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Los diputados de las cenas del tito Berni no deben repetir en listas, ni estar en cargos orgánicos

Santiago Aparicio
Santiago Aparicio
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Contador de realidades. Guitarrista de rock en mis tiempos libres. Y cazador de doxósofos.
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análisis

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En el PSOE se andan palpando el cuerpo porque el caso de corrupción del tito Berni y demás secuaces les tiene sin vivir en ellas y ellos. Balbucean en las ruedas de prensa cuando se les pregunta por el tema. Avanzan en la comisión parlamentaria Kitchen (que también tienen lo suyo “las gentes de bien”) para ver si tapan algo lo propio. Tienen a los sugus de la militancia sacando noticias de peperos cocainómanos y puteros con dinero público (en el PP inventaron aquello de los “volquetes de putas”, y salió premiado el inventor con cargo en la Cámara de Comercio), pero dimitir… casi ni el tito Berni.

Y la realidad es que cuando los principios éticos y morales que se van pregonando son tan puros como los del presidente del Gobierno y demás palmeros y adoradores sólo cabe una solución: dimisión. No del presidente Pedro Sánchez, ni del “licenciao” Patxi López, sino de los que han acudido a esas cenas, algunas de las cuales terminaban en bacanales de sexo, drogas y ningún rock & roll. No debe quedar duda alguna de la honorabilidad (deberían leer –así en general también– a David G. Cerdá que lo ha explicado muy bien) y de situar los principios éticos donde deben estar. La duda va a recaer entre todas las personas que han acudido a las cenas y eso debe tener respuesta.

Cierto que acudir a una cena entre diputados de fuera no significa que se hayan dejado tentar con reinos o con la salvación de una muerte segura, aunque sí con panes. La mayoría seguramente se haya enterado de los trapicheos del tito Berni al igual que el resto de ciudadanos pero la duda sobre la honorabilidad personal queda flotando en el aire. Boris Johnson, al final, hubo de dimitir por las fiestas en Downing Street. Aquí ocurre lo mismo.

Preguntarán ustedes ¿si no sabían por qué han de dimitir? Por haberse ido de cachondeo en pleno cierre de, en este caso, Madrid. Todos los diputados implicados en el asunto estuvieron dando por saco con las medidas sanitarias a los ciudadanos. Todos señalaban comportamientos (recuerdan los mensajes en redes sociales contra, por ejemplo, la Cayetano borroka, alimentada por un Del Pino curiosamente). Todos señalaron con el dedo mientras se pasan las normas por el forro de las partes pudendas. Mierdecillas con cargo que se creen por encima de la ciudadanía. Adoradores de la clase trabajadora que la conocen de lejos y no se acercan porque huelen al salir de la fábrica. Pequeño-burgueses de la política que, en su mayoría, no han dado un palo al agua y que al final reproducen los comportamientos elitistas contra los que pontifican.

Por ejemplo, Andrea Fernández, diputada que ha acudido a las famosas cenas y miembro de la ejecutiva federal del PSOE, señalaba a la Comunidad de Madrid por no pasar a la fase 1 ya que han desmantelado la Atención Primaria, lo que es cierto por otro lado. A ella le daba igual, salía a cenar con los colegas diputados. La misma diputada, en un mensaje del 21 de agosto de 2020, decía “los puteros ya eran un problema de salud pública antes de la pandemia”. ¿Lo sabría de oídas? Y el mejor mensaje, que muestra lo que es la izquierda caviar: “En Madrid si eres pobre puedes salir a producir y/o gastar”. ¿Le molestaba a la diputada que los pobres gasten del mismo modo que ella? O ¿se creyó tanto la frase que se autoidentificó –como sucede con la ley transgenerista que defiende– como pobre y obró en consecuencia?

Hasta el momento se conocen, porque así lo han declarado los implicados en la trama corrupta, a ocho diputados y diputadas: Javier Alfonso Cendón, Andrea Fernández, Uxía Tizón, Guillermo Antonio Meijón, Ana Prieto, Indalecio G. Salinas, Beatriz Micaela Carrillo y Manuel Arribas. Todos no deben volver a aparecer en una lista, un cargo orgánico u otro cargo político o derivado del PSOE. Los nombres que se vayan conociendo posteriormente también deberán sumarse a esa limpia. No porque estén implicados en corrupción alguna en sí, pero sí por carencia completa de ética.

Además todos están causando un perjuicio al propio PSOE. ¿Qué pensarán los compañeros y compañeras de los ayuntamientos, que se tuvieron que partir la cara (en algún caso literalmente) con los vecinos para cumplir con las normas sanitarias, cuando ven que sus propios diputados estaban de cenitas y copazos? ¿Qué pensarán los militantes del PSOE que estaban jodidos en casa sin salir, posiblemente con sus hijos, de viaje o a cenar mientras éstos estaban de cachondeo? Cuando pierdan votos que les impidan vencer en las elecciones municipales por culpa de estas gentes ¿consentirán que los carentes de ética sigan mamando cargo?

Quien esto escribe sabe lo triste que es cenar en la habitación de un hotel a solas, pero eso no empece para saltarse las normas por creerse por encima del bien y del mal. Sánchez y su secretario de organización, Santos Cerdán, no se atreverán a meterles en vereda y sacarlos de la vida política. Ya lo hará la ciudadanía con su voto. Mientras los militantes y los votantes fieles se quedarán con cara de gilipollas por culpa de cuatro: los corruptos y los carentes de honor. Además, tienen la cara de afirmar que se querellarán si alguien atenta contra su honor por hablar de su presencia en las cenas. ¿Saben realmente lo que es el honor, la ética o los principios?

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