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Lo de Valencia comienza a oler bastante mal

Santiago Aparicio
Santiago Aparicio
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Contador de realidades. Guitarrista de rock en mis tiempos libres. Y cazador de doxósofos.
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análisis

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No se sabe si será por el agua que toman, por la cercanía al mar o la comida, pero la política valenciana –sin necesidad de buscar en un lado u otro- es de tal podredumbre que asusta. Da igual si son unos o si son los “otres” pero no se salva nadie del escándalo. Los premios continuados de lotería en Castellón, las visitas del Papa que salen más caras que invitar a comer a todos los valencianos, los trajes, los abusos sexuales, el saltarse la ley de costas, las comisiones pandémicas… siempre hay un caso de corrupción o sospechoso de en la Comunidad Valenciana.

En esta ocasión le ha tocado a la vicepresidenta de la comunidad, Mónica Oltra, la cual deberá acudir al juzgado a testificar sobre el posible mangoneo acontecido en su institución para salvar el culo a su ex-marido por un caso de abusos sexuales a una menor de edad. El presidente valenciano ha afirmado que se debe dejar trabajar a la Justicia y que se llegue a la resolución más justa del caso. Bastante tiene él con las sospechas sobre comisiones (dicen que 1,6 millones de euros) por contratos en la pandemia con familiares y amigos.

Si abusa mi pareja ¿no es delito?

Lo de Oltra huele mal, muy mal. Cualquier feminista que se jacte de ello habría salido hace años a poner toda la maquinaria de su Consejería para aclarar el asunto y poner al supuesto abusador ante los tribunales de Justicia. Habría debido salir a decir algo así como: “No me puedo creer que haya compartido vida con un ser así. Yo sí te creo y voy a hacer todo lo posible porque pague los abusos”. Eso lo habría hecho alguien que realmente cree en el feminismo. Bueno, lo habría hecho cualquier persona que entienda que la dignidad de una persona está por encima de parejas, política o ideología. Pero no.

Parece ser que, al contrario a lo que dicta la lógica, Oltra habría movido sus hilos dentro de los servicios sociales para exculpar completamente a su ex-pareja –en realidad pareja en el tiempo de los hechos-. Esto es lo que quiere investigar el juez y por ello cita a la vicepresidenta pues cree haber visto indicios. No llega a la salvajada del caso Bar pero se sigue el mismo patrón de encubrimiento según parece. Tanto feminismo de boquilla para no creer a la víctima. Luego Oltra dirá que si le guiñan un ojo (quien tenga ese gusto) es acoso. Aunque siendo partícipe de las lesbianas con polla y de las cancelaciones que se vienen produciendo en la universidad valenciana tampoco es para extrañarse por ciertas cosas.

Oltra es la típica nacionalista que se apunta a la izquierda para tener hueco y porque parece que la izquierda actual acepta cualquier tipo de estupidez con tal aparentar ser progres. Se dicen feministas pero acaban apoyando los vientres de alquiler, la prostitución, considerar la pederastia como un gusto sexual más y así hasta culpar al resto de españoles de colonizadores genocidas. Eso sí, mientras subvencionando fiestas chemsex –por lo que han sido imputados dos altos cargos-.

Las comisiones de Puig

El caso de las comisiones bajo auspicio de Ximo Puig no ha tenido la misma repercusión que las de los amigotes del alcalde José Luis Martínez Almeida, pero ahí está. El caso Azud se reparte entre PP y PSOE –por eso el primer párrafo de este texto- pero existen sospechas fundadas sobre la compra de material durante la pandemia. Sobrecostes del 30%-40% según la investigación abierta por la Oficina Antifraude de Valencia. En especial un contrato con la empresa Comité Textil por 44 millones de euros. No es el único sobre el que recaen sospechas pues hay otros que están en fase de investigación relacionados con familiares de cargos del PSPV-PSOE. Da igual un partido que otro, todos tienen la suerte de tener hermanos, hermanas, primos, tíos, padres y demás parentela con empresa.

Luego está lo del hermano del propio presidente, Francis Puig, que está siendo investigado por prevaricación, malversación de caudales públicos y fraude en subvenciones. El presidente ha afirmado que si su hermano tiene que devolver algo, lo hará. ¡Qué iba a decir! Pero queda la sospecha de haberse beneficiado por su parentesco con el máximo responsable del gobierno valenciano. Francis ya ha reconocido haber duplicado facturas para poder acogerse a las subvenciones del gobierno de su hermano. Cuando debería, por esa consanguineidad, haber sido el más pulcro de los empresarios, resulta que no.

Al final se tapa todo con nacionalismo valenciano, porque Puig es más nacionalista que Carles Puigdemont, y hace las mismas cosas que el gobierno catalán, y con los casos de corrupción de los anteriores. El PP más nacionalista valenciano de la historia, cabe recordar. No son el hermanísimo de Ayuso, o los colegas de Almeida, pero se les parecen. Salvo en lo del caso de Oltra que es vomitivo se mire por donde se mire.

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