Ayer conocíamos la decisión de Netanyahu, primer ministro de Israel, de levantar el pie del acelerador sobre una reforma legal que ha sacado a los manifestantes a las calles, ha costado el puesto al ministro de Defensa y ha generado una serie de dimisiones en cascada desde el pasado fin de semana.
La coalición que gobierna Israel, de extrema derecha (formado por una coalición de ultranacionalistas y ultra judíos), había puesto en marcha una reforma de la ley que supondría, según se ha denunciado, «un debilitamiento del sistema judicial» y «daría casi todo el poder al ejecutivo».
El parlamento, la Knéset, conseguiría, si saliera adelante esta nueva ley, un control casi ilimitado de las iniciativas en caso de gobiernos con mayoría absoluta, como sucede en este momento.
El actual gobierno considera al Tribunal Supremo un tribunal «de izquierdas», que interviene demasiado en cuestiones de carácter legislativo y en cuestiones, que según el actual gobierno, son del ámbito meramente del Ejecutivo. Sirva como ejemplo, como señala France24, lo que sucedió en julio de 2021, cuando el Tribunal Supremo ordenó modificar la legislación relativa a la gestación subrogada, en el sentido de que cualquier persona en Israel tuviera embarazos subrogados, incluyendo a hombres solteros y a personas transexuales.
Como contraposición, el actual gobierno lo que pretende es limitar al máximo los poderes del Tribunal Supremo, y por ende, de la Justicia de Israel. Y lo han abordado a través de un proceso de reforma legislativo de urgencia, donde se incorporan distintos proyectos de ley, que para ser aprobados deben someterse a tres votaciones en el pleno parlamentario y después, pasar por el filtro del Comité Constitucional.
Giro en la postura de Netanyahu
Llama la atención el giro de postura de Netanyahu, que siempre defendió que la Justicia fuera independiente y pudiera así mantener vigilado al poder legislativo ante posibles normas de carácter extremo. Sin embargo, al abrirse contra él un proceso penal que le investiga por presunta comisión de corrupción, su postura ha cambiado.
Los tres proyectos de la reforma
Son tres los proyectos legislativos que integran los pilares fundamentales de la reforma que se quiere abordar.
- – Modificación del comité de selección de jueces: hasta ahora requiere de un consenso entre la rama judicial y la política para nombrar a los magistrados del Supremo y de todos los magistrados de Israel. La reforma pretende que el Gobierno domine los nombramientos, necesitando una mayoría simple para la elección de los jueces.
- – Reducción de la potestad de la Corte Suprema: con la modificación, el Tribunal Supremo no podría tumbar las leyes básicas. Son las normas fundamentales que imperan ante la falta de la Constitución. Además, el Supremo solamente podría impugnar leyes regulares (las demás), en caso de que choquen con algún derecho que esté consagrado en las leyes básicas, y siempre y cuando tenga el respaldo de 12 de los 15 jueces (en lugar de la mayoría simple que impera hasta ahora).
- – Cláusula de anulación: permite a la Knéset promulgar leyes que habían sido impugnadas previamente por la Corte Suprema, siempre y cuando tengan el respaldo de, al menos, 61 diputados.
También se prevé que el Supremo ya no pueda inhabilitar a ministros del Gobierno, o revisar planes del Gobierno.
