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Las elecciones se juegan en las encuestas

Santiago Aparicio
Santiago Aparicio
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Contador de realidades. Guitarrista de rock en mis tiempos libres. Y cazador de doxósofos.
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análisis

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Jamás reconocerán los encuestadores que, a fecha de hoy, entre un 75-80% de los españoles ya tienen decidido qué harán y qué votarán en las próximas elecciones municipales y autonómicas. Tanto si acuden a votar como si no, ya lo tienen claro. Hay un 20% de españoles que todavía no saben qué hacer y es a estos a los que van dirigidas las encuestas electorales. Los que saben qué no necesitan ni encuestas, ni campaña electoral, ni nada, pero ese porcentaje de indecisos es muy jugoso para la clase política y sus terminales sociológicas.

Como se contó en estas mismas páginas no hace tanto, las empresas de sondeos electorales siempre tienen la tendencia a ajustar sus datos respecto a los intereses de quien le paga. Los datos concretos, los buenos si lo prefieren, los guardan bajo llave para sus análisis y sondeos post-nueve de la noche del día de las elecciones. A eso súmenle que también los partidos les piden informes y reciben “la verdad”. Esto para las empresas que saben hacer las cosas bien. Quienes no tienen práctica y bases de datos fiables, pues les vale cualquier cosa y lo dan por bueno, errando siempre en el voto oculto.

El voto oculto no es un voto de un indeciso sino de un mentiroso o un vergonzoso (esto se produce cuando “su” partido suele estar en el poder y está recibiendo duras críticas). En estos casos hay mecanismos para encontrar lo oculto si antes se tienen datos de otros sondeos o geográficos que ayudan a entender por dónde camina ese ciudadano. Luego existen encuestadores que utilizan a voluntarios y nada hay tan sencillo como que un partido X (llámese PP en este caso) utiliza a militantes o “amigos” para hacerse voluntarios y arrimar el ascua a su sardina. ¿Por qué haría esto el PP? Muy sencillo, para intentar convencer a ese 20% de indecisos a que cambien su opción (ir o no a votar o votar por uno u otro).

Estas elecciones, mucho más que otras, se van a jugar en las encuestas porque es imposible que los medios de comunicación, más en la deriva actual de desinformación y aparatos de propaganda, puedan ofrecer una visión neutral y racional de todos los gobiernos autonómicos o municipales. Con suerte pueden hacer propaganda de dos o tres grandes, y eso que Andalucía no tiene elecciones autonómicas. Y si se fijan a ello están. Madrid, Barcelona y Valencia están todos los días en los papeles. A ellos se les suma, de vez en cuando y con noticias falsas, Castilla-La Mancha. Entre otras cosas porque le interesa a un financiador de ciertos medios.

El problema es que el desencanto, incluso entre quienes tienen claro qué votar, provoca que ya no se haga caso ni a las encuestas. La duda sobre todas ellas es tan grande (porque se han equivocado y mucho) que su influencia es relativa. Lo cual no empece en que partidos y medios intenten que se juegue bajo ese marco. Tampoco han tenido en cuenta que si se azuza mucho la encuesta y la supuesta derrota de quien hoy es regente, igual se provoca bien un proceso de apoyo extra, bien un proceso de abstención de los propios pues observan que ya está ganado todo. Las encuestas, al menos estas de tiempos electorales, no suelen marcar un efecto band-wagon o subirse al carro ganador. Para ello hay que estar fomentando mucho más tiempo y que, en realidad, las personas asuman que ese partido o personaje está en el buen camino y resulte interesante. Y esto hace mucho tiempo que no sucede.

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