Entre los países actuales Túnez y España, las relaciones bilaterales se caracterizan en general por la paz y el respeto mutuo. En dieciocho siglos, los dos países se enfrentan durante conflictos puntuales y esporádicos. El motivo principal es el choque entre el imperio español y otomano, sobre el suelo tunecino.

En el pasado, España para los pueblos mediterráneos de entonces y en especial para los fenicios y cartagineses, es algo así como el el dorado de la antigüedad, lo que representaba América para España.

La península ibérica es todavía una tierra fértil y generosa que desborda de recursos, haliéuticos, agrícolas y de productos mineros importantes y variados.

En la Edad Media, como en todos los rincones de la tierra, los pueblos viven en conflictos perpetuos, pero en la Península Ibérica la situación es diferente.

Protegida por los Pirineos, la tierra ibérica, en la época medieval, es muy avanzada respecto a Europa, en todos los ámbitos: la infraestructura, la economía, el comercio, la agricultura, la ciencia, la enseñanza, la cultura y un desarrollo urbano único en el mundo.

La prosperidad relativa de toda la península en la Edad Media y las huellas que deja el comercio marítimo fenicio y cartaginés serían al origen de la expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.

El objetivo aragonés consiste en imponerse como nueva potencia marítima en el Mediterráneo, ocupar Sicilia cuanto antes y establecer relaciones comerciales sólidas con socios tradicionales como Túnez, la antigua Cartago y los puertos de Orán, Bugía y Trípoli.

El más destacado, entre otros acontecimientos significativos en la Historia mediterránea de España, es el empuje aragonés-catalán hacia el canal de Sicilia; hacia Túnez y sus islas y la costa Tripolitana. Un impulso motivado por las riquezas procedentes del continente africano, unas mercancías exóticas transportadas por camellos hasta los puertos principales del Norte de África.

La potencia aragonesa nunca pierde de vista, el comercio con los reinos del Túnez y el valor estratégico del Canal de Sicilia cuyo control es vital para el comercio marítimo.

Otra vez, esta misma zona clave del Mediterráneo que antiguamente provocó la guerra de más de 150 años entre Cartago y Roma, vuelve a ser el teatro de guerras, primero entre la corona de Aragón y los reinos de Sicilia y Nápoles, después entre los imperios de España y Turquía.

Con los mejores marineros, los soldados “almogávares” catalanes y una armada equipada de las más rápidas galeras, los reyes aragoneses ponen rumbo el sur-este del Mediterráneo. Son impulsados por la ambición de imponerse, comercialmente a dinastías poderosas como Ifriqiya “Túnez” y militarmente a Valencia, Sicilia, Cerdeña, las islas Baleares, Atenas y Nápoles.

La expansión aragonesa-catalana en el Mediterráneo representa el preludio de un espíritu aventurero nuevo de descubrimiento del mundo.

También se inician en este tiempo, los preparativos de expediciones exploratorias y de búsqueda de riqueza en África y otros continentes. Estas expediciones contribuyan al principio al desarrollo de las poblaciones locales y después se transforman en misiones evangélicas y en campañas colonialistas.

Resumen de la historia de Túnez, en la Edad Media

El territorio tunecino nunca ha estado tan disminuido como lo está hoy. Durante la era númida y cartaginesa, Túnez cubre más de la mitad del territorio del Magreb.

En la época del Imperio romano, África la romana cristiana” Túnez”, se extiende sobre una superficie tres veces más que ahora. Además, desempeña un papel importante en el desarrollo de la Iglesia universal. Poco antes y durante su islamización, Túnez que se llamaba Ifriqiya, supera los 300.000 km2, el doble que actualmente. Pierde más territorios, durante la islamización, bajo la ocupación otomana y al término de la ocupación francesa. Durante las negociaciones por la independencia, Francia impone sus condiciones al presidente Bourguiba. Deseoso de tomar las riendas del país cuanto antes como primer presidente de la República tunecina, Bourguiba tiene que ceder a la presión francesa y Túnez abandona parte importante de su territorio.

La islamización de Ifriqiya (Túnez) empieza en 638 d.C, sesenta años después, el país ya cubre más de la mitad del Magreb. Ifriqiya teóricamente forma parte del vasto imperio de los dos califatos sucesivos, el Omeya y el Abasida.

La dinastía en árabe es Daula, es decir Estado. La dinastía, o el Estado, Aglabí de Qairuán empieza a partir del siglo 800 d.C; Qairuán, ciudad gemela de Córdoba, es el lugar de donde se inició la islamización hacia el Magreb, la Península Ibérica y Europa.

Luego se establece el Estado Fatimí en 909, el más poderoso de todas las dinastías. Después los Ziríes, o los sanhaji en 972, una dinastía Bereber impuesta por los Fatimíes desde el Cairo, la nueva capital tras Mahdia.

Desde 1206 hasta 1574, los Hafsíes fundan un Estado soberana, que dura varios siglos. Es la dinastía que tiene más historia con el Condado de Barcelona y la Corona de Aragón y España.

Al final se establece el Estado Husseini que depende del Imperio Otomano. Durante la dinastía Hafsi, en 1534, Barbarroja, el pirata de origen griego, ascendido al rango de almirante por Turquía, tomó Túnez y destrona a su rey, en nombre del Imperio Otomano, pero al año siguiente es Carlos V, el emperador español que restaura este mismo rey.

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