Clara Serra Sánchez fue elegida en 2014 Responsable del Área de Mujer e Igualdad del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos. Su trayectoria ha estado marcada por la lucha por los derechos de la mujer y por la igualdad de género. Profesora de secundaria y bachillerato.

 


 

Las mujeres siguen siendo asesinadas y la percepción ciudadana es que el problema de la violencia machista va a peor, ¿qué está fallando?

Hemos hecho leyes que eran papel mojado porque no iban acompañadas de recursos para que realmente fueran eficaces y hay cosas en las leyes que ni siquiera han llegado a existir. A partir de la reforma del artículo 135 los presupuestos destinados a igualdad bajaron drásticamente y las partidas destinadas a violencia se redujeron muchísimo hasta llegar a la mitad. No tenemos herramientas eficaces en términos de judiciales material. En España las políticas de austeridad no sólo han hecho que las leyes de violencia y los mecanismos jurídicos no puedan actuar sobre la realidad, sino que además que las condiciones de las mujeres son peores y en una crisis que ha tenido rostro de mujer y que ha afectado a las mujeres ha provocado que muchas más mujeres tengan dependencia económica de sus parejas. Esto tiene un efecto enorme en las condiciones en las que la mujer tiene de poner libremente una denuncia.

 

¿La dependencia económica es la principal causa de que las víctimas no denuncien?

Muchas mujeres no están en una condición material de poder denunciar a su agresor. Por eso, una de las cosas que hemos dicho en Podemos, hay que enfocar el problema en esa dirección, no tanto en el de hacer a las mujeres responsables de que denuncien o no, no tanto hacer campañas que digan hay salida, denuncia, como si el hecho de permanecer en una relación violenta dependiera sólo de la mujer, sino un poco preguntarnos desde las políticas públicas si la mujer tiene las condiciones para dar el paso de la denuncia.

preguntarnos desde las políticas públicas si la mujer tiene las condiciones para dar el paso de la denuncia

En este tema la vivienda es fundamental. Muchas mujeres no ponen denuncia porque no tienen un lugar donde ir, otras porque tienen a su cargo a personas dependientes, no sólo hijos, porque si pones una denuncia y vas a un centro de acogida no sabes qué pasa con esas personas dependientes. El tema de la vivienda es fundamental porque ahora mismo hay recursos de acogida de urgencia, puedes irte a una casa de acogida con hijos menores pero a partir de cierta edad ya no los puedes llevar contigo. Poder tener vivienda pública, acceso prioritario a vivienda pública, es fundamental para cuando tus hijos tienen determinada edad, o vas con personas mayores u otras situaciones.

 

Pero la denuncia es la que inicia todo el proceso de protección…

Las leyes están enfocadas desde una perspectiva que hace, y creemos que es una mala perspectiva, que todo esté enfocado a la denuncia. Cualquier ayuda a una víctima se desencadena a partir de que ella pone una denuncia. Es un mal enfoque, primero, porque las instituciones tienen que garantizar los derechos de la mujer porque sí, porque los tiene no porque los tenga que pedir. Segundo, porque muchas veces las mujeres necesitan poner un pie en otra casa para denunciar a su agresor. Sabes que hay veces que las órdenes de protección son denegadas, de hecho más o menos la mitad son denegadas, y hay mujeres que después de denunciar y de que su orden de protección sea denegada se encuentran en una condición de mucho más peligro y son mucho más vulnerables ante el agresor. Hay muchas mujeres que después de denunciar dicen que no vuelven a denunciar porque no se les dan las condiciones materiales para que si la pongo esté segura. Para nosotros es fundamental una vivienda pública sin necesidad de denuncia porque revierte el enfoque y que da condiciones materiales en una situación de crisis y vulnerabilidad económica de las mujeres.

las instituciones tienen que garantizar los derechos de la mujer porque sí, porque los tiene no porque los tenga que pedir

Cuando una mujer llega a un centro de acogida y hay muchos centros donde no pueden ir si no han denunciado, llega en un estado de shock, y esto quiere decir que necesita recuperación física y psíquica para saber qué ha pasado, y para ello la mujer tiene que reconocer el maltrato sufrido durante años. No puede ser que a las mujeres no se les ayude para que puedan identificar esa situación y denunciarlo. Si le dices a una mujer que vaya a comisaría y denuncia y luego, si acaso, accedes a un centro de acogida, las mujeres denuncian cosas muy parciales. Muchas veces denuncian una cosa y meses después, tras ser tratada y atendidas por profesionales, reconocen el maltrato de años y lo saben en ese momento y se dan cuenta de que necesitan salir de esa situación de peligro para saber la realidad de lo que quiere denunciar. Por eso pensamos que el enfoque de la denuncia tiene que cambiar.

 

¿Hay una clara falta de recursos en este sentido?

Respecto a los recursos, hay un informe de Amnistía Internacional que recoge testimonios de mujeres que reconocen que cuando han ido a denunciar se han encontrado con un sistema que las ha hecho doblemente víctimas porque cuando los profesionales, y esto es resultado de la falta de recursos, no tienen formación, las mujeres se encuentran con un sistema que todo el rato las pone en duda. Van a declarar, con lo difícil que es denunciar a tu pareja, y lo que te encuentras es a profesionales que permanentemente ponen en duda el testimonio de la víctima. Esto es el relato de muchas mujeres que dicen que no vuelven a denunciar. La formación en violencia de género para la judicatura y las Fuerzas de Seguridad del Estado es fundamental. Que la policía sea ese lugar donde te dicen que si te han maltratado desde hace dos años por qué no has denunciado hace dos años es típica respuesta de quien no entiende este problema.

 

¿El Pacto de Estado es una oportunidad para hacer cosas que aún no se han hecho?

Nosotros con lo del Pacto de Estado, primero, cuando se dice Pacto de Estado no puede ser un pacto sólo entre los partidos. Como dijo nuestra portavoz en el Congreso, Ángela Rodríguez, un pacto de Estado tiene que tener al Estado por detrás respaldándolo y eso quiere decir que haya leyes con recursos e instituciones que lo vayan a llevar a cabo. Un pacto de Estado no puede ser un pacto entre dos partidos con unas leyes que no pueden hacerse eficaces porque esos dos partidos han acordado un recorte presupuestario, a partir del 135, que hace imposible que el Estado atienda esto.

Por otro lado, nosotros decimos que tiene que ser un pacto ciudadano y para que sea un acuerdo de país y eficaz tiene que aglutinar a muchos más sectores que nunca han estado implicados. Por ejemplo, los medios de comunicación. Nunca se les invita a este tipo de pactos pero son fundamentales porque es fundamental hablar de cómo se enfoca la violencia en los medios, de cómo se trata, de cuál es el enfoque. Y, desde luego, a las profesionales. Nunca se les pregunta. Hay muchos consensos compartidos por las mujeres que tratan a las víctimas y que se siente muy poco escuchadas.

Nunca nos acordamos de que hay mujeres que han superado la violencia de género y que tienen muchas cosas que decirnos

Las propias víctimas. Nunca nos acordamos de que hay mujeres que han superado la violencia de género y que tienen muchas cosas que decirnos. Ese pacto tendría que incluir a mucha más gente para que sea un acuerdo ciudadano capaz de transformar.

 

Existen otros tipos de maltrato, digamos, invisibles que también hay que combatir…

En primer lugar, efectivamente la agresión física es una parte del problema, la más visible e identificable, pero que está sustentada en otras cosas que son más cotidianas y que realmente la manera de combatir la violencia machista no es que todos estemos de acuerdo con que alguien pegue a otra persona, que es obvio, sino que seamos capaces de identificar cada vez más esas cosas que son invisibles pero que empiezan a aparecer en la sociedad como formas de violencia o como gestos que llevan a la violencia machista. Si no avanzamos en desvelar y hacer visibles esas cosas que son invisibles en realidad no hay avance. Obviamente, una paliza todos la condenamos, pero la cuestión es ¿qué ha llevado a esa situación?, ¿qué pequeñas cosas, gestos, maneras de tratar, actitudes, han llevado a esa situación? Eso es lo que hay que señalar en público y decir esto es una forma de violencia, esto es una forma de control, esa es la identificación que hay que hacer. En ese sentido, otra de las cosas que estamos diciendo desde Podemos, es que si realmente se quiere visibilizar un problema social fundamental de violencia contra las mujeres, tu objetivo no es la violencia física ni siquiera la violencia sólo en el ámbito de la pareja. Tu objetivo es identificar un problema que es violencia machista que sufren las mujeres por la desigualdad de género y ese es el problema de base, y entonces te toca decir que el acoso sexual o que la violencia sexual es también una cara del problema porque de lo que se trata es de identificar bien el problema y entonces todas las apariencias que tiene. Hay maneras de aparecer que no son ni la violencia física ni sólo en la pareja. Las violencias sexuales se hacen también fuera de la pareja, en el entorno familiar, en el trabajo, y las mujeres tienen que ponerle nombre: violencia machista. En Podemos también decimos que hay que ampliar la ley en su concepto. La Ley del 2004 se circunscribe al ámbito de la pareja. En la Comunidad de Madrid no, la Ley de 2005 incluye otras muchas cosas hasta la mutilación genital, matrimonios forzosos, acosos sexuales, que los considera como formas de violencia contra la mujer. Es mejor para el progreso de que la sociedad identifique al machismo como la base de la violencia, que veamos todos los factores, que veamos todas las apariencias del problema y entonces toca hablar de muchas formas de violencia machista que es lo que está hablando el movimiento feminista al hablar de atacar todas las violencias machistas y poner rostro a todas ellas. Esa es otra de nuestras reivindicaciones que ya hemos puesto encima de la mesa en la Asamblea y que también lo vamos a llevar al Congreso.

Si no avanzamos en desvelar y hacer visibles esas cosas que son invisibles en realidad no hay avance

 

Siempre hablamos de la educación como solución, pero ¿no le parece que es una solución a medio-largo plazo mientras las mujeres siguen siendo asesinadas?

Cuando hay una batalla política electoral no se invierte en políticas educativas. Soluciones que son muy de raíz, como la educación, no es la prioridad porque sus efectos no son de rédito inmediato a un partido. Falta voluntad política de abordar el tema de la educación. El PP elimina sistemáticamente todas las asignaturas donde se puede tratar directamente como educación para la ciudadanía o educación cívica. Yo fui profesora de esa asignatura. Es la asignatura en la que te veías con adolescentes, el único sitio donde obligatoriamente tratabas estos temas. El PP hizo una guerra contra esa asignatura lo que es un ejemplo de falta de voluntad. Hace falta que haya una forma de entender la educación en que los partidos y el resto de agentes implicados en el Pacto de Estado esto es prioritario y tiene que abordarse.

 

¿Por qué no son todo lo eficaces que quisiéramos las campañas de concienciación?

Tiene que haber otra manera de hablar en las campañas. Esto de hacer campañas dirigidas solo a las mujeres en que les dices a las mujeres que salir de la violencia está en su mano yo creo que es malo, irresponsable e ineficaz. Es necesario hacer campañas dirigidas a los hombres y al resto de la sociedad. Me parece muy importante hacer campañas en las que se identifiquen todas las mujeres porque si haces una campaña con una mujer llena de moratones hay otras que no se identifican con el mensaje y no llamas la atención, por ejemplo, de una adolescente a la que su novio le controla el móvil que jamás se identificará con una mujer con un ojo morado. Se trata de identificar todas esas situaciones, todas esas condiciones en que se pueden ver muchas mujeres que no se identifican con eso: a mí no me pega, a mí eso no me pasa. Sin embargo, es donde hay que abrir los ojos y mostrar lo que les está pasando. Unas campañas bien orientadas sí que pueden dar resultados a corto plazo. También tiene que haber una campaña orientada a hombres porque el mensaje tiene que ser de hombres dirigiéndose a hombres porque es hacer ver que se trata de una lucha contra el machismo no contra los hombres.

Me parece muy importante hacer campañas en las que se identifiquen todas las mujeres

 

Las cifras no muestran la realidad de esta lacra…

En España con todas nuestras deficiencias, tenemos unas herramientas legales bastante buenas respecto a otros países, como, por ejemplo, Francia. En esto es curioso que los países de América Latina han dado mucho más avances que Europa. En las herramientas legales de México de mujeres que han tratado de luchar contra el Feminicidio, que me parece un concepto jurídico interesante, han ido mucho más por delante que lo que hemos hecho en Europa. Hay que importar de esas leyes de Sudamérica.

No hay una memoria de las muertes por violencia porque las leyes son bastante recientes. Tenemos datos desde hace 10 años. Antes de eso no tenemos datos. De todas maneras no me parece del todo imposible que en países más desarrollados haya más violencia en el sentido de que creo que, violencia contra las mujeres la ha habido siempre, hace 40 años también la había, pero violencia y control a las mujeres no es traducible por asesinato. Las mujeres gitanas nos dicen que hace falta que se visibilice el problema de las leyes españolas concretamente con la realidad gitana porque en la comunidad gitana hay mucha violencia contra la mujer pero no hay nunca asesinatos. Está asumido que un marido pegue a su mujer y está condenado que un marido asesine a su mujer. Muchas veces cuando la violencia es efectiva no necesita matar. Si nos encontráramos con el dato de que hace unos años había menos mujeres asesinadas no revela que había menos violencia machista, revela que había más control, control más eficaz, que las mujeres estaban más sometidas a sus maridos y que éstos podían pegarlas, y estaba bien visto, pero no llegaban a matarlas. Puede pasar que en una sociedad donde las mujeres empiezan a trabajar, a cobrar más que sus maridos, empiezan a salir, la violencia se acrecienta y es más brutal. Es el recurso del control de quien está perdiendo el control sobre sus mujeres. Un hombre que ha sido educado en una familia en que su madre asumía los roles pasivos y era el padre el que mandaba y que se encuentra con una pareja que él concibe como impropias de una mujer, que gana más dinero que él o hacer lo que quiera con su vida, puede provocar una situación de violencia física como forma de retener ese control. Que en países desarrollados y más avanzados se puedan dar más asesinatos puede ser el indicador de mujeres que están en condiciones económicas mejores, puede ser el efecto de un choque de una sociedad antigua donde los hombres teman mucho control y unas mujeres más independientes y el problema que eso genera. No tenemos datos para comparar, pero es obvio que cuando la violencia es eficaz, cuando el control es eficaz, cuando la dominación es eficaz, a las mujeres no hace falta matarlas.

La violencia contra las mujeres afecta a una mujer en concreto y además perpetúa la desigualdad

 

¿El endurecimiento de las penas sería una solución?

En Podemos creemos que tiene que haber un agravante penal. Ciudadanos lo puso en duda y me parece gravísimo. La explicación jurídica de esto es muy sencilla aunque a Ciudadanos le cueste entenderlo. Una agresión machista es una agresión que jurídicamente tiene que ser entendida no como una agresión particular sino como una agresión colectiva. La violencia contra las mujeres afecta a una mujer en concreto y además perpetúa la desigualdad, igual que una agresión racista se entiende como una agresión que no solo sufre una persona sino todas las personas de su raza. En ese sentido la pena tiene un agravante porque no solo es una agresión particular. Eso es fundamental de entender, si no no se entiende ni qué es la violencia racista o la violencia homófoba y por qué agredir a una persona por su orientación sexual es agredir a todo su colectivo. En la violencia machista es lo mismo, cuando se agrede a una mujer se agrede a todas las mujeres. Eso nunca debe desaparecer y es peligrosísimo que Ciudadanos haya jugado a esa ambigüedad porque ellos dicen que a los hombres también se les agrede. Tiene que haber un código penal para castigar la agresión a un hombre pero está muy en duda que cuando un hombre es agredido se agreda a todos los hombres. Más allá del agravante nosotros entendemos que con respecto a las penas no estamos muy de acuerdo con el PSOE cuando en campaña dicen cosas como hacer la lista de maltratadores para que cuando un hombre que haya maltratado a su pareja el resto de su vida figure en la lista. Nos parece que es enfocar un problema muy en lo punitivo. Primero, el problema básico es la prevención más que el de la pena y, segundo, un hombre maltratador no maltrata porque esté enfermo, no agrede porque esté loco, lo hace por una educación y agrede por una sociedad machista y donde hay desigualdad y esto es un problema cultural y por eso nos parece imprescindible la reinserción, igual que lo consideramos en cualquier contexto, en este tema es básico. Los hombres han sido educados en una sociedad desigual y tienen que ser educados en una sociedad igualitaria. Me parece mucho más interesante qué tipo de herramientas hay para los hombres agresores después de que hayan agredido, qué tipo de trabajos se ha hecho con ellos, es decir, ¿un hombre que ha agredido lo va a ser para toda la vida? ¿Hay un trabajo que hacer con él? No se ha atendido bien esa cuestión. Los grupos de trabajo con hombres que han sido agresores ha habido muy poca voluntad de trabajo en ese tema. No ha habido programas interesantes. Y es fundamental porque hay que tener la concepción de que un hombre puede dejar de ser agresor. El sistema debería tenerla. No estoy muy de acuerdo si todo se centra en el aumento de la pena.

Los hombres han sido educados en una sociedad desigual y tienen que ser educados en una sociedad igualitaria

 

Estamos hablando de un problema que va más allá de fronteras. Las cifras son escandalosas, ¿no habría que plantear a nivel de las instituciones supranacionales un frente global para luchar contra esta lacra, tal y como se hace con otros asuntos como, por ejemplo, y siendo problemas totalmente distintos, el terrorismo internacional?

En términos de problema de país la violencia contra la mujer tiene que ser igual de importante que el terrorismo porque es un problema que se lleva muchas vidas por delante a lo largo del año. En Podemos hemos estado muy en desacuerdo con llamar a esto como un problema de terrorismo. En el PSOE Pedro Sánchez lo planteó así. Entiendo el tema de equipararlo por el peso del problema pero nos parece preocupante llamarlo así porque hay un debate sobre el término mismo. La violencia machista es completamente distinta a la violencia terrorista y cuando lo hacemos ocurre que muchas mujeres no se sienten identificadas con ello. La violencia terrorista es reconocida por quien la ejerce y se hace en público. La violencia machista es una violencia no reconocida por el agresor y está hecha en lo privado.

Respecto a las cifras, tenemos una ley circunscrita a la pareja y tiene como efecto que nos dejamos muchas mujeres asesinadas. Cuando una prostituta es asesinada por un cliente no es tratada como víctima de violencia machista. El asesino de Cuenca del año pasado asesina a dos mujeres después de violarlas y sólo la que era su pareja se contabiliza como víctima de violencia machista. Su amiga, como no era su pareja, se queda fuera. Un asesinato después de una violación si la asesinada no es pareja, no es tratada como víctima de violencia machista. Es muy grave esto porque hay muchas más asesinadas por cuestión de género que lo que indican las estadísticas.

Los hijos son víctimas secundarias de esa violencia muchas veces porque son utilizados para hacerle daño a la mujer

 

¿Son los hijos las víctimas invisibles?

Los menores tienen que ser considerados como víctimas de violencia machista, sin perder el enfoque de que se trata de una violencia contra las mujeres. Los hijos son víctimas secundarias de esa violencia muchas veces porque son utilizados para hacerle daño a la mujer. Hemos visto hasta casos de niños asesinados para hacerle daño a la mujer. Esto ha sido una cosa que han tenido muy claro quienes llevan años trabajando con las víctimas y por eso las expertas dicen que se sienten olvidadas. Ha llegado muy tarde este problema al ámbito político. Desde hace años las expertas saben que una forma de maltrato a la mujer es quitarle lo que ella quiera, desde objetos hasta los hijos. Ha llegado muy tarde la conciencia política. Los menores tienen que están contemplados en las leyes y esto también lo dice el Convenio de Estambul que nos obliga a adaptar nuestras leyes a lo que ahí dice, y, por tanto, los menores tienen que estar protegidos.

La cuestión de la custodia hay que abordarla. Ha habido niños que han sido asesinados en el régimen de visitas, asesinados en la custodia. Por ejemplo, un padre con una condena, no con una denuncia y en esto hay que ser muy finos y cuidadosos, no puede tener la custodia de sus hijos porque no puede ser un buen padre. Hay muchos vacíos legales que hay que llenar. Sigue habiendo jueces que conceden custodias o regímenes de visita a hombres que también han maltratado a los hijos. Incluso ha habido asesinatos por mucho que se dijera que la vida de sus hijos corría peligro. Eso hay que revisarlo, ya digo que con todo el cuidado que creo que hay que tener porque nuestro enfoque es la reinserción y por la proporcionalidad, hay muchas formas de agresión y una cosa es una denuncia y otra una condena en firme, pero una vez que haya una denuncia hay que ser muy cuidadoso con el tema de las custodias y de los regímenes de visita.

2 COMENTARIOS

  1. Muy acertado este planteamiento de Clara Serra, pienso que tendría que ser más escuchada y darle más posibilidades para poner en práctica estas propuestas.
    Necesitamos a gente más preparada como ella en las instituciones.

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