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“Las cosas que no he escrito están mejor no escritas”

Elvira Lindo presenta en ‘A corazón abierto’ a sus padres en un ‘tour de force’ literario que consigue emocionar y admirar por la robustez de un proyecto narrativo no exento de complicaciones solventadas con elegancia y maestría

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análisis

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La publicación de su gran novela, de esa que marca un antes y un después en la vida profesional de cualquier escritor, ha llegado casi al unísono que una crisis sanitaria mundial sin precedentes. Lejos de amilanarse, Elvira Lindo (Cádiz, 1962) ha tirado para adelante con arrojo y determinación. Los protagonistas de su historia, sus propios padres, se lo merecen. Porque este A corazón abierto (Seix Barral) es mucho más que un sincero y hondo homenaje a sus progenitores. Es la constatación de que la ‘madre’ de Manolito Gafotas ha parido una novela mayúscula, de referencia en este universo cada vez más poblado de la autoficción y la literatura de duelo, donde lo difícil no es entrar a formar parte de él sino perdurar en el tiempo. Voy con el resto a que ella lo conseguirá más pronto que tarde.


Sus padres convertidos en personajes literarios. ¿Cuándo tomó conciencia por primera vez de que Antonio y Manuel serían algún día los protagonistas de un libro escrito por su hija Elvira?

Fue una decisión muy lenta. Yo tenía la idea de escribir un libro más convencional de recuerdos de mis padres siguiendo un orden cronológico. Pero de pronto supe que ellos se merecían más, que había que impregnar todo el relato de los elementos literarios de la ficción aunque lo que se cuente sea verdad. Así que decidí narrar cada historia que compone el puzle argumental en presente y que yo sería la narradora, pero en cada una de las edades en que sucede cada capítulo. Cuando tuve la idea de multiplicarme en varias, la niña, el espíritu de la infancia, la adolescente, la joven, la mujer madura, tuve la sensación de haber encontrado la esencia del libro. Sin esta forma de narrar la novela no sería lo que ahora es.

Una premisa de la que parte para escribir este libro biográfico novelado es la de ser fiel a los hechos y, sobre todo, a sí misma. Es decir, escribir “a corazón abierto”. ¿Siente que lo ha logrado?

La sensación que he tenido es de que no podía haberlo hecho de otra manera, que encontré el estilo apropiado para la narración. Esto es lo más difícil cuando escribes una historia: encontrar el punto de vista y el tono. En cuanto a escribir la verdad… He procurado ser absolutamente fiel al carácter de mis padres, respetarlos en su soberana forma de ser, no desvirtuarlos en función de lo que yo pienso ahora o juzgarlos con los parámetros del presente. Me parece que eso es lo que les da la autenticidad que tienen. No les he corregido, por así decirlo.

“Cuando tuve la idea de multiplicarme en varias, la niña, el espíritu de la infancia, la adolescente, la joven, la mujer madura, tuve la sensación de haber encontrado la esencia del libro”

¿En qué detalles puede percibir el lector que en su escritura ha actuado, ante todo, con una sinceridad a prueba de bomba?

Bueno, escribo sobre mí misma con mucha ironía, sin preocuparme de la imagen que el lector pueda hacerse de mí. Esas son las partes más humorísticas del libro, que alivian por otra parte los momentos trágicos. Yo me divertía mucho entrando en mi mente infantil o adolescente y dejando que se expresara sin filtro.

Pese a todo, cualquier escritor que decide hurgar en su pasado familiar y exponerlo en la plaza pública se deja en la gatera secretos inconfesables. ¿Ha sido el caso de su A corazón abierto por muy nimio que sea el caso concreto?

Renuncié a un capítulo en concreto pero lo hice porque no estaba convencida de que aportara algo esencial. Mi marido, que es mi primer lector, estuvo de acuerdo. Las cosas que no he escrito están mejor no escritas. Ya llegará el momento de volver sobre algunas historias que hoy no sabría expresar.

“La ficción ha perdido la vieja intención de contar el mundo”

¿A qué cree que obedece esta tendencia ya generalizada de una corriente de escritores y libros que abordan obras de carácter biográfico o autobiográfico con un componente familiar decisivo en su trama?

Esa tendencia siempre ha existido en la literatura. Yo tengo una estantería dedicada a memorias, diarios, recuerdos… Lo que ocurre es que ahora mezclamos géneros y eso genera debates y teorías literarias. Pero son muchos los escritores que han escrito sobre su infancia.

¿Triunfan estos libros cada vez más entre los lectores, más que por imperativo editorial, por afán de curiosidad del lector y también muy por encima del deseo de confesión del autor?

Triunfan  porque, es una opinión muy personal, la ficción ha perdido la vieja intención de contar el mundo y se pierde por terrenos más experimentales y más faltos de argumento. Así que el lector busca el argumento de la vida en estos géneros híbridos.

¿Conocía suficientemente a sus padres ya desde su infancia o la escritura de esta obra le ha permitido adentrarse en vericuetos que le han hecho descubrir a unos nuevos progenitores después de tanto tiempo transcurrido?

Observé a mis padres siempre, desde que tuve uso de razón, con mucha curiosidad. Ellos eran atractivos y egocéntricos, cada uno a su manera. El narrarlos, el convertirlos en personajes me ha permitido comprenderlos. Me he sentido muy arropada, muy protegida en su mundo. Me ha costado salir de él.

¿Los miraba con los mismos ojos de niña que de adolescente, o ya de adulta? ¿han evolucionado bien al paso de sus años?

La mirada ha ido evolucionando como deja patente el libro. En cada edad miré a mis padres de una manera. Ahora he vuelto a admirarlos como cuando era niña.

“Ahora he vuelto a admirar a mis padres como cuando era niña”

Padre bravucón y madre de corazón frágil. ¿Por qué los seres antagónicos en apariencia se atraen con tanta frecuencia? ¿es condición sine qua non para el equilibrio y mantenimiento de la especie?

Ambos, cada uno a su manera, eran muy apasionados. Mi madre al ser más frágil llevaba las de perder. Por un lado, está la atracción real que sintieron: el hombretón que atraía a mi madre; la mujer sensible y dulce que atraía a mi padre. Por otro, los condicionamientos de la época, que convertía al hombre en dueño y señor de la vida de una mujer. Es difícil para mí imaginar cómo hubiera sido su relación si comenzara ahora. Conozco muy bien sus personalidades, pero la personalidad se ve influida por la cultura del momento. Mi madre hubiera sido una mujer vulnerable pero habría estudiado, habría trabajado, y eso le hubiera dado armas para tomar decisiones por su cuenta. Pero estoy convencida de que se hubieran atraído de igual manera. Se deseaban mucho y eso salta a la vista en fotos y cartas.

Y para terminar, una pregunta que nunca debe hacérsele a un niño: ¿a quién quiso más, a su padre o a su madre?

Le respondo con sinceridad: a los dos. Mi padre murió de viejo y pude conocerle más y compartir con él mi vida adulta. Pero mi madre me dejó mucha huella. Los dos me quisieron mucho. ¿Sabe por qué puedo comprenderlos a pesar de que a veces actuaran con egoísmo o arbitrariedad? Porque fui una niña muy querida. Ese es el tesoro que me permite hacer frente a la parte dramática de la vida.

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1 COMENTARIO

  1. Y si no hubiera usted escrito nada estaría mejor, eso sí, dejaría de ser una becada del grupo Prisa.

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