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Los dosieres secretos de Olona que pueden destruir a Vox

La lideresa por Andalucía expulsada del partido dispone de información sensible sobre sus excompañeros

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análisis

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Cuenta la prensa que Macarena Olona dispone de material sensible que podría estar pensando en utilizar contra su antiguo partido Vox. Esta gente del extraño mundo verde trabaja así, no deja un solo cabo suelto, lo tiene todo atado y bien atado a la manera franquista, y sigue siempre el preceptivo manual trumpista (no olvidemos que, tras abandonar el poder, Donald Trump también se llevó a su casa varios dosieres con información altamente secreta sobre armas nucleares). Olona, que no tiene un pelo de tonta, sabía que después de ser depurada podía meterse en problemas con Santi Abascal, así que no se puede descartar que decidiera salir del partido con un par de carpetas comprometedoras bajo el brazo. Por si las «flais».

Ahora bien, más allá del morbo y del sensacionalismo que entraña la noticia, cabría preguntarse qué demonios puede haber en esos dosieres secretos voxistas. Y ahí es donde entramos ya en el terreno de la pura especulación. Vox es un partido pequeño de reciente creación, un grupo de animosos patriotas que se montan sus películas y batallitas, aficionados de la política que nunca han ostentado tareas ni responsabilidades de Gobierno, de modo que es poco probable que hayan tenido tiempo de manejar material confidencial, reservado, top secret o trascendental para el futuro de España. Desde luego, en el CNI tienen cerrado el paso, salvo algún que otro policía chusquero o espía nostálgico de los tiempos de la Brigada Política Social que les da bolilla con algún chivatazo de vez en cuando sobre el móvil pinchado de Pedro Sánchez, las amistades que frecuenta Núñez Feijóo o las nunca probadas conexiones de Podemos con Venezuela, un tema rancio y pasado de moda pero que vende mucho en el mundo cloaquero (Inda lo compra siempre y lo da a cinco columnas, aunque desde que Pablo Iglesias no está en política esas cosas ya no le interesen a nadie).

Sin embargo, conviene no menospreciar el poder que Vox va acumulando después de que el PP les abriera las puertas de las instituciones en Madrid, Andalucía, Castilla y León y Murcia. Algo debe haber en esos archivos con los que Olona amenaza a la cúpula directiva que la ha purgado cariñosamente (como dice Espinosa de los Monteros) cuando muchos altos cargos se han echado a temblar. Le tienen miedo a una mujer temperamental, una tonadillera de la política que funciona a impulsos como la española racial que es y que en cualquier momento se desmelena, le pierde el respeto al Caudillo de Bilbao y se pone a bailar la Macarena, enviando filtraciones aquí y allá a las cloacas periodísticas siempre dispuestas a publicarlo todo, desde una moto de Villarejo hasta el último cotilleo de Corinna Larsen.

Nosotros, puestos a especular (todos elucubran ya en las tertulias de Ferreras) podemos hacernos una idea de lo que hay en esos supuestos archivos escamoteados de Olona. Así, es más que probable que ahí estén contenidos algunos de los secretos inconfesables y mejor guardados de Vox, como la verdad sobre el jefe Abascal, o sea sus prórrogas para escaquearse de la mili, tal como dijo el diputado Baldoví, si se vacunó o no contra el coronavirus (sigue sin desvelarlo para no perder el voto negacionista) o si se vio alguna vez con Putin para trazar el plan de reconquista de Europa del nuevo fascismo posmoderno. En esos dosieres seguro que hay cosas jugosas, interesantes, como el millón de euros del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (durante años considerado organización terrorista) que sirvió para fundar Vox; la calderilla que Espinosa de los Monteros dejó a deber a la empresa que le reformó el chalé; la orden de detención contra Ortega Smith por apropiarse de un bloque de hormigón en Gibraltar; los planos que Rocío Monasterio firmó como arquitecta antes de sacarse el título; el álbum de fotos de juventud de Buxadé en la Falange y en ese plan.

Uno cree que Abascal tiene motivos suficientes como para estar preocupado con todo lo que Olona sabe del partido. Macarena ha pasado de ser la gran musa de la ultraderecha española a mujer incómoda, a espía que surgió del frío, a gorrión rojo o agente doble que ya no se sabe para quién trabaja, si para reventar Vox desde dentro por orden del propio Putin o para la mismísima OTAN. Ella dice que vive por y para España y los españoles, lo cual queda muy bien pero no cuela. En los últimos años, hasta cinco partidos han salido de violentas escisiones de Vox después de la expulsión de algún díscolo (TUpatria, España Suma, Valores, Juntos por España y Libres). Las malas lenguas dicen que Olona, con esa sonrisa de diablesa y muchacha aplicada, con ese vestido bicolor (el bien y el mal hecho seda), con ese maletín de abogada del Estado y ese nuevo look de mujer liberada del yugo machista que se ha agenciado, va camino de fundar el proyecto ultra definitivo, el que acabe por desmantelar Vox. Tiene el talento para el mal necesario en política, ambición y el aval de Mario Conde, que siempre es un plus. Hasta se baraja que pueda optar por un cambio de nombre a la italiana (Macarena Oloni, por ejemplo) para seguir los pasos de su admirada Giorgia, la gran musa del fascio italiano redentor. “Si alguna vez dejamos de ser alternativa, nosotros mismos desmontamos esto”, dice un profético y trémulo Buxadé ante lo que se les viene encima. El huracán Macarena se ha desatado, nadie sabe cómo puede terminar todo esto. A partir de ahora las filtraciones a la prensa van a ser constantes y diarias. No sé ustedes, pero yo no me pierdo la portada de Marhuenda de mañana.

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