Las mujeres siempre han aguantado

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Las mujeres siempre han aguantado (aunque sea inconscientemente) la producción interminable de mentiras que el patriarcado y todos los hombres (como innegables sirvientes del patriarcado) han dado. Han aguantado un resultado injusto o una infraestructura injusta que irremediablemente ha actuado como base social.

Pero tal base injusta, ¿cómo no?, creó sus “propias defensas” para que nadie la advirtiera, para que nadie la reprobara o la denunciara ante todos. Sí, es lo que ya a una menor escala crearon el maoísmo o el franquismo, utilizándolo todo para ello: adoctrinamiento, censura, dirigismo cultural o premiación del servilismo o del silencio.

El caso es que casi el cien por cien de las mujeres hasta hace poco pensaban que “todo debía ser así”, ¡así!, que todo más o menos era correcto ante Dios y que, la unidad familiar o la representación del padre como guardián de los valores más importantes, eran símbolos imprescindibles de identidad (a emular) de cualquier país. Sí, lo que en realidad pretendía cualquier poder de lo preestablecido era… lo incontestable. Porque sencillamente era lo incontestable lo que más garantizaba la victoria del opresor poder-sinrazón, el miedo, la carencia de dudas y la resignación.

Por eso las mujeres tenían que aceptar a la fuerza “lo que había”, y “punto”; pero muchas pensaban y actuaban con autoflagelación porque, cualquier religión y el patriarcado, implantaron socialmente un concepto vital irrenunciable de que, cuanto más una mujer sufriera por sus hijos o por su angelical marido dando bandazos por las guerras o por la dura vida, más aceptada sería y más reconocida sería en la sociedad.

He ahí que el gran triunfo del machismo (algo paradójico) es que la gran mayoría de las mujeres pensaban además machistamente; o sea, contra ellas, contra sus dignidades o contra sus autorrealizaciones libres. Y no es moco de pavo el encontrarse aún algún vídeo o alguna manifestación por ahí de una concreta mujer afirmando infumables “estupideces” o pensando (a modo masoquista) contra un necesario feminismo o, dicho más claro, nunca ella pensando de tal manera que contravenga al machismo. ¡Eso es!

En efecto, el gran apoyo o triunfo o aldabonazo del machismo incontestable lo han dado desgraciadamente las propias mujeres, ¡cierto!; ellas han posibilitado todas las reverencias habidas o por haber que, aquí o allá, puedan engrandecer al machismo. ¡Claro!, lo que significa solo irracionalidad o una nefasta involución.

Aunque ya, al fin, muchísimas mujeres han recuperado el LUCHAR por ellas mismas (no por lo que les digan los hombres) y ya, al fin, se desquitan de tantísimas mentiras que han tenido que aguantar; mandando al fin a la mierda (o al infierno) las resignaciones o incluso esos consejitos insoportables que cualquier hombre (con aires de.sabelotodo) llevaba una y otra vez a todos los medios superiores de comunicación social.

¡Vaya!, la esperanza podría ser al fin de verdad.

2 COMENTARIOS

  1. «esos consejitos insoportables que cualquier hombre (con aires de.sabelotodo)»

    Fdo.: José Repiso Moyano

    Gracias «señoro» Repiso, pero dejen de opinar los hombres sobre si las mujeres tal o Pascual y déjennos nuestros asuntos a nosotras en vez de seguir haciendo ustedes el relato, que en este caso además as absolutamente ninguneante de la realidad trans, en la mejor línea de Hazte Oír (o su gemelo comunista, el Frente Obrero) con aquello de «Los niños tienen pene y las niñas vulva, que no te engañen».
    En fin, que las mujeres y las mujeras, las que eligieron serlo y las asignadas como tales al nacer no necesitamos su condescendencia «machirula» y patternalista, ergo patriarcal.
    Gracias por sus buenas intenciones, pero métanse en sus asuntos. Dicho sin acritud, aunque sí con cierto hartazgo ya…

  2. Toda su respuesta ESTÁ LLENA DE IRRACIONALIDAD, afirma estúpida o frívolamente en vez de racionalizar sus frases VEHEMENTES.
    Mire, guarde mejor su respuesta «donde le quepa» y, pasados 10 años, vuelva a leerla.
    Descubrirá, sí, algo por seguro de usted, pero siempre y cuando su mente no sea inmóvil.

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