El etarra huido Luis Miguel Ipiña ha quedado en libertad tras ser detenido en Barajas por la Policía Nacional en colaboración con Interpol. El huido estaba acusado de asesinar a dos altos mandos del Ejército en 1979 y 1980 y de herir a varios guardias civiles colocando bombas en sus coches, aunque sus delitos han prescrito.
Tontxu, de 67 años, había huido a México en 1980, donde residía desde entonces y pesaba sobre él una orden europea de detención y entrega dictada en marzo de 2015 por el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional. El juez Manuel García Castellón lo dejó en libertad tras prestar declaración.
Luis Miguel Ipiña procedía de un vuelo de Colombia. Allí, agentes de la Comisaría General de Información lo arrestaron y le requisaron sus tarjetas de visita: se presentaba como “taxista y escritor”. Pretendía entrar en España con un pasaporte de México, donde se nacionalizó en 1987 y donde ha vivido en distintas ciudades, según fuentes de la lucha antiterrorista.
Tontxu regresó a Francia en 1982 con la intención de reingresar en la banda terrorista. Entonces lo hizo con nacionalidad falsa, como Roberto Varea Sáinz, aunque fue detenido y logró fugarse de nuevo. Ha permanecido huido desde entonces.
La operación la han desarrollado agentes de la Comisaría General de Información en colaboración con Interpol, en un ejemplo más de cooperación policial internacional en la lucha contra el terrorismo y contra la impunidad de los miembros de ETA que se encuentran huidos fuera de las fronteras españolas. Con este son 33 los fugados detenidos por la Policía Nacional por pertenecer a ETA desde que declaró el alto el fuego «permanente y general» en 2011.
Historial
Tontxu formaba parte del comando Otxobi, junto a José María Zubiarre Portugal, Ángel Castrillo Alcalde (alias El Gordo), Ignacio Orueta Pardavila (Alias Loidi) y José Miguel Galdós Oronoz (Alias Historias).
En enero de 1979 asesinó al comandante del Ejército José María Herrera Hernández en el barrio de Amara, en San Sebastián (Guipúzcoa). Y en marzo de ese año participó en la explosión de la sucursal de Credit Lyonnaise, en la avenida de España de la misma ciudad, que quedó totalmente destruida.
El 20 de febrero de 1980 asesinó al coronel del Ejército Eugenio Sarasibar González de Durana, jefe del economato militar de San Sebastián. Ese mismo mes huyó a México, donde entró en calidad de turista el 27 de diciembre.