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Les Luthiers, la magia del arte

Los cómicos argentinos celebran más de medio siglo sobre los escenarios con el espectáculo ‘Viejos Hazmerreires’

Juan-Carlos Arias
Juan-Carlos Arias
Agencia Andalucía Viva. Escritor
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análisis

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‘Les Luthiers’ es una marca que trasciende fronteras. La primera aduana que supera es su propio significado, es decir, el oficio de reparador de instrumentos de cuerda. Este grupo de artistas argentinos se proyecta hacia el universo hispanoparlante con una fuerza que parece irredenta.

Desde hace más 52 años pisan fuerte escenarios. Lo fundó Gerardo Masana en 1967. Son especialmente populares entre españoles que superan el medio siglo. Si -como dicen en Buenos Aires- Dios está en todas partes, pero despacha en la capital austral, daremos por bueno que ‘Les Luthiers’ recogen el aplauso como dioses en muchas latitudes.

La gira que les regresa a España conmemora décadas de creatividad, invención de instrumentos y humor sutil que llena teatros. La hoja de ruta se titula ‘Viejos Hazmrerreires’. Asegura momentos inolvidables con gags, textos, música, escenografía e impecable puesta en escena de actores polivalentes. Cantan, bailan y tocan increíbles instrumentos que inventan.

‘Viejos Hazmareíres’ es una selección de sus más celebrados éxitos. Se estrenó en Rosario, patria de Leonel Messi y del Ché Guevara, Fito Páez o Valeria Mazza en 2014. A Les Luthiers los han visto casi diez millones de espectadores desde 1967 en 16 países y entre 37 espectáculos diferentes.

Como sucede en Sevilla con el rockero Silvio, los inolvidables Triana o Juanita Reina, Les Luthiers no tienen público, ni clientes que ocasionalmente compran una entrada para su espectáculo. Ellos coleccionan fieles de una parroquia que espera algo nuevo y desternillarse de risa. Sus clásicos difícilmente encajan en el mundo estandard del show-business. Su éxito se sustenta sobre el talento, el esfuerzo y una mise-en-place que no es fruto del azar o la improvisación.

Una de las escalas más extendidas de Les Luthiers en suelo español lo es en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. En esa catedral del arte el listón para el reconocimiento es alto, no se aplaude a cualquiera. Ni determinada credencial o reseña vale. Los argentinos sacan su arte del pasaporte y lo hacen universal.

En rueda de prensa previa a sus actuaciones sevillanas aclaró Carlos López Puccio, veterano del sexteto, sobre la crisis de su país natal que ésta la acarrea desde que nació, creció y sigue -erre que entre- implantada en el país-continente. Nadie lo entiende con tanto talento, excelentes psicoterapeutas y riquezas naturales. Argentina está en el corazón de estos luthiers del teatro. A la escala sevillana le siguen numerosas actuaciones, prácticamente vendidas, en el palacio municipal de congresos madrileño.

El resto del grupo mantiene las esencias con Jorge Maronna, Horacio ‘Tato’ Turano, Martin O’Connor, Tomás Mayer-Wolf y Roberto Antier. El último sustituye a uno de los puntales de les Luthiers, Marcos Mundstock, alejado del escenario por una enfermedad que le limita hasta sus funciones motoras.

Foto: Andalucía Viva.

 

Espectáculo total

Conducidos los números por dos locutores (Antier y O’Connor) de una emisora ficticia (Radio Tertulia) la antología de ‘Viejos hazmerreíres’ toca todos los palos, como el flamenco o el rock. La pregunta de quién mató a Tom MCoffee la responde un inteligente número amparado por la mejor música.

La reminiscencia de la ‘grandeza imperial española’ tiene sátira con un barco de presas que se modula como una zarzuela (Las Majas del Bergantín) que queda tan bien como rancio. La diferencia horaria con el país hermano obró el guión, el mismo que populariza y endilga chistes de gallegos a catalanes, andaluces, vascos o extremeños en la Argentina.

Un gurú que visita Argentina es otra conexión de Radio Tertulia. ‘Así hablaba Sali Babá’ es divertido, ocurrente y con la excelencia de Maronna.

Más de nota es el número que inventa y hace loas al baño. La letra para quitarse el sombrero y se representa con instrumentos reales de elementos de un cuarto de baño. La verdad, no le damos importancia a lo que allí sucede. Donde nos quitamos peso, limpiamos y secamos merece más respeto a cualquier hora del día.

A Les Luthiers los han visto casi diez millones de espectadores desde 1967 en 16 países y entre 37 espectáculos diferentes

Un número muy latino, Cumbia epistemológica, retrata los tabués y verdades del sexo. La excelencia representa, a ojos del espectador, la mejor música y ritmo. Todo es un ‘Dilema del amor’ intentado maridar ambos tremas (amor-sexo), que el público adopta como propio con la risa y el aplauso. La receta de un crep por dos jubiladas (Doña Rosarito y Doña Clarita) enfrenta esos egos de nuestros mayores reivindicando la corta existencia que les espera si nos guiamos por los cánones biológicos.

A la antología de ‘Viejos hazmerreíres’ se suman apariciones de un supuesto portavoz gubernamental declarando sobre detención, investigación y nexos con la política, amores etc… de un narco. Las explicaciones del ‘speaker’ las asumimos en España como la misma bajeza que corrompe a partidos, líderes, autoridades. La risotada y el aplauso corroboran lo dicho. La triste verdad queda muy bien explicada. Los españoles entendemos bien, sabemos mucho, de vínculos entre narco-VIPs y poderosos, el dinero, el silencio mediático, justicia y policía alcanzada

Sebastián Mastropiero, ese viejo amigo lutier, estuvo presente. Como un grupo de fracasados músicos británicos que aparecían en la hoja de ruta de Radio Tertulia como las preguntas que hacían supuestos oyentes. Todo recordaba a la radio en blanco y negro española, la de consultorios amorosos, radio-novelas o estrellas que impartían dogmas conductuales al personal. El tema de quedarse embarazada intentándolo una y otra vez le persigue a ciertas oyentes de una emisora imaginaria donde la ‘tulia’ opinión es tan importante como la de los locutores. De otro lado, geniales declamadores de un palpitante e infinito programa radiofónico

‘Viejos hazmerreíres’ se redondea con unos registros tímbricos entrenados y talento musical difícil de alcanzar si no lleva un bagaje tan denso a priori. Decíamos que los que ellos denominan instrumentos informales es, en realidad, una plasmación del taller que el sexteto posee para el diseño, construcción y reparación de instrumentos musicales. Los que usan en directo se disfrutan, pero otros tantos se exponen en la antesala del lugar donde actúan. El ingenio argentino se sustancia, en parte, sobre el reciclaje. Damos algunos nombres: Desafina-ducha, Nomeobidet, Colephone de casa, Lirodoro, Bocineta, Batería de cocina, Tubófono, Tablas de lavado.

Foto: Andalucía Viva.

El humor sutil

Lo que más nos llama la atención de ‘Les Luthiers’ es su humildad y naturalidad, su estimable dicción (nada porteña ¿viste? Pibe!), su conexión con lo cotidiano, la chispa pícara que despliegan. En el escenario se decantan por una relevante ausencia del humor fácil que critica al poder, ironiza sobre gobernante, reprocha el abuso, descalifica con chistes o difama lo que sea menester para arrancar sonrisas convencionales.

Es de agradecer que ‘Les Luthiers’ haya trascendido al tiempo, tendencias y modas con una clave que los hace imperecederos. Decir sobre Argentina que es un país en crisis permanente es retratar educadamente su realidad patria. Idéntico sobre una España en permanente estado de elecciones, en clave de mitin y populismo que salen muy caro al contribuyente sobre líderes mediocres del descreimiento ideológico. Justo al revés que antaño

‘Les Luthiers’ abogan en ‘Viejos hazmerreíres’ por hacer pasar un rato delicioso a su nutrida parroquia de espectadores. La atención sobre ‘Radio Tertulia’ no desfallece, palpita sobre los sentidos. Se esperan más noticias, conexiones en directo, piezas musicales o actuaciones que se van sucediendo. Los locutores van quitándole horas al reloj del indicativo radiofónico. Es decir, el tiempo va atrás, como cuando un español va para Argentina. La diferencia horaria no es brecha entre los españoles y argentinos, ese ultramar de Argentina se acerca con ‘Les Luthiers’ sin que chirríen los tópicos que nos endilgamos ambas partes, chistes incluidos.

El universo del arte, el mundo del espectáculo o el empeño de entretener tiene como fin parcial –al menos- hacer felices a quienes perciben su mensaje. ‘Les Luthiers’ en ‘Viejos hazmerreires’ hace un número final que reivindica que la juventud y las generaciones más maduras tiene en común más formas que fondos. Más disfrute que represión. Señores, señoras, la vida manda. Disfruten de unos argentinos universales. No les pesará. Un ratito alejado de la burocracia cotidiana se agradece.

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