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La zapatilla

Fernando Martos
Fernando Martos
Zamora 1959. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Narrador Oral. En la actualidad dirige la actividad de animación a la lectura del Centro Coordinador de Bibiotecas de Zamora en la que visita una treintena de Centros Públicos de Primaria y Secundaria donde realiza actividades con los jóvenes y niños. Labor que obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura LIBER 2005, Premio Pep Sempere 2007 de la Asociación de Maestros y Profesionales de Arenas de San Pedro y Premio Innovación Bibliotecas Móviles 2009 ACLEBIM. Director pedagógico de la experiencia sobre traducción explicada a los niños, dirigida por Mercedes Corral, "La aventura de Traducir" para el Instituto Cervantes. Como poeta incluido en varias antologías "Todos de etiqueta" la más importante. Tres libros de literatura infantil: "A galope tendido" "Las tres hijas" "Llámame Luna" (traducida al vasco). Colaborador en prensa, radio con programación estable. Miembro del Seminario Permanente Claudio Rodríguez. Miembro Activo políticamente en asociaciones y grupos siempre en la defensa de un mundo rural que desaparece (Grupo de Coordinación de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública en Zamora, fue portavoz del Frente Cívico, hoy portavoz de Podemos Zamora y con responsabilidad en el grupo Rural de Castilla y León). Dirije talleres literarios (ahora para jóvenes, hace unos años con Jesús Ferrero uno para adultos). Y desde hace más de un año colabora con el Día de Zamora donde publica una columna semanal político-social. Ha trabajado en la Formación del Profesorado (cuando aún había esperanza).
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análisis

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Es muy duro decirle a un alumno que entra en clase con el pelo esculpido y zapatillas de marca que lo que uno es en realidad poco o nada tiene que ver con lo invertido en el atuendo: que él y sus zapatillas son una abstracción y que lo concreto es lo que uno hace o de qué se hace. Más difícil lo es cuando ayer comió con sus padres viendo ese programa donde a una o uno, afligido por todos los males de la sociedad y forrado de complejos, le cambian de pelo y ropa y se convierte en el superador de todas las angustias. Para qué se mató Freud en escribir volúmenes si la solución es un cambio de imagen. Es muy difícil también acertar en el tono con estos chicos adolescentes, porque no eres Sócrates sino una anécdota en su vida. Quien haya leído Matilda de Roald Dahl, en la peli no sale, recordará los consejos que el autor da sobre cómo exponer las notas de los alumnos a sus padres: «Los saltamontes, curiosamente, tienen los órganos auditivos a ambos lados del abdomen. Su hija Vanessa, a juzgar por lo que ha aprendido este curso, no tiene órganos auditivos».

La escuela es un reflejo de la sociedad. Les aseguro que un día en un aula es un día en el país. Por eso es muy duro y frustrante intentar advertir que tras los muchos productos que consumimos, lo concreto no es la zapatilla sino cómo y quién la ha fabricado, la contaminación de los materiales, la mano de obra infantil, el derroche que supone la publicidad para imponer una u otra marca que nada dice del cómo está hecha la zapatilla sino la personalidad que uno adquiere cuando la calza. Cuesta entender de igual modo los noticiarios empeñados en que la zapatilla marca Ley sea la que calcemos sin cuestionar quién la hizo y cómo se hizo. Los espacios “televotivos” sacralizan zapatillas y quien no las calce no es de los nuestros. En la escuela quien no tiene zapatilla de marca lo esconde. Hay clases en clase. Los niños se insultan, y marginan al torpe o al pobre, pero ya antes del “proces” y antes de Zapatero. En el Parlamento también, lo de Labordeta no fue un mal día, sino los insultos que colmaron los vasos, así son de niños sus señorías. Por eso este país quiere que se enseñe en la escuela todo lo que no se enseña en casa y que se apruebe en el parlamento todo lo que no se va a cumplir en la vida. Escuela y País, son lo mismo.

Y como dije, uno no es Sócrates. Cómo hacerles ver lo pernicioso que es que, al principio del último “Salvados”, se compare la redistribución de la riqueza que hizo Chaves desprivatizando los beneficios del petróleo con el clientelismo político. O el minuto concedido a las mentiras de un senador, en un “televotivo”, sobre Venezuela, y sólo al final se oye, de refilón entre fundidos, que las acusaciones no aportaron ninguna prueba. Cómo decirle a un niño, que no tiene libros en casa, que no lee y por ello se encuentra en la precariedad. Cómo decirle a otro, que sus padres no tienen trabajo, que por qué no terminó el mural bien coloreado y por eso es un mal emprendedor. Cómo le dice un anuncio, a un niño, que por no llevar galletas “avitaminadas” al recreo, sus padres no se preocupan de su salud.

País y Escuela, tal para cual. «Los saltamontes, curiosamente, tienen los órganos auditivos a ambos lados del abdomen. Paisanos, a juzgar por lo que ha llevado a cabo este curso su gobierno, está claro que no tiene órganos auditivos…ni corazón».

 

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