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Los camararius del siglo XXI

Isabel Bailo Domínguez
Isabel Bailo Domínguez
Profesora de educación infantil, técnica fitosanitaria cualificada, técnica medioambiental y forestal, madre a tiempo completo, actualmente estudiante de grado de historia y Rebelde con causa.
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análisis

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La palabra «camarero» viene derivado del latín medieval camararius y significa «criado de cámara» quizás através  de su etimología, podemos hacernos una idea de cómo tratamos a este sector actualmente.

Tomar la fotografía de un restaurante en los años  70/80 permite observar al camarero como la figura de relevancia en la empresa de hostelería., mientras que el cocinero pasaba prácticamente desapercibido. Hoy estos roles se han invertido.

Un camarero en aquella época, ganaba más de extra un fin de semana, que los mismos, contratados en una semana.

Un servicio <<extra>> venia a ser de 3 a 4 horas, las cuales realizabas en tu propia empresa o te desplazabas a otro restaurante, donde  venía incluida la cena o comida y después  empezabas el servicio, además, contando con que si esas horas eran nocturnas o en festivo, adicionalmente, se cobraban más caras.

La media del sueldo de un camarero de barra o de sala, rondaba las 130.000 pesetas, ( si lo reconvertimos a euros, con la equivalencia de  6€= 1000 ptas., nos da un patatús..verdad?) .

Un planchista se llevaba 200.000 pesetas, más las extras, y un  buen cortador de jamón era un tesoro a guardar.

Todo eso a quedado atrás. Si bien, el sector servicios es uno de los rubros más importantes de la composición del PIB, especialmente, cuando nos referimos a las economías de países desarrollados, no hacemos nada por proteger y velar por ellos  como se merecen.

Ahora, salta la polémica denuncia  de la Asociación Andaluza  de la Hostelería de Ferias. Anuncian que con la reforma laboral es imposible realizar su actividad, «actualmente no se podría trabajar más de ocho horas en la Feria y con casetas abiertas día y noche, tendrían que contratar al doble de personal»  y yo me pregunto, …y?, la actividad que antes realizaba una persona explotada trabajando 16 horas, ahora pueden realizarla 2 personas, donde está el problema?, muchos empresarios temen que la falta de personal cualificado pueda lastrar esa previsible mejoría y que piden precios muy altos. En resumen, que quieren seguir explotando a los camareros, planchistas , cortadores de jamón, personal de limpieza, vigilantes de seguridad de las casetas etc…  Vamos que.. «el rebujito laboral se mezcle con muchas horas de trabajo y sueldos muy bajos.»

Si le colocáramos una pulsera de actividad a un camarero de feria, podríamos comprobar cuanto camina detrás de una barra y sirviendo en las mesas, se podría decir con seguridad que realizaría bastantes kilómetros al día, todo esto acompañado de litros de sudor, dolor en las piernas, sin sitio para descansar y la santa  paciencia cada vez que atiende a algún ‘saborío’.

También tiene que ser experto en lectura labiofacial, pués  entre tanto ruido es difícil oír correctamente lo que piden los clientes, pero sobre todo hay que ser ágil con las manos para poder ofrecer un servicio rápido y a la altura de las exigencias de los feriantes.

La Real feria de Sevilla, o llamada Feria de Abril, mueve una industria nada desdeñable para la ciudad. Los terrenos destinados al recinto ocupan 1.200.000 m² y están divididos en tres zonas diferenciadas: La Calle del Infierno, El Real de la Feria (que se divide en 15 calles) y los aparcamientos.

El Ayuntamiento calcula que el impacto económico de la celebración es cercano a los 900 millones de euros y supone alrededor del 3 por ciento del PIB local. Al margen del turismo, la suspensión definitiva de la Feria tendría una repercusión en el tejido productivo de la ciudad mucho mayor que la de la Semana Santa.

Lo único que tienen que hacer los  «Empresaurios» es tomar conciencia de que no estamos en la edad medieval, y que el invento de la jornada de las ocho horas ya se consiguió en 1919.

Que los camareros llevan décadas soportando esta explotación laboral por qué necesitan trabajar y se agarran a un «clavo ardiendo» por necesidad, no por qué les guste la fiesta y el sarao. Tomar conciencia de lo valioso que es el sector servicios ayudaría y mucho a paliar  todas estas injusticias y en definitiva a que la FERIA sea eso, una fiesta para todos, incluso para los camareros.

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