se ha dejado en el camino –Oriol Junqueras– frente a quien ha tomado por escapar y no enfrentarse a la Justicia y a la prisión. Hubiera podido entender, desde el punto de vista humano, el pánico a la cárcel de Puigdemont, si pocos días antes de huir no hubiera estado dispuesto a pactar con Rajoy y su Gobierno lo indecible.

Domènech me gusta. De no ser por el beso de Pablo Iglesias en su estreno como diputado en el Congreso, el parlamentario discreto y desconocido hubiera pasado casi desapercibido. Pero ya ven, me emociona -que poco pido- saber que cuando va a Madrid a cumplir con sus obligaciones se aloja en una sencilla pensión de la plaza de Santa Ana y no en los elegantes y también decadentes hoteles de lujo que hay en la Carrera de San Jerónimo.

Cataluña es soberana sí, pero ha perdido una oportunidad de contar en su gobierno con un conciliador y hombre decente como Iceta, con un independentista convencido pero fiel a sus principios y coherente con su compromiso y discurso como Junqueras, y con un tipo como Domènech con conciencia social y capaz de centrar a la Generalitat en lo que realmente importa. Y creo sinceramente que los tres hubieran podido volver a llevar a Cataluña a la elite empresarial, cultural y de vanguardia de donde nunca debió salir.

Los padres e hijos del “tres per cent”, los herederos de las prácticas de la familia Pujol, los colaboradores del caso Palau y otras muchas tropelías volverán al poder. No sé qué pintan los de ERC en un gobierno con estos tipos.

Creo de verdad que Junqueras, Iceta y Domènech son gente decente. Lástima que hoy no sea eso lo que venda ni en Cataluña ni en España.

También me hubiera gustado, lo confieso, que en las intervenciones de la jornada electoral se felicitara más a la primera fuerza política de Cataluña. una líder, Inés Arrimada, que ha conseguido un hito histórico, pese a quien pese.

Es verdad estoy triste. Porque pienso que la cobardía y el exhibicionismo, y la palabrería y la falta de coherencia han vencido en estas elecciones donde el pueblo quería extremos: o con los independentistas o con el 155. Lástima digo mientras asumo, respeto y legitimo un resultado que, de haber sido otro, hubiera sido tachado de pucherazo por los catalanistas (que todo hay que decirlo).¡ Pena todo oye!

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1 COMENTARIO

  1. Pues si. Hacen falta políticos decentes al frente de las instituciones públicas y que la sociedad abandone el discurso maniqueista cargado de odio hacia quien piensa diferente.

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