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La vida te da sorpresas

Eduardo Rivas
Eduardo Rivas
Licenciado en Ciencia Política
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análisis

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La canción más conocida por estas pampas del artista panameño Rubén Blades es Pedro Navaja, y más allá de la historia que relata la canción, el estribillo viene a sintetizar gran parte de lo que ocurre en la política argentina por estos días.

En él, Blades dice que ‘la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida’ y vaya si la realidad nacional las da.

En una más que llamativa coincidencia temporal, y como corolario de una crisis política sin precedente en el seno del gobierno nacional, coincidieron, al menos, cuatro hechos que reconfiguraron la política nacional.

El primero de ellos fue el pedido de condena para Cristina Fernández que hizo el fiscal Diego Luciani en la denominada causa Vialidad. Tanto los acusados como cualquier ciudadano puede estar descontento con el accionar del magistrado, y, si creyeran que actúa de manera ilícita o tiene un mal desempeño en sus funciones, la ley prevé cuáles son los pasos a seguir. ¿Por qué quienes critican el accionar de Luciani no lo denuncian en la Justicia? ¿Por qué en lugar de actuar con la ley buscan presionar sobre ella?

Y surge así entonces el segundo hecho. La movilización política para procurar condicionar el accionar de la Justicia. Como no se avanza con los procesos ordinarios se pretende plantear la discusión en otros términos, en el de ‘Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar’, cuando no debiera armarse ningún quilombo porque todo se reduce a la aplicación de la ley para procurar sancionar la comisión de un delito, algo que aún no ocurrió, y si el accionar de la Justicia, por paradójico que parezca, es al margen de la ley, los métodos de acción son otros.

Como corolario de esto, y en medio de las movilizaciones de apoyo a la vicepresidente ante la búsqueda de Justicia, algo por demás cuestionable ya que insistimos una vez más que el sistema democrático establece vías de acción al respecto, surge el tercer hecho, también buscando la presión política aunque de manera más violenta, el atentado contra Cristina Fernández en la puerta de su casa. Al respecto la Justicia investiga aún qué es lo que ocurrió, aunque son llamativos los realineamientos que se han producido al respecto. El abogado de la vicepresidente, Gregorio Dalbón, afirmó que el agresor era ‘tropa propia’. ¿En qué se habrá basado? ¿Con qué información cuenta? Está claro que la única beneficiaria del hecho es la propia vicepresidente, y que el mismo hecho aún tiene un sinfín de hechos curiosos que lo tornan un tanto inverosímil o con una carga de coincidencias beneficiosas en favor de Fernández tremenda. El titular de la AFI, Agustín Rossi, afirmó el 3 de septiembre que el accionar de Sabaj Montiel era el de un ‘lobo solitario’, diez días después ‘varias personas’ participaron en el atentado a Cristina Fernández, todas afirmaciones para las que no se exponen pruebas. ¿Llamará la jueza a declarar a Dalbón y a Rossi para que cuenten lo que conocen respecto al atentado? ¿Es que opinan sin saber o que van moldeando el discurso de acuerdo a las necesidades?

Pero si todos estos hechos generan sorpresas, el cuarto es el más curioso y el que por las consecuencias que generó, más sorpresas provoca.

Mientras todo esto pasaba el ministro de Economía viajaba a los Estados Unidos a dar certidumbre a los grandes poderes económicos del rumbo que tomó el país. Sergio Massa fue claro y contundente. ‘El programa [acordado con el Fondo Monetario Internacional] tiene objetivos y tenemos que trabajar para cumplirlos, y es parte de los compromisos que la Argentina asumió como país; y de alguna manera nos ponen en la obligación de asumirlos como responsabilidad de Gobierno’.

Durante más de dos años el Gobierno no tuvo plan económico y apostó a dejar pasar el tiempo de la mano del ministro Martín Guzmán, pero tras su salida del gobierno y tras asomarse al abismo peligrosamente, la gestión de los Fernández decidió encomendarse a Massa y su receta ortodoxa de ajuste, aunque matizada de discurso progre.

Entonces ya nadie habla de la economía y todo es política, exclusivamente, y se siguen enarbolando la política nacional y popular aunque la economía sea internacional y para pocos. Por ello no hay críticas de la oposición, porque la oposición votó este programa cuando gran parte del Frente de Todos se negó a apoyar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, porque la oposición cree que la salida es por esta senda, pero curiosamente quienes dicen que el camino debe ser otro, callan.

Y aupados en la nueva realidad político institucional ya nadie habla de Massa, su plan económico y el ajuste del FMI, hoy lo central pasa por las amenazas a la vicepresidente… y cuando el tema decae, surge una nueva amenaza. Cualquier desprevenido creería que es una puesta en escena para desviar la atención… menos mal que no somos desprevenidos.

Hay quienes aún hoy defienden, como dijera Luis Eduardo Aute, ‘la casualidad como principio frente a la causalidad de los azares’.

Hay quienes aún hoy defienden que la política llevada adelante por el gobierno es nacional y popular.

Hay quienes aún hoy defienden que es una política progresista el recortar dinero a la salud, la educación o la obra pública. A propósito, ¿Es recorte o era sobre presupuesto?

Quizás nada simbolice más en Argentina los intereses contrarios a los nacionales y populares que la Embajada estadounidense, y desde hace un tiempo van pasando en fila uno a uno para fotografiarse con el embajador del Tío Sam. ¿Los últimos? Hugo Yasky y Roberto Baradel.

Hay quienes aún hoy, unidos y organizados, están convencidos que la corriente, con lealtad, de la unidad ciudadana es para todos…

La vida te da sorpresas, hay quienes aún hoy creen.

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