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Las elecciones catalanas más nacionales

Ignacio Martín Granados
Ignacio Martín Granados
Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración, especialidad en “Análisis Político” (UCM), colabora como docente en varios masters sobre comunicación, política, liderazgo, asuntos públicos y marketing político. Es el actual vicepresidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) y también forma parte del Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político (CIGMAP) y la iniciativa ciudadana +Democracia.
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análisis

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Resulta paradójico que, tras la deriva soberanista en la última década de los partidos nacionalistas catalanes, las elecciones celebradas ayer vayan a condicionar más la política a nivel nacional que la propia catalana.

De hecho, la lectura en clave catalanista de los posibles escenarios post 14-F no ofrece grandes sorpresas sobre los potenciales escenarios de gobernabilidad. De un lado, la conjugada en torno al eje territorial con la previsible reedición de un gobierno independentista (sustentando por ERC, Junts per Catalunya, PDeCAT y el apoyo de la CUP, o incluso menos si la aritmética lo permite), siendo la única incógnita qué vía se impondrá: la pragmática o negociadora de ERC o la soberanista y unilateral de Junts. Es la primera vez que ERC lidera el bloque catalanista por lo que puede que nos llevemos alguna sorpresa, sustentada en que su alejamiento de los postulados de Junts han conseguido más apoyo en las urnas.

De otro lado, el eje ideológico o de izquierdas pero que, tras el veto al PSC, en principio invalidaría un posible tripartito del PSC con ERC y En Comú Podem (en una hábil jugada de sectores próximos a Junts para cerrar esta posibilidad a ERC y marcarles la vía soberanista).

No hay más sumas posibles en este nuevo escenario multipartidista fragmentado con más partidos en el arco parlamentario (se pasa del anterior record de siete a nueve). Un hipotético bloque constitucionalista no sumaría los 68 escaños necesarios y cualquier mayoría pasa por ERC. Por tanto, estas son las dos opciones posibles, ya que la tercera vía nos conduce al bloqueo y repetición de las elecciones. Tras cinco citas con las urnas en una década, sin contar con las generales, no creo que los partidos quieran asumir ese coste.

Sin embargo, donde más ricos son los matices, es en el análisis de las consecuencias a nivel nacional  de la voluntad electoral de los catalanes.

Constatado el anunciado descenso de Ciudadanos, en el eje que va desde el centro derecha a la extrema derecha, sólo quedaba esperar si se produciría el sorpasso de Vox al PP y quien sería el partido hegemónico de la derecha en Cataluña. A la vista de los resultados, Ciudadanos y el PP salen muy tocados, debilitando el liderazgo de Inés Arrimadas y  Pablo Casado, y seguramente influirá en su comportamiento y estrategias a nivel nacional.

Para el PSOE, el ‘efecto Illa’ no ha sido suficiente para tener opciones de gobernar, pero obtiene sus mejores resultados desde el 2006 y casi duplica su anterior número de escaños, confirma la apuesta de Pedro Sánchez (hace tres meses el PSC no estaba en ninguna quiniela) y consolida un apoyo muy importante para las próximas elecciones generales que será necesario para mejorar su número de diputados y no tener que depender de tantos apoyos.

Pero donde más se podrán percibir estos resultados es en el ámbito del gobierno nacional. Por un lado, todo lo que no sea mejorar sus diputados para En Comú Podem, es debilitar la postura de Pablo Iglesias en el gobierno y, por tanto, determinar en la estrategia de Podemos en su relación con el PSOE y dentro del Ejecutivo a la hora de capitalizar su participación. Y, por otra parte, si ERC seguirá manteniendo sus apoyos puntuales al PSOE, aunque antes deberá despejarse la incógnita de la gobernalidad, por lo que suceda en la Generalitat puede tener su contraprestación en la Moncloa y viceversa.

Por tanto, estas elecciones constatan que Cataluña sigue instalada en dos bloques férreos. El independentismo parece tener una nueva oportunidad, aunque tiene que decidir si quiere más ‘procés’ o ir más lento y de forma negociada. Lo que sí parece más claro es que esta cita con las urnas en Cataluña tendrá importantes efectos colaterales más allá del Parlament y el Palau de la Generalitat. Y es que nunca unas elecciones catalanas fueron más nacionales.

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