Los detestados de Midas

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Las democracias liberales, occidentales o como las queramos llamar, no interpelan a sus ciudadanos a que elijan a sus representantes o a quienes las administran. La democracia pasó a ser un rito plebiscitario, una jornada electoral en donde por una mayoría matemática, se determina sí el grupo que se hizo en el poder continuará o no continuará y que facciones en pugna tendrán determinados apoyos para luego formar gobierno.

La democracia, como no podía ser de otra manera y mal que les pese a los intelectuales, sobre todo a los orgánicos, a los que se acendra en las usinas académicas de formación de seres enlatados prestos a comprar, para reproducir, fotocopias de artículos que son en el mejor de los casos, alguna buena lectura de Marx o de cualquier otro autor neomarxista o que haya leído a Marx, ha pasado a ser otra cosa de lo que era, apenas unos años atrás. La otrora anti-política (tomada la misma como lo basal de lo democrático) de izquierdas, se reconvirtió en anti-política de derechas. El péndulo oscila y la importancia dejó de ser el objeto para pasar a ser su inercial oscilación. 

Es decir, no elegimos más (en verdad nunca elegimos, pero no la vamos a liar parda, que allí está el negocio de ciertos intelectuales, hacer incomprensible lo obvio) no optamos por quién gobierna, ratificamos o rectificamos a los que gobiernan. O mejor dicho, para expresar de qué va esto, o los corremos, es decir los sacamos a los gobernantes, para poner al subsiguientemente otro, dado que no nos da, el corrernos de la democracia, por más que está y ya en el sentido sexual, se nos corra a nosotros.

Cómo esto no está aún, expresado en tales términos, usamos, al grupo (llamarlos partidos sería un insulto a quiénes han formado o creyeron en partidos políticos) que pretende disputarle el poder para en verdad, sacarnos, correrlos, a los que nos están gobernando. Claro que la tendencia natural, a permanecer en lo mismo, como las ventajas competitivas que tienen material (sobre todo mediática como económicamente) como hasta espiritualmente (en cuanto a expectativa, el voto útil o voto condicionado que generan por sobre quiénes les pagan el sueldo manejando las cuentas públicas e imponen las reglas de juego) hacen que sea casi imposible que un gobierno deje de ser tal, de acuerdo a como está planteada la democracia actual en relación a las formas de establecer las decisiones más centrales e importantes. 

Para que suceda un cambio, es decir, para que la ciudadanía, salga de todo aquello, no sólo tiene que estar mal en todo sentido, sino estar cansada, fatigada, harta de esta situación y expresarlo mediante el artilugio del voto, que es ni más menos que la sentencia del correrlos, con la vaina, pero correrlos al fin, para que vengan esos otros que le siguen.

La democracia, nos salva de aquello, precisamente, de allí que la conservemos, pero eso no significa que no represente esto que decimos, que devino, que se convirtió en una ratificatoria, de la continuidad o no  de un gobierno. Lo mejor que podemos hacer, es desde el lugar en el que uno vive, poder hacer uso de esos derechos que garantiza la democracia. La democracia, para que no se nos corra (en el sentido sexual) perversamente sobre nosotros, debe ser corrida, en sus vertientes oficialismo y oposición, de lo contrario, seguirá siendo lo que es; un mero juego para ver sí cada tanto, corremos o no a los que nos gobiernan, no importa quiénes vengan después, dado que nos reservamos el derecho de más luego también volver a correrlos.

Corremos tras el fenómeno democrático o de la democracia, por eso, por más que la anhelemos, la deseamos o digamos que vamos por ella, jamás la tendremos ni estará entre nosotros.

Una cosa es el juego de partidos o de candidatos y candidatas y otras las necesidades como aspiraciones ciudadanas. Esto debiera estar en juego, pero en cada elección, en muchas aldeas occidentales, los que forman parte de hordas no integradas a las ciudadanías, más lo que no participan de la convocatoria electoral, constituyen una innegable primera minoría que aún no encuentra forma de ser representada, democráticamente. 

A estos les debieran hablar los miembros de la claque que se disputa el poder, además de disputarse, supuestamente ideas, agresiones, amenazas o lo que fuere. 

La falsa cuestión dilemática de la política o la antipolítica, es otra de las tantas cortinas de humo en las que se pretende ocultar la razón de ser de lo democrático en los últimos tiempos. 

Veremos que sucede en Madrid, con “los detestados de Midas” que, intuitivamente, cada vez parece que son más. 

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Licenciatura en Filosofía (USAL) (1998-2001). Licenciatura en Psicología (UP) (1998-1999)- Licenciatura en Ciencias Política (UCA)(1999-2000) y Licenciatura en Comunicación (UCES) (2000-2001) Desistió de culminar los mismos y continúo formación autodidacta. Publicó su primera Novela “El Macabro Fundamento” en el año 1999. Editorial Dunken. Publica su segundo libro “El hijo del Pecado” Editorial Moglia. Octubre de 2013. Publica su tercer libro, primero de filosofía política, “El voto Compensatorio”, Editorial Ediciones Académicas Españolas, Alemania. Abril de 2015. Publica su cuarto libro, segundo de filosofía política, “La Democracia Incierta”, Editorial SB. Junio de 2015.

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