La noticia ha sorprendido a todo el mundo. Y todo el mundo significa propios y extraños: una jugada maestra, la de Sánchez y la de Iglesias que tiene en shock a los barones del PSOE, al Partido Popular y a quienes a sus faldas se agarran.

El timo de las encuestas: tejiendo la tela de araña

La estrategia era clara: mientras durante estos últimos meses se encargaban de convencer a Pedro de que debía convocar elecciones, calentarle contra el independentismo y jalearle para que creyera que obtendría más votos (a causa de una gran abstención), otros estaban tejiendo la tela de araña de la que Sánchez no podría escapar.

En este análisis de Domingo Sanz puede comprobar los resultados que se vaticinaban desde distintos medios.

A pesar de que se manejaban y se publicaban encuestas en un sentido, hay quien tenía información mucho más cercana a la realidad. Había quien sabía que Vox subiría, Podemos bajaría, el PSOE también, CS desaparecería y el PP ganaría peso. Además, también sabían que los partidos independentistas también ganarían respaldo. Sin embargo, la intoxicación iba en otra dirección: y a Sánchez también quisieron convencerle. El mensaje público y dirigido al presidente era todo lo contrario: el PSOE subiría, Podemos bajaría (y esto reforzaría a Sánchez); el PP subiría pero no mucho (no tanto como ha sido finalmente); el independentismo bajaría (para eso estaban activadas las máquinas de propaganda con la violencia, el terrorismo y demás); a Ciudadanos le daban aire (contándole a Sánchez que estarían dispuestos a ser buenos chicos y apoyar en último momento su investidura); y a Vox lo desinflaban. Esa era la información que le hacían llegar al presidente y la que se movió desde el mes de julio. Por eso, además de por otras razones, apretaron a Sánchez desde los poderes fácticos para que no pactase con Podemos en verano. Cuanto más humillase a Iglesias, más votos recabaría. Esto, sumado a la creación del partido de Errejón, arrinconaría a Pablo y a Irene y garantizaría la alfombra roja de Pedro. 

La intención era convencer a Sánchez de que si aguantaba el tirón y se ponía firme, ganaría peso. Y estarían ahí para ayudarle los medios de comunicación de PRISA, fundamentalmente, y los amiguitos del Ibex35. Ana Patricia era amor.

Sin embargo, a mitad de campaña, todo estalló 

Pero algo sucedió en medio de la campaña. Algo que Pedro no esperaba ni nadie a su alrededor. O casi nadie. Después de mostrarse contundente en sus discursos, después de ponerse radical con el independentismo, después de anunciar incluso que quería modificar el código penal para convertir en delito lo que Zapatero eliminó (convocar un referéndum sin ser pactado), se produjo un traspiés que hizo saltar todo por los aires. 

Me refiero a las declaraciones de Pedro sobre la Fiscalía. Eso de: «¿de quién depende (la fiscalía)?». Esa metedura de pata a primera hora de la mañana en Radio Nacional hizo saltar por los aires toda la campaña electoral. Sánchez en el ojo del huracán. Gabinete de crisis. Mierda a babor con los CDR desde Europa Press y los amigos de las cloacas para intentar escurrir el bulto, y de paso, si podían intentar destrozar la imagen pública de quienes no nos callamos (ni nos vamos a callar), pues mejor todavía. Fue automático, había que desviar la atención de los bofetones que se estaban llevando en el gobierno en funciones.

En un primer momento Sánchez se creía cubierto por sus gurús y los barones. De hecho Carmen Calvo salió corriendo a dar la cara por él. A explicar que la fiscalía, el Ministerio Fiscal, está estrechamente vinculado al gobierno. Justamente lo que en el informe GRECO que se publicó ayer denuncian. Y Pedro, sumido en su baño de ego, ponía el broche de oro diciendo que las críticas que venían del independentismo al respecto de su promesa de traer a Puigdemont desde Bélgica, respondían a que «los independentistas viven fuera de la realidad».  Sin embargo el día transcurrió mientras el fuego seguía avivándose.

Y ¿quién fue fundamental para encender el fuego aún más? El grupo PRISA. En la Ser estuvieron todo el día machacando con las declaraciones de Sánchez; entrevistaron a la portavoz de los fiscales a medio día para señalar que era inadmisible lo que el presidente en funciones había dicho. Una y otra vez el foco se iba haciendo más grande. Y nadie salía a respaldar a Pedro en plena campaña. Se acabó, de hecho la campaña. Llamaba la atención cómo desde los medios más «cercanos» al PSOE era donde más estaban poniendo el foco en el tema de la Fiscalía, mientras por ejemplo, en los medios más afines al independentismo esta cuestión paso casi desapercibida, como una anécdota divertida.

Mientras tanto, desde Reino Unido le pegaban un bofetón a España con la euroorden de Clara Ponsati. Le pegaron muchas tortas, de hecho, porque ha traído cola el asunto: primero oficialmente no admitieron a trámite la euroorden al considerar que se acusaba a Clara de manera desproporcionada. Desde España pidieron que cambiasen aquello porque era «demasié», que estaban en campaña y estaban destrozando todo el tinglado. Los medios afines al PSOE lo daban también a bombo y platillo. Curioso.

Desde UK lo cambiaron y, aunque quitaron la palabra «desproporcionada del escrito», se mantenía ese argumento en toda la documentación por la que solicitaban que repitieran la solicitud. Y Borrell mientras, se dedicaba a hacer públicos datos confidenciales de Ponsati, cuestión por la que la Comisión Europea ha tenido que apercibirle públicamente. En fin, que la campaña se la chafaron a Sánchez en un plis plas. Y sin necesidad de que nadie desvelase escándalos ni le atacasen desde fuera. El pufo venía de dentro.

La traición (de nuevo) al superviviente Sánchez

Que Sánchez tenía la mosca detrás de la oreja no está muy claro. Pero el moscardón sí lo vio el domingo por la noche. Cuando no daba crédito a lo que estaba viendo: los datos electorales no encajaban con la información que le habían venido dando sus barones. Fue cuando comenzaron las conversaciones con Iglesias, por su cuenta y pasando de su entorno más «oficial». Y supongo que en ese momento Sánchez ya empezó a darse cuenta de lo que se cocía a su alrededor. Porque alguien debió animarle para pactar con Casado, para pedir su abstención y eso le olía raro al superviviente. El lunes alguien avisó a Sánchez de que querían jugársela.

Lo que en realidad estaba previsto era echarle la culpa de todo a Sánchez. Sobre todo desde las filas socialistas: querían cortarle la cabeza, responsabilizarle de la pérdida de escaños y quitarle del medio. Mientras tanto, alguien negociaba con Casado: si se ponía a un barón al frente del PSOE, el PP se abstendría y comenzarían a bailar.

Por eso la jugada de Sánchez con Iglesias (no el PSOE) fue maestra. En el más estricto secreto habló con Pablo, se reunieron el lunes sin que nadie se enterase de nada. Y elaboraron un pacto. En cuanto la noticia se conoció, los barones comenzaron a escupir fuego. Incluso algunos, los que ya no saben disimular, han comenzado a regalarnos titulares amenazando con marcharse del PSOE si se produce un gobierno con los de Podemos. Ibarra y compañía, para más señas.

Sin embargo, Sánchez, que como su libro indica es un auténtico superviviente, se ha agarrado a esta liana que le quedaba suelta. Para disimular, la primera en celebrar el pacto fue Susana, no vaya a ser que alguien sospeche de que pudiera estar con el «cuchillo entre los dientes» desde hace años. A veces, «un te apoyo» solamente indica la constatación de la traición. No tardaron ni un minuto en celebrar el acuerdo con Podemos desde la cuenta oficial del partido socialista de andalucía en redes sociales. Ellos, que con Teresa Rodríguez no han sabido hacer otra cosa más que pegarse de tortas.

Todo esto que está leyendo le va a parecer muy complicado. Seguro. Solamente se entiende cuando se ha vivido dentro de la máquina. Cuando se conoce bien los perfiles y sus estrategias. Cuando sabes de qué pueden llegar a ser capaces algunos.

Emiliano García Page, el mirlo blanco

El hombre elegido para llevar España a buen puerto podría ser Emiliano García Page. De hecho, hace unos días, en unas declaraciones en campaña que hizo Girauta, señaló que Emiliano sería un buen presidente para España, porque es un patriota que ante todo tiene clara la importancia de la unidad de España. Y decía que era consciente de que decir esto desde Ciudadanos era echarle un cubo de mierda a Page, pero lo hizo. Lo hizo porque había un pacto, porque los chicos de Ciudadanos estaban desesperados intentando que no les destrozasen en último momento.

Solamente le dieron bola los panfletos derechistas. Pero ahí están los titulares. Y estamos hablando del mes de octubre. Girauta, como buen chico, se encargaba de dar el mensaje que tenía que dar. Por muy bestia que pudiera sonar y aunque no hubiera de hacerlo encajar. Ana Patricia, amigos, manda.

Después de que Albert se pasara de chulo, intentando reconducirlo todo, cuando ya era demasiado tarde. Por eso Girauta escribió un tuit, que borró inmediatamente, echándole la culpa de los resultados a «Ana Patricia».

 

El pacto con Podemos: la cuadratura del círculo 

Regresa el Sánchez de la entrevista de Évole. Ese que decía que los poderes fácticos no le dejaban pactar con Iglesias. Ahora, parece que se ha dado cuenta de que es la última oportunidad que tiene de seguir con vida (política). Y así las cosas, ha decidido echarse al monte. Total, no tiene nada que perder, porque de entrada ya estaba descabezado por los suyos.

Así las cosas, el panorama que hay ahora mismo, debe entenderse bien. Porque precisamente el desconcierto está siendo la norma general entre propios y extraños. El desconcierto de los barones, personalmente, hasta me alegra. Pero esto es importante que se entienda entre quienes tienen ahora que facilitar un gobierno.

Desde el independentismo miran con asombro y no se creen el giro que ha dado Sánchez. Es normal. De Sánchez no se puede fiar nadie. Pero de su necesidad de supervivencia sí.

De Pablo Iglesias creo que nos podemos fiar algo más. Tampoco muchísimo más. Pero algo más que de Sánchez sí. Están en Podemos emocionados con esta posibilidad, y estoy totalmente segura de que no van a meter la pata. Por ellos no va a ser. Y por Sánchez, tampoco.

¿Cuál es la jugada? Apunten: si no sale adelante el gobierno «progresista» como cordón sanitario al fascismo, la culpa va a ser del independentismo.

Del Partido Popular y de Vox no esperan nada. De Ciudadanos aún tienen dudas, puesto que igual, se animan a regenerar. Aunque todo apunta a que no. Alberto ya se ha eliminado del panorama porque era imposible ya para él hacer un giro de discurso tan bestia, no había por dónde cogerlo. Y después del voltaje que le han aplicado con la medicina de los 10 diputados ya ha entendido que Ana Patricia manda mucho y que no tiene nada que hacer. Inés estará en breve ausente y veremos en manos de quién dejan el marrón de enterrar a CS. Quién sabe si contarán con el «enterrador oficial de partidos», Toni Cantó. Con UpyD lo hizo de maravilla, aunque no consiguió neutralizar a Rosa, que anda como un zombi escupiendo bilis.

Vaya, que me despisto. Vamos al tema que el artículo me está quedando muy largo.

Resumiendo: ahora la pelota la tiene ERC, fundamentalmente sobre el tejado.

A favor seguro de la investidura hay 160 escaños. (120 del PSOE, 35 de Podemos, 2 Más País, 1 de PRC, 1 de Teruel existe, 1 de Compromís)

En contra seguro de la investidura hay 153 (89 del PP, 52 de vox, 8 de JuntsxCat, 2 de la CUP, 2 de Navarra Suma)

Sin posición definida: 37 (13 de ERC, 10 de CS, 6 PNV, 5 BILDU, 2 CC, 1 BNG)

Con estos datos, que bailan en cualquier momento, podemos decir que la llave la tiene ERC principalmente. Pero también las demás fuerzas independentistas.

Depende del independentismo salvar a España del fascismo

Tiene bemoles la cosa pero está así el panorama. Sin los votos de los indepes, no vamos a salir de esta. Y es algo que tiene que asumir tanto Pedro (aunque tranquilos, que Pedro asume lo que haga falta si se trata de sobrevivir, y eso puede ser positivo en según qué circunstancias); pero sobre todo tienen que entenderlo los independentistas.

Algunos consideran que enrocarse en el «cuanto peor en España, mejor en nuestra tierra», al más puro estilo Rajoy, les puede beneficiar. Tengo amigos indepes que tienen sueños húmedos con una España fascistas a tope para así poder decirle al mundo: «¿Véis? ¿Veis como tenemos razón y hay que salir de aquí corriendo?»

Claro. Lo entiendo. Pero resulta que no quiero vivir en un país fascista. Ni quiero que lo sufra nadie.  Para mí el fin no justifica los medios. Y defendiendo como he defendido siempre el derecho de autodeterminación, mantengo que la independencia de Cataluña será de manera pacífica y democrática. Democrática. Repito. Y estoy segura, además, de que los independentistas tienen sobradas razones, además del fascismo español, para merecer su autogestión. No creo que sea la única razón y desde luego, encender esa mecha no me parece una opción sensata.

No andamos sobrados de democracia en España, es evidente. Y estoy segura de que la única posibilidad que tenemos de comportarnos todos como personas civilizadas pasa porque Sánchez rebaje sus chulerías contra el independentismo, Pablo imponga algo de lo que puede recordar que era el derecho de autodeterminación de los pueblos (que está en su acta fundacional), y que los independentistas entiendan que se trata de negociar, negociar y negociar. De lo contrario, no sé hasta qué punto sería ético cerrar las puertas a las posibilidades que se plantean (por muy tristes que sean), y empujarnos a todos a una situación mucho peor.

Solamente veo un pequeño resquicio por el que podemos hablar de lo que nos pone de acuerdo: derechos sociales, libertades, amnistías, referendum pactado y un poco de sentido común. La unidad de acción de todo el independentismo es clave. Mostrar su fuerza en el Congreso, también.

En pocos tiempo, a juzgar por el dictamen de la Abogacía General de la Unión Europea, veremos como eurodiputado a Carles Puigdemont, a Toni Comín y a Oriol Junqueras. España se va a tener que comer un buen pastel amargo y debería ir preparándose para ello. Los bofetones que le van a caer al gobierno Español no va a haber Irene Lozano que los disimule. Y no habrá manera de acusar a los independentistas de nada. Porque, a pesar de los obstáculos que les pongan, el unos meses todo se pondrá en su lugar y obtendrán el merecido reconocimiento que se les está negando.

Mi defensa por el derecho de autodeterminación de los pueblos ha sido, es y será. Mi cariño hacia los catalanes independentistas ha sido, es y será. Como a los independentistas vascos, a los palestinos, saharauis, chipriotas y de donde sean. Lo aprendí en la Internacional Socialista (si, se puede reír ahora porque suena lamentable). Y no dejaré de defender mis ideas y principios. Por eso también defiendo un pacto progresista para España. Aunque tiene toda la pinta de que no será posible y después vendrán los lamentos. Eso sí, está todo bien pensado para que la culpa sea de los indepes. Para que nos encabronen a los que potencialmente estaríamos de su lado y para que se pudieran abrir más las brechas entre «aquellos y estos».

Sí, creo que tenemos una oportunidad de tender puentes: entre los progresistas que pueden entender, que terminarían entendiendo, en qué consiste el derecho de autodeterminación y se podría facilitar un referendum (o varios sobre distintas cuestiones importantes), modificar la constitución, generar leyes sociales, acabar con las cloacas (al menos intentarlo en serio)… en fin, eso no hay indepe que pueda rechazarlo. Y estoy segura de que si hubiera apoyo por su parte, en España, mucha gente comenzaría a mirar con otros ojos y a ponerse de su lado. 

Y no, no me fio un pelo de esta situación. Pero tampoco me parece que querer que todo salte por los aires sea sano para nadie que quiera democracia y libertad. Por eso ahora depende de que se entienda en el punto que está Sánchez y se sepa negociar con ello: Sánchez no es el PSOE, y es la última posibilidad de que alguien pueda sentarse a dialogar, de la mano de Podemos, para intentar retomar ciertas dinámicas que el PP dinamitó y que su amiga Ana Patricia ha apadrinado. 

Ustedes verán. De una España federal se puede salir. De una España fascista no nos salvaremos los demócratas seamos de donde seamos.

 

7 COMENTARIOS

  1. Bea Talegón, interessantíssim, com sempre! «¿Cuál es la jugada? Apunten: si no sale adelante el gobierno «progresista» como cordón sanitario al fascismo, la culpa va a ser del independentismo.»

  2. Pienso que, para que España avance, convendría un gobierno PSOE-PP o PSOE-Cs. Es la única manera de que Unidas Podemos reciba un apoyo electoral y social enorme para gobernar desde una posición de más fortaleza. Claro que esto sería en una siguiente convocatoria electoral, quizás dentro de los cuatro años preceptivos.

  3. A la gente hay que enseñarle de una puñetera vez lo que es la democracia, sí desde un gobierno progresista.Los indepes sabrán a lo que juegan, mejor no lo iban a tener nunca que ahora si saben jugar con inteligencia.

  4. Como no. Tenia que ser Beatriz talegon.

    Menuda sarta de disparates.

    Referéndum pactado dice. Reforma constitucional que necesitaría 3/5 del congreso que ella se inventa por la cara…..

    Flipo con el nivelazo de chupopteros que tenemos en España.

  5. Qué mareo de artículo… Cascada de datos sin apenas esfuerzo por parte de la periodista por hilarlos de manera pertinente para mantener la atención del lector. No pongo en duda ninguna de estas hipótesis, sólo la forma caótica en la que está contado.

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