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Llámame, amiga, en este ahora o para siempre

Cruz Galdón
Cruz Galdón
Escritora
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análisis

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El tiempo lo cura todo, eso dicen, y del mismo modo construye y destruye. La amistad es de esas verdades que se sienten sin más, pues elegidas o no, forman parte de devenir vital. Algunas se transfiguran casi en familia, elegidas en la infancia  o no, como pilares inexorables de nuestra existencia, sin embargo, esa familia de amistad a veces no es tan perfecta, o no debiera serlo para valorarla aún más.

Los ciclos vitales tienen mucho que decir en todo esto. Llegada la madurez, sin querer o por un mero hecho evolutivo, casi todo el mundo hace recuento de bienes, sueños, parejas… y amistades. Te das cuenta de todas las personas que desde la infancia han pasado por tu vida dejando un poso de su esencia, (hecho este a no olvidar pues somos esponjas de las emociones de otros al igual que las nuestras invaden al amigo). Comenzando por las amigas del colegio, los amigos de la facultad, los amigos nacidos en el colegio de tus hijos, los traídos por el trabajo y relaciones sociales, incluso los que se transforman de un amor en grandes confidentes.

¿Pero es necesario que perduren durante todos esos ciclos vitales? A mi entender no.  Decía Aristóteles que “la amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas” y para ello explicaba que, “si el alma se encuentra en todo cuerpo dotado de sensibilidad y si además suponemos que el alma es un cuerpo, necesariamente habrá dos cuerpos en el mismo lugar”. No sé si en la teoría de Aristóteles el amigo ha de estar cerca de ti físicamente para sentirlo y vivirlo como tal (no olvidemos la cantidad de relaciones de cualquier tipo que nacen de las redes y que obligatoriamente se materializan en la piel con piel) pero tengo claro, que estándolo o no, es parte conexa del alma.

 La verdadera amistad es del ahora, y  ¡bendito sea si permanece! pero de no ser así no significa que no sea profunda y sincera. Últimamente, he escuchado que en la madurez es donde más amigos se pierden y los más especiales permanecen. Quizás sea porque muchos deciden demorarse en esa maravillosa y fecunda forma de juventud que hace que todo el tiempo sea para disfrutar. En verdad así recuerdo mi juventud, la época en la que fui la protagonista de mi vida, sin sentirme actriz secundaria; porque sí, porque hay instantes de la existencia propia del ser, en la que te repliegas en las vidas de quienes entiendes que más te necesitan, llámese padres o hijos, esposos o amantes. Y es ahí dónde comienzas a ser selectivo, dejando a tu lado a quienes han de estar, y echándote de su vera aquéllos que ya no ven en ti la persona que eras.

Por eso, sea vitalicia, temporal o “hasta el infinito y mucho más”, la amistad es un gran tesoro porque lo más bonito no es darse a los demás, si no saber que puedes acudir a los brazos de un gran amigo. 

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2 COMENTARIOS

  1. Como no comenzar diciendo que la impaciencia que duró hasta recién, comenzó hace quince días cuando Cruz Galdón publicara su ultimo texto. Ahora, frente a mi con una nueva lectura de palabras enlazadas con el alma y con sabiduría, tengo otra columna que al leerla me produce el placer del reencuentro esperado que llega como un oasís de calma en estos días convulsos que se debaten alrededor, donde lo material lucha por imponerse al espíritu. Hoy, hablando de la amistad, haciendo que, rápidamente, evocara a aquellos amigos que fueron , hoy perdidos en el tiempo, los que son y serán aunque la distancia separe sus voluntades. Gracias escritora por hacernos reflexionar sobre ello. Un tango dice…»los amigos se cotizan en las buenas y en las malas…», aunque yo digo, «un verdadero amigo se cotiza en las malas, pues en las buenas se cotiza cualquiera….». Un abrazo fraterno desde mi lejanía.!!

  2. No hay nada mas bello que encontrar una parte de mi en ti, una parte de ti en mi.
    Que desde la vida que nos habita nos encontremos , siempre fuimos ahora estamos.
    Dos corazones pulsando al ritmo de la lealtad, la esperanza, la alegria.
    Dos corazones que se hacen libres, que vuelan alto, vuelos de ida y vuelta, o de continuar volando, no hay tiempo entre corazones , hay lazos, lazos que son eternamente atados.

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