A medida que pasa el tiempo, Albert Rivera va tomando conciencia de que no es el brillante jefe de la oposición que él creía. Los sueños sueños son, como decía Calderón, y las matemáticas de las urnas no engañan: imponen su dictadura y no dan para más. Ciudadanos ni ha dado el sorpasso al PP, ni ha arrasado en las elecciones y mucho menos ha conseguido desbancar del poder al PSOE. La formación naranja es lo que es, un partido que tuvo su momento, una moda pasajera de poscrisis que como una píldora efervescente va diluyéndose lentamente al contacto con el agua.

El baño de realidad ha sido tal que Rivera −forzado por la situación precaria de votos que sufre su partido y seguramente por las empresas del Íbex 35, que le están presionando para que pacte con el PSOE cuanto antes− sopesa romper el cordón sanitario que le colgó a Sánchez durante la campaña electoral por dialogar con los independentistas catalanes. Ese sería el paso previo para cerrar acuerdos de gobernación con los socialistas en comunidades autónomas, ciudades y pueblos.

En cierta manera, a Rivera no le queda otra salida que mantener trato político con el PSOE si quiere ser un partido con sentido y responsabilidad de Estado, una bisagra útil, y no caer en la atracción fatal de los franquistas de Vox. El presidente del Gobierno le ha lanzado un mensaje muy claro al líder naranja: “Lo que no se entiende en Europa es que un partido que se autodefine como liberal se apoye en la ultraderecha para conformar gobiernos”.

Es decir, el objetivo y el deber último de todo partido que aspira a ser una formación provechosa para la sociedad y no una mera pasarela de políticos jóvenes y guapos es garantizar la estabilidad de las instituciones, dejando gobernar al PSOE en aquellos lugares donde ganó las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Ciudadanos tiene la obligación política y moral de permitir la gobernabilidad de los socialistas en Madrid, Castilla y León, Murcia y Aragón, por ejemplo.

Sin embargo, el comité de pactos anunciado por Inés Arrimadas y puesto en marcha por la formación naranja tras la jornada electoral del pasado domingo no parece augurar nada bueno para Sánchez. El secretario general, José Manuel Villegas, tiene claro que “lo normal es llegar a acuerdos con el PP” y ha puesto una serie de condiciones que más que condiciones son cláusulas abusivas de esas que suelen colocar los bancos a sus sufridos clientes. De entrada, Ciudadanos pretende que los barones “renieguen” del “sanchismo” y de sus políticas territoriales, que a juicio de Rivera y los suyos buscan liquidar España. Este requisito, además de leonino, es surrealista, ya que ningún barón en su sano juicio va a atreverse a plantarle cara al secretario general del PSOE, y mucho menos ahora que está más fuerte y consolidado en el liderazgo que nunca. Ángel Gabilondo, a quien Ciudadanos ya ha vetado, es sanchista, al igual que el castellano leonés Luis Tudanca y el murciano Diego Conesa. En cuanto al aragonés Javier Lambán, si bien es cierto que se ha mostrado crítico con la política territorial del presidente del Gobierno y en contra del diálogo con las formaciones independentistas parece difícil que decida tensar la cuerda hasta el punto de provocar un cisma con Ferraz. De modo que el plan de Rivera no solo es estéril, sino pueril. Ningún dirigente socialista va a aceptar enfrentarse con Sánchez para darle satisfacción a Ciudadanos. Es algo completamente absurdo.

Pero además, Villegas exige al Gobierno que imponga el artículo 155 de la Constitución en Cataluña, otra utopía en estos momentos, ya que la situación no es ni de lejos la misma que hace dos años, cuando el ‘procés’ estaba en plena ebullición y suponía una grave amenaza para la estabilidad del país. Hoy las aguas se han calmado y las partes en conflicto buscan salidas negociadas.

“Cuando tengamos un acuerdo, vamos a pedir una coherencia con la unión e igualdad de todos los españoles, eso va a implicar renegar de las políticas de Sánchez de pacto con los populistas y los separatistas”, ha asegurado Villegas, que por ese camino terminará exigiendo al presidente del Gobierno que reniegue de sí mismo si quiere algo con Cs.

De momento, y para curarse en salud, Ciudadanos ya ha dicho que decidirá “caso por caso”, es decir, comunidad a comunidad y municipio a municipio. Para ello se crearán comisiones territoriales en aquellos lugares donde los naranjas tengan la llave de Gobierno. Y siempre bajo el estrecho control y supervisión de la comisión nacional, es decir del jefe Rivera. Los contactos con socialistas y populares ya han comenzado y no sería de extrañar que los primeros pactos estén al caer, también con el mefistofélico PSOE de Sánchez. Al fin y al cabo lo que quiere todo partido es tocar poder y mucho nos tememos que la panoplia de exigencias y condiciones severas que el líder de Ciudadanos ha puesto al sanchismo es más un brindis al sol que otra cosa.

2 COMENTARIOS

  1. El veleta dice que es el de la oposición y del centro y en que, Quedamos casado no quedó el segundo. Y entonces el segundo es ahora el tercero y el pp dicen que son del centro, Entonces hay dos partidos del centro y dos oposiciones uno con 57 escaños otro con 66 lodos proclaman ser el segundo raro raro raro

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