Dice Tabaré Cardozo , y vale la pena creerle, ‘que la justicia tarda y nunca llega pero es la pesadilla del culpable.’. De eso puede dar fe el ex vicepresidente de la República Amado Boudou, quien fue sobreseído en la causa del auto con papeles ‘truchos’, porque el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de la Ciudad de Buenos Aires declaró ‘extinguida por prescripción’ es decir, no lo declararon inocente sino que por el tiempo trascurrido desde los hechos analizados la causa ya había prescripto y, en consecuencia, no se debía juzgar.

En primer lugar, y aunque resulte obvio y evidente mencionarlo, es vergonzoso que un vicepresidente de la Nación sea denunciado por fraguar los papeles de la transferencia de un auto. El sólo hecho de poner en duda su honorabilidad es una vergüenza, sobre todo porque la obscenidad de los hechos denunciados alcanzan como para no poder ir por la calle con la cabeza en alto y sin embargo, pese a todo y gracias al peronismo, los argentinos lo tuvimos como compañero de fórmula presidencial durante cuatro años, amén de haber sido antes Ministro de Economía del país, entre otros altos cargos que ocupó en los gobiernos peronistas.

Volviendo a Cardozo, esperemos tenga razón y que esta justicia tardía que juzgó a Boudou y que no negó la existencia de firmas falsas en la transferencia de un vehículo de propiedad del ex vicepresidente, ni que éste fraguó la dirección de su domicilio estableciéndola en un médano (vaya uno a saber si no era cierto, quizás el cambio climático generó movimientos de médanos en la costa argentina y uno de éstos sepultó su hogar), termine siendo la pesadilla de Boudou. Que la sociedad le de lo que la Justicia le negó.

La vergüenza es que esto que se analizó venga desde 1992… sí, de 25 años atrás, cuyas primeras irregularidades se detectaron en 2003, es decir hace 14 años, y que recién en 2017 tenga dictamen de la Justicia. No se puede construir un país en serio con una justicia que se toma semejantes plazos para un juicio menor, porque convengamos que la acusación no era sumamente grave, lo que sí es extremadamente grave es quien cometió esas irregularidades.

En el juicio se probó que las firmas de Boudou y su apoderado que aparecían en el certificado para transferir el auto eran falsas, así como la de la escribana que intervino. Además, figuraba en el formulario un número de motor que no es el que tenía colocado en el auto, ya que el motor había sido cambiado. Además era falsa la verificación policial, el sello apócrifo y el formulario para inscribir el auto en otra jurisdicción contenía una dirección inexistente. Lo único real era la dirección de Amado en San Telmo… bueno, casi real, porque figuraba que vivía en el piso 10 de un edificio de 9 pisos.

¿Cómo se lo sobresee entonces? Por el tiempo transcurrido entre los hechos y el juicio, y eso es responsabilidad de la justicia, que por otro lado no asume su deuda con la sociedad por su accionar lento y malo.

Lamentablemente lo que hoy afronta Boudou no es el único caso, se agolpan los casos de funcionarios que debiendo enfrentar los tribunales por denuncias que los involucran pasan años y años como acusados, imputados, incluso como procesados…

Carlos Menem, a quien el pasado lunes la Justicia argentina le impugnó su candidatura a Senador Nacional por su condena a 7 años de prisión y fue inhabilitado para ejercer cargos públicos por 14 años por la Cámara Federal de Casación Penal, en la causa por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador durante su gestión como presidente, Cristina Fernández, Julio De Vido, los más conocidos por los cargos que detentaron, son algunos de los que tienen deudas con la justicia… y la justicia es quien tiene una gran deuda con la sociedad, porque como también nos dice Cardozo, ‘El tiempo me enseñó que la miseria es culpa de los hombres miserables’, son ellos quienes hacen que la justicia sea injusta.

Rememorando y adecuando a los hechos una vieja consigna de los ‘60, el cambio ‘será con ellos a la cabeza o con su cabeza’, la elección está en manos de la Justicia.

 

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