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Los expertos creen que el agua será un bien de lujo a finales de este siglo

La sequía por el cambio climático, la sobreexplotación de terrenos para la agricultura y la ganadería, la explosión demográfica, la contaminación de ríos, lagos y acuíferos y en general el derroche que impone el modelo productivo capitalista generarán escasez de recursos hídricos en unas pocas décadas

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análisis

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El ser humano está acabando con el agua en la Tierra. Gastamos los recursos hídricos a un ritmo que el planeta ya no puede soportar: dos veces más deprisa que el aumento de la población en el siglo XX. A medida que crece el número de habitantes en todo el mundo consumimos cada vez más agua y no solo para beber, también para producir alimentos, una tarea a la que destinamos el 70 por ciento del agua dulce disponible. Un ejemplo demuestra lo crítica que es la situación: solo para producir un kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua. Pero no solo tenemos un problema con la producción ganadera. También con la agricultura. Para generar un kilo de arroz se precisan 1.500 litros de agua; para producir un kilo de patatas 150 litros; para cosechar uno de tomates más de 80…

En los próximos años el aumento demográfico exigirá 1.000 millones de toneladas más de cereales. La brutal actividad agrícola precisará del riego, que aumentará más del 50 por ciento en el año 2050.

El gasto es insostenible y los expertos creen que a este ritmo de consumo podemos acabar con los acuíferos, ríos y embalses a lo largo de este siglo. El panorama que pinta la ONU resulta terrorífico. Nos veremos inmersos en un círculo vicioso de difícil salida: cambio climático, aumento de la temperatura, sequía, desertización, explosión demográfica y falta de agua. Aquella vieja profecía que vaticinaba guerras en el futuro por el control del agua y no por el petróleo no parece tan descabellada.

A la presión demográfica se sumará que muchos países saldrán del subdesarrollo y necesitarán consumir más. El urbanismo seguirá expandiéndose, la contaminación arruinará cientos de pozos, ríos y acuíferos y se seguirán perdiendo millones de toneladas de agua por culpa del deficiente aprovechamiento y la mala gestión. En unas pocas décadas nos encontraremos ante una situación de emergencia global sin precedentes. El agua escaseará, se habrá convertido en un bien de lujo como el caviar o los diamantes. En muchas regiones del planeta no será posible abastecer de agua potable a la población. Eso significa éxodos masivos, flujos de millones de personas, más inmigración hacia los países ricos.

Según los cálculos, el 10 por ciento del agua se destina al consumo humano, otro 20 por ciento a la industria y la generación de energía y un 70 por ciento restante va a parar a la agricultura (que incluye también la ganadería y la piscicultura). En los países más pobres ese dato se dispara hasta el 90 por ciento con el agravante de que allí las aguas residuales son vertidas sin ningún tipo de tratamiento ni control a ríos y lagos. El 80% de las aguas fecales de las grandes y pequeñas ciudades del planeta regresan al medio ambiente sin ser debidamente tratadas. Por cada litro de agua con residuos se contaminan ocho.

Hoy casi 700 millones de personas beben agua no potable (2.100 millones no disponen de una red de suministro en su casa y deben caminar kilómetros para llenar una garrafa). Pero hay más: 4.500 millones de almas no disponen de una letrina propia o de acceso a un alcantarillado seguro. La consecuencia es que ciertas enfermedades como la disentería se han convertido en endémicas en muchas regiones del planeta.

Cada vez necesitamos producir más y cada día que pasa contaminamos más los ríos y los océanos. La sobreexplotación del suelo y la utilización de fertilizantes y pesticidas han envenenado las aguas subterráneas y los afluentes. El sistema productivo capitalista, tal como lo conocemos, ya no es sostenible. Ha llegado a un punto de no retorno. La agricultura y la ganadería casi contaminan más que la actividad industrial y solo en la Unión Europea el 38% de los recursos hídricos están amenazados por la polución agrícola. Una situación similar a la que se vive en Estados Unidos y China. Nos encontramos en un momento crítico. Y si no cambiamos con urgencia el modelo productivo, basado en el derroche y el despilfarro, un gesto tan cotidiano en nuestra vida como abrir el grifo del agua puede que en unos años solo sea un recuerdo del pasado.

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1 COMENTARIO

  1. […] La sequía no deja lugar a dudas: el cambio climático es imparable. Lo que sí está en nuestras manos es reducir sus efectos. ¿Qué podemos hacer? Además de la toma de decisiones a gran escala por parte de los políticos, los ciudadanos podemos contribuir. Cada día tiramos por el desagüe decenas de litros de agua potable, lo que es una pena y una vergüenza. En el mundo hay alrededor de dos mil millones de personas sin agua potable. ¡Dos mil millones! Representan el veinticinco por ciento de la población mundial. Mientras tanto, quienes sí la tenemos la malgastamos. Estamos tan acostumbrados a abrir el grifo y que salga agua, que no nos damos cuenta de que se trata de un bien preciado. Hay quien incluso está convencido de que el agua no tardará en convertirse en un bien de lujo. […]

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