Está en todas partes, en boca de todos, en el pensamiento de prácticamente toda la gente que conozco. Es impresionante.
El lunes 27 de junio había quedado con Luis Alberto de Cuenca, una cita el cruce en la que le acompañé a una presentación literaria, y ya salíamos los dos, para pasear y charlar tranquilamente mientras caminábamos hacia su casa, cuando prácticamente lo primero que me preguntó fue:
-¿A ti te gusta el tenis?
-Claro, mi colega Tigre Manjatan está escribiendo ahora sobre tenis en Diario 16, en una sección que se llama Match Point, y me ha dicho que cuando quiera puedo puedo apuntarme.
Entonces, sin más dilación, Luis Alberto -acercando su cabeza hacia la mía con gesto cómplice y un entusiasmo adolescente y feliz- me dijo que CARLOS ALCARAZ, Carlitos , Charlie , el superhéroe del Palmar , había conseguido derrotar en cinco sets a su primer rival en Wimbledon: Struff, Jan Lennard Struff. Y que el partido había estado reñidísimo.
Por supuesto pensaba ver el partido cuando llegase a casa, lo había dejado grabando, pero Luis Alberto de Cuenca es un tipo tan maravilloso, un amigo tan del alma, amén de inmejorable narrador oral, que un spoiler suyo vale más que enterarse en directo de nada. Él estaba feliz por el triunfo de Alcaraz y me transmitió y contagió a mí esa felicidad.
Me pareció significativo, que dos literatos como nosotros nos pusiéramos a hablar de tenis casi antes que de ninguna otra cosa. Y pienso es una fiebre que recorre de punta a punta toda la ciudad de Madrid, Mad Madrid , y presumo que de España entera.
TODO EL MUNDO ESTÁ CON ALCARAZ, con su juventud y su alegría de vivir que nos ayuda a escapar de la resaca de los tres años malditos desde que comenzó la pandemia.
Naturalmente vi luego el partido en diferido, y aunque sabía el resultado seguía pareciéndome imposible que en determinados momentos Carlos Alcaraz pudiese ganar al animal que tenía enfrente, con un saque que parecía lo más brutal del mundo, hasta que Carlos se puso a sacar igual y consiguió muchos más aces que el alemán.
Carlos Alcaraz: sólido mentalmente: como una roca, con una velocidad y una forma física envidiables, y también con una imaginación para jugar al tenis portentosa; es una maravilla verlo.
Pero también y sobre todo es sonrisa y alegría: esa levedad de niño feliz que está jugando a lo que más le gusta y que se le escapa al menor pretexto contagiándonos a todos, a todos los españoles… y a todos los espectadores del mundo.
Le agradecemos esa sonrisa. Ojalá que llegue muy arriba en este su primer Wimbledon.
Baraka, don Carlos. Y las tres CES , como le predicaba su abuelo.
( Mecanografía: MDFL)
