Fernando Blanco y Marga Grau, los padres de la niña Nadia Nerea, llegaron a recaudar casi un millón de euros, de los que gastaron 600.000 en asuntos que no tienen nada que ver con la supuesta enfermedad rara de su hija, la tricotiodistrofia. Una presunta estafa, –hasta que la Justicia no califique los hechos, no se puede llamar de otra manera–, de la que algunos medios de comunicación, sobre todo uno de los rotativos de mayor difusión y las dos cadenas de televisión con mayor audiencia, son responsables por no haber contrastado las circunstancias que rodeaban los hechos expuestos por el padre y haberse lanzado a dar una información nunca comprobada, algo que se enseña en primero de Periodismo y que figura en todos los manuales de estilo.

Esa es la principal conclusión de un hecho que está mereciendo la atención de esos medios de comunicación en un intento por contrarrestar los efectos de su irresponsable actuación. Una irresponsabilidad que ha supuesto un millón de euros, 300.000 de los cuales se recaudaron entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre.

Una irresponsabilidad que ha supuesto un millón de euros

El periodista Jesús Maraña fue contundente, este viernes, al señalar que “los medios de comunicación debemos de hacer una reflexión sobre el papel que hemos jugado en los casos en los que nos lanzamos a informar sin comprobar la veracidad de los hechos”. El autor del primer reportaje sobre este asunto, publicado en el periódico El Mundo, ha pedido perdón “por no haber comprobado con antelación la historia que me habían contado”. El propio periódico, en un editorial, ha pedido disculpas. Lo extraño de todo este asunto es que ha sido “el rival”, el diario El País, el que ha demostrado la falta de veracidad de esa información. No debe olvidarse que ambos medios de comunicación mantienen una histórica rivalidad que, en muchas ocasiones, ha desembocado en enfrentamientos públicos.

Algo parecido ha sucedido con las dos grandes cadenas de televisión. Los programas matinales de Antena 3 y Telecinco llevan a cabo una feroz competencia por hacerse con la audiencia de su segmento horario. Eso lleva a sus equipos a precipitarse a la hora de dar información sobre unos hechos que ni siquiera comprueban previamente con la excusa de que “es la fuente y no el medio el responsable de la veracidad de la información”.

Todas estas circunstancias han sido aprovechadas por Fernando Blanco, el padre, para, desde esas atalayas y utilizando sutiles mensajes mezclados con mentiras, insertar el número de cuenta para ingresar donaciones con las cuales llevar a cabo unas inverosímiles operaciones que asombran y dejan perplejos a los expertos en enfermedades raras. Todo ello mezclado con las andanzas por el plató de una niña encantadora, y las lágrimas de su progenitor, un verdadero especialista en la puesta en escena, por lo que se ha podido comprobar.

 

España, a la cabeza

Pero el “Caso Nadia” tiene otra importante lección que aportar a la sociedad. Lección que tiene dos vertientes. Una se refiere a la imagen de la sanidad pública española, y otra, la legislación en materia de investigación sanitaria.

De cara al exterior, España tiene una de las mejores redes sanitarias del mundo, tanto la pública como la privada. Es el país del “turismo sanitario” por excelencia. Incluso asombra comprobar que nuestros investigadores llegan a ser capaces de llevar a cabo relevantes descubrimientos para la cura de enfermedades como el cáncer, tal y como ha sucedido recientemente con el origen de las células que desarrollan la metástasis, descubierto por los expertos de un instituto barcelonés.

existen fundaciones que otorgan ayudas para enfermos con problemas económicos allá donde la sanidad pública no llega

Así las cosas, extraña, y mucho, el caso que hace la ciudadanía a algunos sujetos que, en los medios de comunicación, piden dinero para operaciones en lugares como Houston cuando muchas de esas operaciones se llevan a cabo en hospitales españoles como es el Clínico de Barcelona o la universitaria de Navarra, con evidente éxito. De hecho, algunos de los centros de Houston especializados en tratamientos de cáncer evitando la clásica quimioterapia, se han instalado en España. Los trasplantes de médula para hacer frente a la leucemia se efectúan con evidente éxito en la sanidad pública española. Nuestro país es reconocido internacionalmente como el mejor en materia de trasplantes. Incluso existen fundaciones que otorgan ayudas para enfermos con problemas económicos allá donde la sanidad pública no llega. Limitación que existe por otra parte, y que las autoridades deberían empezar a replantearse. De esta manera se evitaría todo tipo de picaresca en tal sentido.

 

Cuestionamientos éticos

Pero también hay otra vertiente de la lección en materia de sanidad que nos ha dado el “Caso Nadia”. El padre justificaba su intención de tratar a su hija fuera de España en el hecho de que, en nuestro país, dichos tratamientos están prohibidos.

Todo el mundo sabe que hay una gran cantidad de enfermedades, entre otras, por ejemplo, la diabetes, que pueden ser tratadas a través de las células madre. Pero en España este tipo de prácticas están prohibidas, muy probablemente como consecuencia de las creencias religiosas que las rechazan tajantemente. Hay un movimiento entre los profesionales de este país proclive a regular este tipo de tratamientos. Si es cierto, como parece ser, que evitan sufrimientos y muertes, éticamente, dicen esos profesionales “está el derecho a la vida” por encima de cuestionamientos éticos o morales.

 

1 COMENTARIO

  1. Me ha parecido interesante y esclarecedor el artículo… porque eso mismo llevo yo pensando hace días.. ¿Cómo es posible que a estas alturas la gente dé dinero para que a alguien lo operen por ahí?. ¿Es que aquí no hay buenos profesionales y medios, y hospitales para ello?. Os deseo mucha suerte con este periódico. Yo lo tengo entre mis diarios de «diario»… Gracias, y seguid.

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