La redada que el FBI ha llevado a cabo en la mansión de Donald Trump no parece amedrentar al gurú del nuevo fascismo posmoderno. No da la sensación de que los agentes de la policía federal estén intimidando o preocupando lo más mínimo al magnate estadounidense, que se ha negado a responder a las preguntas de la fiscal general de Nueva York encargada de la investigación civil sobre sus prácticas comerciales y el negocio inmobiliario de su familia, la Organización Trump, según ha informado el expresidente de USA en un comunicado. Por si fuera poco, los propios policías del FBI están sufriendo acosos y amenazas de todo tipo contra ellos y sus familias, una extorsión que obviamente proviene de los grupos paramilitares trumpistas, enfurecidos por el intento de la Justicia de procesar a su amado líder. Algunos grupos próximos al jerarca del tupé rubio han pedido en las últimas horas que se retiren los fondos al FBI. Ahí es donde quieren llegar las hordas trumpistas: a la aniquilación total del Estado de derecho, a la imposición de un estado feudal cuasimedieval, a la instauración de un mundo sin administración de Justicia, sin impuestos, sin ciencia, sin medicina pública. En eso consiste el anarcolibertarismo reaccionario de derechas que se propaga por todo el mundo, también por España, donde la trumpista Ayuso se rebela contra la autoridad estatal.
Un conflicto civil de grandes proporciones está servido en Estados Unidos. Es evidente que Trump se siente fuerte y sigue amenazando con volver. Ya ha anunciado su intención de presentarse a la reelección. El empresario multimillonario ha montado un Estado dentro de otro Estado y sus correligionarios no respetan la ley constitucional, sino solo la voz de su amo. Nunca antes en la historia de este país, la primera democracia del mundo, no lo olvidemos, se había dado la circunstancia de que partidarios de un político chantajearan a las fuerzas de seguridad. Mientras tanto, Trump sigue dando ejemplo de rebelde sedicioso. “Por consejo de mi abogado y por (otras) razones, me negué a responder las preguntas sobre los derechos y privilegios otorgados a todos los ciudadanos en virtud de la Constitución de Estados Unidos”, ha escrito en su red Truth Social.
Trump hizo lo que en el país se conoce habitualmente como invocar la Quinta enmienda de la Constitución, que permite a un investigado guardar silencio para evitar incriminarse a sí mismo. “Una vez pregunté: si eres inocente, ¿por qué invocas la quinta enmienda?’ Ahora sé la respuesta a esa pregunta”, dijo Trump en su comunicado, apuntando que no le quedaba “otra opción” ante lo que considera un ataque “sin fundamento” y “político” que está afectando a su familia y a sus negocios.
La investigación de Nueva York está dirigida por la fiscal general Letitia James, a la cual Trump criticó duramente en su texto, acusándola de desatar una persecución contra él para “propulsar su carrera política”. “Mi gran empresa (la Organización Trump) y yo mismo estamos siendo atacados por todos los lados. ¡República bananera!”, concluyó el líder populista a primera hora de la mañana en un mensaje en su red social. En un comunicado, Trump volvió a defender su inocencia y a calificar estas pesquisas como una “caza de brujas políticamente motivada” por parte de la fiscal general del estado, Letitia James (demócrata y negra), a la que la pasada noche acusó además de “racista”.
La declaración se produce pocos días después de que el FBI registrara su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, donde, según informa el New York Times, las autoridades federales estaban buscando posible documentación clasificada que el expresidente no entregó al archivo histórico estadounidense. Las pesquisas de James tratan de determinar si la compañía de Trump infló el valor de sus bienes para poder obtener préstamos bancarios y en paralelo redujo ese mismo valor con la intención de pagar menos impuestos. La investigación es por la vía civil, por lo que en cualquier caso no podría presentar cargos criminales contra la familia Trump.
La investigación que lidera la fiscal general de Nueva York dura ya años y, según las últimas señales, podría estar por fin en su fase final. Tres hijos del expresidente -Eric, Donald Jr. e Ivanka- ya habían sido entrevistados por la oficina de Letitia James por su papel en el negocio familiar. Trump, mientras, peleó con uñas y dientes en los tribunales para no tener que testificar ni entregar documentos personales en el marco de este proceso, pero finalmente fue obligado por la Justicia, que llegó a imponerle multas por no cumplir con lo dictado.
