Las condiciones de Rusia

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La semana pasada se hacía público un cambio de guión en el respaldo internacional del presidente Zelenskiy.

Los líderes europeos se reunían en Versalles, Francia, en una cumbre informal organizada por Francia, a quien le toca, por turno, presidir el Consejo de la UE.

Así que en esta reunión, Emmanuel Macron hablaba como anfitrión y presidente francés, pero sobre todo, como voz del Consejo. Y cuando apareció preguntándose si se podía abrir hoy un procedimiento con un país en guerra, para responderse que no, que hay que tener cuidado porque es un país en guerra, a Zelenskiy se le debió congelar la sangre.

Ese mismo día Borrell había tenido a bien deleitarnos con su propuesta contra los rusos: que cortemos el gas de nuestras casas para demostrarle que no queremos nada suyo. Evidentemente en España estábamos con el foco puesto en esto y cuando salió la noticia sobre el portazo del Consejo a Ucrania, ya era tarde como para tener el impacto que la importancia del hecho merece. Porque es una información de gran relevancia: para Ucrania, porque se rompe uno de los motivos que sustentaban su lucha; para Rusia porque esta decisión deja de tensar la cuerda y permite puntos de entendimiento; pero para Europa también. Específicamente además para su presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen, que hacía un par de semanas aseguraba que Ucrania entraría a formar parte de la UE. Inmediatamente un portavoz tuvo que salir a matizar sus palabras, recordando que el procedimiento de adhesión ha de cumplir el procedimiento legalmente establecido. Macron, en nombre del Consejo, dejó plantada a Úrsula.

Mientras tanto, en paralelo, allí donde se dicen cosas que no nos cuentan aquí, el ministerio de Defensa ruso denunciaba haber encontrado, mediante sus tropas militares enviadas en «misión especial», laboratorios bacteriológicos con financiación de Estados Unidos y participación militar. El gobierno Chino apareció en escena para pedir pública y oficialmente información detallada sobre los más de 300 laboratorios que la administración norteamericana tiene instalados en más de 30 países del mundo, y que expliquen exactamente en qué consisten los experimentos con participación militar que están desarrollando. Especialmente sobre virus peligrosos. Se llegó a exigir una reunión especial al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para abordar esta cuestión. Se celebró el pasado viernes.

Pero de eso poco o prácticamente nada se ha dicho en nuestras noticias diarias. Aquí estábamos escuchando en esos momentos al presidente del gobierno compareciendo en el Congreso para justificar todos nuestros males en la culpa de Putin. Especialmente el elevado coste del gas y de la electricidad. Su relato, que iba de la mano con el de Borrell, encendió los ánimos. Al día siguiente, Borrell apareció de nuevo para explicar que sus declaraciones sobre cortar el gas no iban dirigidas a los españoles, porque nosotros prácticamente no consumimos gas de Rusia. Se supone que pretendía arreglar lo que había enredado anteriormente, pero lo cierto es que se llevó por delante el discurso de Pedro Sánchez.

Pero eso no fue lo único que dijo Borrell la semana pasada. De hecho, no fue lo más importante. Casi colado por debajo de la puerta en el último minuto aparecen unas declaraciones del comisario responsable de la diplomacia y relaciones exteriores de la UE: el jarro de agua fría a Zelenskiy. Reconoce Borrell que occidente se ha equivocado prometiéndole a Ucrania y a Georgia su entrada en la OTAN. Segundo jarro tras el de Macron.

Mientras tanto, Estados Unidos desmiente rotundamente que su participación en los laboratorios bacteriológicos tuviera mayor implicación que la mera ayuda para seguridad. Ante el riesgo de un posible ataque militar, consideraban que era importante garantizar la protección de los laboratorios. Sobre la peligrosidad de los mismos fue la OMS quien habló, a través de Reuters, confirmando la existencia de los laboratorios, la participación en ellos de la UE y de la OMS y la advertencia de eliminar el material peligroso que hubiera en ellos ante el peligro de agresión y accidente de escape de los virus.

El conflicto continúa y los bombardeos y movimientos de tropas se precipitan, al tiempo que cientos de miles de personas salen del país en busca de refugio.

Donestk, en la región del Donbas, sufre un ataque que se cobra la vida de varios civiles (entre ellos niños) en plena calle, a la luz del día, en plena ciudad. El origen de los ataques era el ejército ucraniano. Las personas agredidas eran civiles, no era un puesto militar ruso. Aquí prácticamente no se ha informado de ello.

Como no se ha informado de lo que ha venido sucediendo los últimos ocho años, especialmente en la región del Donbás, donde se ha reprimido a los territorios autoproclamados independientes mediante referendums con altísima participación y una incontestable victoria de la opción independentista. Se ha prohibido hablar ruso, se ha permitido la violencia extrema en las calles, aniquilando a gente de manera continua. Se ha llegado a quemar viva a población civil por parte de grupos ultra nazis que han tenido carta blanca para arrasar en la zona por ser «pro rusos separatistas».

Querer entender lo que está pasando necesita querer entender lo que ha pasado hasta ahora. Y ni lo que sucede en estos momentos es sencillo de analizar, pues intervienes múltiples intereses, tampoco lo es intentar estudiar los hechos que han desembocado aquí.

La independencia de la región del Donbás es un hecho que sin duda ha marcado, y mucho, una razón para la tensión en la zona, pero también en la región. Unos hechos que se producen después del Maidán. Un capítulo del que aquí tampoco se conoce mucho y que no puede ser pasado por alto. Porque lo que ha sucedido en Ucrania desde 2014 tiene que ser conocido para al menos saber que ahora mismo estamos viviendo las consecuencias de todo aquello. Y en mi opinión, se han hecho muchas cosas y muy mal hechas. Especialmente por parte de Europa: por su silencio, por su complicidad y por su interés.

La suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio entre Ucrania y la Unión Europea fue considerada la razón por la que la gente salió a las calles. Meses de protestas derivaron en injerencias externas y muertes de manifestantes desembocando en un derrocamiento del gobierno existente, presidido por Yanukóvich. Los manifestantes tomaron las instituciones gubernamentales, incluida la residencia del presidente, quien tuvo que abandonar el país.

Inmediatamente en ese momento, la Rada Suprema votó por la abolición de la ley sobre las lenguas de las minorías. Esta ley establecía que en los territorios donde al menos un 10% de la población hablase un idioma, éste podría adquirir el rango de lengua cooficial. No salió adelante porque el presidente en funciones, Oleksandr Turchínov, se negó a firmarlo. Lo que hizo fue introducir una ley para abolir el uso oficial de toda lengua distinta al ucraniano.

La tensión en el país que dejó el Maidán, o como se suele llamar, «Euromaidán», no dejaba de aumentar. Y llegó Crimea. Un proceso hacia la independencia que acumulaba atención exterior, siendo condenado por Estados Unidos y Europa, al tiempo que se respaldaba desde Rusia. Referendum, votación en el Parlamento por una amplia mayoría fueron el resultado de la ecuación. Reconocidos e integrados en la Federación Rusa, desde 2015 dejaron de formar parte administrativa, política y socialmente de Ucrania. Se convalidó por el Tribunal Constitucional de Rusia y se otorgaron los mismos derechos a los ciudadanos de Crimea que a todos los rusos. Los soldados de Crimea se integraron en las tropas rusas.

El Consejo de Seguridad de Ucrania sacó sus tropas de Crimea. Se cambió el uso horario para alinearlo con Moscú. Y se creó una unidad militar suplementaria ante la amenaza externa. Sus procesos electorales se consideraron ilegítimos por parte de la UE. Ucrania pasó a considerarlo «territorio de ocupación temporal» sin reconocer en ningún momento su independencia.

Sirvan unas pinceladas para mostrar muy por encima partes de la historia reciente que evidencian la necesidad de estabilizar la zona. Por sus ciudadanos en primer lugar, pero también porque supone una tensión que llega a plantear conflictos a nivel mundial. Es necesario, por el bien de todos, prestar toda la atención a la historia reciente de Ucrania. No por cuestiones ideológicas, por filias o fobias. Sino por nuestra propia supervivencia. Viendo lo visto, estamos viendo las iras de grandes potencias que no parecen tener reparos en llegar hasta el final. Y el final también nos afecta.

Por eso considero importante hacer un ejercicio de estudio, de prudencia, de análisis y de protesta ante todo lo que suponga una escalada en el conflicto. Se trata de evitar una guerra, una gran guerra.

Y desde este punto de vista, es imprescindible escuchar cuáles son las condiciones puestas sobre la mesa para que esto pare.

Rusia pide que Ucrania no se integre en la OTAN. Es comprensible y lógico. Se trata, en definitiva, de cumplir los acuerdos a los que se llegó con la caída del telón de acero. Se han venido incumpliendo sistemáticamente, al igual que los recientes acuerdos de Minsk sobre la situación del este de Ucrania.

Este punto parece que ya ha sido aceptado, puesto que las declaraciones públicas de Borrell así lo anunciaban, y ayer Zelenskiy reconoció públicamente darse por enterado y hacerle entender a Ucrania que no entrarían en la OTAN.

Pone también sobre la mesa Rusia la necesidad de reconocer a Crimea como territorio de la Federación Rusa. Es comprensible, pues es una región que históricamente ha tenido una historia vinculada a Rusia y a la vista están los resultados de sus consultas populares e institucionales. No es descabellado terminar con el conflicto en esta zona. Como igualmente es importante que la vida pueda ser normal en el Donbás, donde deben terminarse las represiones, las agresiones y el asedio de la población del territorio. Reconocer su independencia podría ser otro foco que eliminaría mucha tensión. Y sobre todo, mejoraría la vida de las gentes que allí intentan sobrevivir.

La eliminación de perfiles nazis en las tropas es otro de los puntos que Rusia plantea, así como los grupos nazis presentes en Ucrania. Una exigencia que viene establecida por el aumento de la presencia de grupos neonazis que han apoyado las posturas nacionalistas ucranianas, fomentando odio y desestabilizando la convivencia, siempre con la connivencia del gobierno ucraniano que ha llegado incluso a otorgar la medalla de héroe nacional a Bandera.

Se trata en definitiva de propuestas que no parecen del todo inasumibles. Son razonables atendiendo a la historia y supondrían un fin del fuego abierto, una posibilidad de mejora para los habitantes de las zonas del este y de Crimea y una resolución de un conflicto internacional que todos deberíamos querer.

1 COMENTARIO

  1. Gracias por el articulo,Sra,Beatriz Talegon.
    Dios,hasta que punto de lavado de cerebro hemos llegado que vemos como «normal» que los EEUU metan sus narices en todo el planeta,no solo sus narices,sino su armamento de guerra,sus bombardeos,sus genocidios,sus apoyos a golpes de estado fascistas todos,vemos como «un santo»incluso a JFK y si miramos su historial,este «santo»tuvo mucho que ver con la guerra de Vietnam y fue quien invadio Cuba.
    Mientras tanto,si alguien le planta cara a EEUU,es el malo malisimo monstruo,me viene a la memoria Fidel,Chavez,Sadam,Gadafi,Kim jom un,Al Asad…y ahora es Putim..¿quien sera mañana?
    Algun periodista deberia de dar por capitulos todas las invasiones a otros paises que ha hecho EEUU y recordarnos machaconamente que a dia de hoy es EEUU el unico pais que ha tirado la bomba atomica sobre otro pais,no una vez,sino por dos veces.

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