Con la ayuda de los medios de comunicación, en especial de la televisión, se nos ha mostrado una imagen de la hipnosis que dista mucho de su aplicación real dentro un contexto psicoterapéutico.

Con la llegada de la última década del siglo XX vimos el auge en los programas de entretenimiento televisivos de la aparición de hipnotizadores y prestidigitadores que nos mostraban la hipnosis más de cerca y hacían que personas normales del público hicieran auténticas tonterías sobre un escenario. Junto con ello, el uso de esto más allá de la televisión llevó a la creación de espectáculos a los que la gente podía asistir – previo pago de entrada – y probar en sus propias carnes qué era eso de ser hipnotizado. Además, nos introducía la creencia de que el hipnotizador era capaz de hacerlo con tan solo chasquear los dedos, sin que se mencionara la larga sesión previa – ni se emitiera en el susodicho programa – en la que se han dado las instrucciones oportunas.

La realidad de la hipnosis, sin embargo, es otra muy distinta y, actualmente, se usa como una técnica más en Psicología y se aplica a una gran variedad de situaciones que los psicólogos podemos encontrarnos en consulta.

La hipnosis no es más que un estado mental que se encuentra a caballo entre el sueño y la vigilia, donde es la maquinaria inconsciente la que adquiere mayor protagonismo, dejando la mente en un alto estado de sugestionabilidad.

Hace ya un tiempo, en un programa de televisión donde la presentadora se sumergía cada semana en una temática concreta, se trató el tema de la hipnosis, mostrando a una mujer que conseguía hablar con su padre (fallecido unos años atrás).

Hay que decir que esto NO ES REAL. La realidad es que la mujer estaba en un trance hipnótico profundo en el que, con las instrucciones dadas por el hipnotizador, estaba creando un recuerdo nuevo de algo que sólo está ocurriendo como una ensoñación. En este caso, la realización de esta técnica va a tener el efecto terapéutico de aliviar la ansiedad y ayudarle a superar el duelo por la muerte de su padre. Sin embargo, el programa lo presentaba como un suceso paranormal.

Cuando una persona está hipnotizada se encuentra en un estado de concentración y receptividad ideal para el uso de las técnicas terapéuticas cognitivas y conductuales. Lo que ocurre es que las sugestiones o instrucciones dadas por el terapeuta son recibidas sin que el sujeto analice lo que está haciendo o las consecuencias que puede tener, consiguiendo un acceso más profundo al inconsciente.

Durante el período en el que la persona permanece hipnotizada, al contrario de lo que nos han mostrado en la ficción, no pierde su voluntad ni su capacidad de tomar decisiones; es decir, si el terapeuta da una instrucción que va contra la voluntad del hipnotizado, no tendrá ningún efecto.

Así, por ejemplo, cuando se utiliza la hipnosis para dejar de fumar, si no hay un convencimiento previo por parte del sujeto para dejar de fumar, se le podrá inducir el estado hipnótico, pero las instrucciones no tendrán ningún efecto.

Junto con su uso para dejar de fumar, cada vez más extendido, la hipnosis tiene otros usos terapéuticos:

  • Relajación en inducción hipnótica. Se usa para generar en los pacientes un estado de relajación mayor que el que se produce con otras técnicas de relajación. Progresivamente, a lo largo de las diferentes sesiones, se introducen sensaciones de bienestar en el paciente.
  • Hipnosis para pérdida de peso. Se dan instrucciones para que el paciente note sensación de saciedad. Se conoce como la técnica de «Balón gástrico virtual».
  • Hipnosis y dolor. Las instrucciones, en este caso, van dirigidas a reducir la sensación de dolor de determinados estímulos.
  • Hipnosis y fobias. Se instruye al paciente para que, progresivamente, vaya perdiendo el miedo al objeto fóbico.
  • Hipnosis y memoria. Además de la regresión hipnótica, en la cual se recuerdan hechos pasados que permanecían en el subconsciente, se instruye al paciente para que mejore sus capacidades de memoria.

Cabe decir que, como técnica que es, la hipnosis no es un tratamiento terapéutico como tal, sino que forma parte del mismo y lo completa, siendo complementario a otras técnicas, principalmente, de corte cognitivo-conductual.

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