Latrocinio versus genocidio

No son ajustes ni recortes, es un robo

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… No estoy de acuerdo. Yo tengo la certeza de que el triunfo de la derecha actual sólo tiene una explicación: el desarbolamiento intelectual de la izquierda. Es decir, se impone el discurso liberal (muy digno) porque la izquierda ha sido fagocitada por el Capital. Y no vean esto como un rasgo de tozudez decimonónica, me explicaré.

Empezaré por lo «clarinete». No son ajustes ni recortes, es un robo. Sólo hay una definición de Justicia: la victoria contra el abuso. Después de la Revolución Francesa y las constituciones americanas, del movidito siglo XIX, de dos guerras mundiales, la revoluciones rusa y china y otras más pintorescas… la suma de muertos es inasumible; y, como decía Juan de Mairena, “No hallo manera de sumar individuos”. El Estado del Bienestar tiene su fundamento en la sangre de estos millones de familias que han sido víctimas de la maquinaria sanguinolenta del pretendido ser humano natural que no conoce otra doctrina que la propiedad y la competencia.

Voy a ceder en algo. Yo no creo en utopías. El bicho humano, como cualquier fenómeno cósmico, sólo es definible en el laboratorio, sólo se puede controlar si fabricamos uno a manera de experimento. No existe. Casi el total de nosotros, con un baremo en la mano, seríamos calificados como deficientes mentales, enfermos o psicópatas, somos un bicho irreducible, una torre babeliana en la que nadie habla la misma lengua, ni siente ni percibe lo mismo. Un gobierno, un estado no pueden unificar salvo que aplique el genocidio a los enemigos de la causa, y el siglo XX (y éste) conoce bien esa metodología utópica, de un lado u otro.

Pero reconocer la debilidad, la animalidad humana, no es admitir que no se pueda gobernar con Justicia. Una sociedad es sus leyes y el aparato para procurar su elaboración y cumplimiento. La existencia de poderes separados (de verdad) es una oportunidad para moderar el salvajismo de éstos que no dudan en alimentarse de sus congéneres. Hay dos factores, pues, que han arruinado el Welfare State: la eliminación de la Cultura como motor de la democratización, profesionalizándola y convirtiendo a los intelectuales en vendedores de productos consumibles expuestos a las leyes del mercado; la confusión ideológica de los conceptos de “sociedad” y Estado o Nación o Patria (Marx dixit), con lo que hemos dado la ventaja de gobernar la sociedad a quienes defienden al Estado o la Nación o la Patria, estos es, a quienes sólo buscan su propio interés crematístico. Hemos llamado democratizar a generar lerdos conectados a la Red para trabajar como criptoesclavos de un sistema que necesita de su sangre para nadar en un lujo palaciego sólo comparable al de otras civilizaciones esclavistas antiguas.

La Segunda Guerra Mundial fue un punto de inflexión; la tragedia, la necesidad de reconstrucción, el horror genocida (que continuó en Rusia y sus satélites), la división en bloques del planeta y la amenaza nuclear hicieron a la clase trabajadora (la que sólo tiene como patrimonio su esfuerzo para generar un salario) disponer de oportunidades educativas, sanitarias, laborales, políticas… como antes jamás habían disfrutado; no era una concesión, era justo, y sólo el miedo, la prevención por lo que pudiera ocurrir en un futuro incierto dejaba, por medio de las democracias parlamentarias, disponer de ese legado como quien lo disputa en una cancha con unas reglas de juego públicas para todas las partes. Pero los regímenes comunistas tenían cáncer, y avanzado. Curiosamente, gracias al fracaso del comunismo práctico el capitalismo se ha rearmado y reconquista lo que esta guerra secular le había arrebatado y devuelto a sus legítimos propietarios. La Aurora del Caos fueron los 3.000 muertos del 11S.

Cuando leo que casi un centenar de personas diarias mueren en España con una prestación reconocida por la Ley de Dependencia y sin cobrarla pienso: crimen. En este medio y otros vengo recomendando al profesional adecuado que haga números de las personas muertas por falta de inversión y atención en esta Sanidad depauperada, que le ponga cifras: crimen. En Inglaterra lo han hecho (con su Brexit y todo) y calculan que son unas 30.000 muertes que podrían haberse evitado. Y lo curioso, éste es el triunfo del que hablaba al principio, es que nos la meten (la cifra) doblada convenciéndonos de una verdad oficial: que no hay responsables de este genocidio, que éste se produce por las ignotas leyes de la naturaleza y el capital, los misteriosos mercados, y que quienes toman las decisiones lo hacen para evitar males mayores, por nuestro bien…

… No estoy de acuerdo. Es un robo y un crimen. Y hay ladrones y criminales que, como vulgares infantas, jamás van a ser condenados. No perdemos sólo lo que es nuestro, perdemos la dignidad porque lejos de reconocer nuestra situación justificamos rastreramente el triunfo de éstos que nos mean. El PP no recorta, roba a la clase que debería ser la esencia del sistema democrático, la clase por la que existe la democracia; el PSOE no recorta y los apoya por responsabilidad sino que, peor que aquéllos, nos hace comulgar con su imagen de romería popular empós de un cielo socialista en el que, curiosamente, el inversor come con Dios. Amplíen esto al planeta entero.

Esta mentira sólo se consolida con una sociedad-lumpen que lo ignore todo y obedezca a todo, y requeriría focos que la iluminaran para que se viera su miseria, pero nuestros intelectuales están preocupados por sus poses, sus arrugas faciales y los derechos de autor, porque, como metáfora misma del sistema, han sido fagocitados para que entretengan a la irrelevante parte de la población que los necesita para justificar su patético aburguesamiento, ahora las poetas son colchoneras y los narradores de José Tomás, porque son del pueblo… ¡del mismo pueblo que estos ladrones! Paso. Vencerán, pero no convencerán.

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