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La unión de la izquierda debería ser un derecho de los ciudadanos: “patrimonio intelectual connatural de la humanidad”

Joaquín Rivas Nieto
Joaquín Rivas Nieto
Abandona sus estudios de ingeniería en 1972 para dedicarse plenamente a la pintura, su procedencia familiar que en parte le lleva a sumergirse en el pragmatismo de la ingeniería y la Arquitectura le marcan, aunque siguen siendo sus raíces las que establecen la línea de pensamiento, que aun habiendo llegado a una abstracción que podríamos definir como Lírica, siguen primando. Estudia en Madrid con diferentes pintores, ampliando posteriormente sus conocimientos con estancias en Nueva York, París, Londres, Marrakech, Essaouira y algunas ciudades de Italia, Alemania etc. Estudia Ortofónía, Música, Canto, Danza, Teatro y Cine. En Londres trabaja durante año y medio en estos apar¬tados, además de dedicarse al estudio de la pintura del Renacimiento que complementa realizando copias de Andrea del Sarto y Botticelli en la National Gallery, alternando con la investigación en la pintura contemporánea. Actúa como comisario de exposiciones en Madrid, Ciudad Real, Estrasburgo, Marruecos. Promotor y comisario de la I Muestra Internacional de Arte y Promotor, director y comisario de la II Muestra de Ciudad Real. En la actualidad aunque la pintura ocupa la mayor parte de su tiempo, es la escultura y el estudio de las nuevas tecnologías aplicadas a la creatividad en todas las facetas, simultaneando las diferentes técnicas y teorías de la expresión que le permitan percibir y generar obras con nuevas propuestas.
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análisis

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El objeto del análisis de los criterios que tanto tutelan nuestro modo de vida, gravita en la exploración de las diferencias, en cómo abordar los retos, desafíos que la existencia afronta. En absoluto debe ser el señorío de unos sobre otros; no se trata de imponerse al otro, menos dañar al que diverge. Más bien debate cómo hallar un soporte, arbotante de la razón, eficaz a las  propuestas, respuestas, que requiere toda  sociedad que se precie, que  estimule y favorezca el progreso de y para todos. Pensar, dar que pensar.

Si exploramos en el almario de la memoria oteando los predios de nuestra vivencia, evocamos mentes brillantes que con versada percepción nos legaron tanto que hojear para, ilustrarse, filosofar, sobre eso de: la unión hace posible que la sociedad avance hacia mayor excelencia.

Quizá, el título a una tesis sobre el desahucio de la razón, en esto que me ocupa, podría ser como el que da pie a esta ¿cándida? arenga, que trate sobre la empatía en política y la patología burilada en la psiquis  de los que se proclaman de izquierda, progresista y, de reojo, con bizqueo sesgado, recelosa celada trasversal, con ego a flor de ombligo, no exploran más allá de su apéndice olfativo.

 En 1941, Arturo Barea en su novela, “La forja de un rebelde”, expone: “Estas divisiones, estas luchas intestinales, existen únicamente entre los dirigentes y una minoría de afiliados aspirantes o simplemente fanáticos de sus ideales. El hombre de izquierda de la calle, en general, pensaba de una manera distinta: la masa de izquierdas del país abogaba por la unión y por el olvido de las diferencias y rencillas; por experiencia sabía que era el único camino para sostener la República y transformar el estado. La república había nacido porque se firmó un convenio entre todas las izquierdas organizadas;…..” Y más adelante sanciona: “El orgullo de cada partido parecía mucho más fuerte que el sentimiento de defensa común”. 

El sentir de Barea, extrapolado al presente, sitetiza con meridiana claridad lo acaecido con la ¿errada, malograda? escisión creada por los, las, que fundaron Más Madrid.

En la etapa de Manuela Carmena, con los votos del Psoe y de Ahora Madrid, se erigió un edificio de lúcidas voluntades que asentó uno de los más fructíferos periodos para el conjunto de las expectativas sociales y económicas de los ciudadanos. No sólo no se malversó ni robó, sino que la colosal deuda que arrastraba la Comunidad, lastrando a los madrileños, se redujo en un astronómico monto.

Qué quimera, delirio, ambición, sobrevoló sus caletres, para que Manuela Carmena y equipo, decidieran crear un nuevo partido, llevándose por delante, junto con las expectativas de progreso, ese edificio cimentado de ética y lustrado con más equidad.

Asaz se ha garabateado, escrito, novelado, de los ardides, artimañas, de partidos de izquierdas, satirizando, alertando, cómo estos, tras obtener un amplio y esperado apoyo de la sociedad, a renglón seguido, obviando el mandato, quebrantando la confianza de los ciudadanos, se enlodan con afán en fatuo discurso de barra, donde cerveza espumeante salpica, irriga, adoba, emboba la mentecatez que les remolca en su ambiciosa ofuscación al enfrentamiento, la cerrazón, al improperio. Y, el azogue asienta lo que el espejo revela: << encopetados sueños, pesadillas para los más, -miseria anunciada-,  poltronas de respaldo erigido con ambiciones de los afianzados sobre cojines de obtusas regalías que su descarada  petulancia anhela>>.

¿Deberíamos auscultar lo ocurrido en Madrid con la escisión de la izquierda, auspiciada por el bisoño Más Madrid, que ha facultado a la ultraderecha campar a sus anchas arrasando el ámbito de la lógica, la ética y la razón? Sí, debemos. 

Si no mediara la circunstancia fundamental, de que está en juego la grandeza de la concordia, podríamos pasar por alto la disidencia de Carmena y brigada. Mas en juego están, -a más de la dignidad, la ética, derechos, optimización de recursos-, la eminencia o no de nuestra socialdemocracia.

Sabíamos de la ambición personal del doctor en ciencias políticas Iñigo Errejón. Sugiere, nos da en la nariz, que lo estudiado no le dejó claro, -no lo captó, miró hacia otro lado, hizo novillos ese día, no hojeó, entre otros, a Arturo Barea,…-, que cuando la izquierda se desgaja los ciudadanos sancionan y la sociedad resulta abaratada. 

Cuando Pedro Sánchez no aceptó lo que los ciudadanos decretaron en las urnas, porque le vedaba el sueño la coalición con Unidaspodemos y repitió el plebiscito, a más de tantos millones de euros dilapidados, los ciudadanos lo reprobaron, perdiendo votos. La derecha caciquil se reforzó y, lo peor si cabe, la presencia de los franquistas, fascistas en el hemiciclo, pasó de exigua representación a marabunta. Los ciudadanos castigaron al Psoe. Trascendencia: La calidad de la democracia resultó dañada.

La coalición que se formó con Manuela Carmena, desempeñó bien su quehacer, siendo muy exitosa para los madrileños. La irrupción de Más Madrid volvió a verificar lo que muchos temíamos. Los ciudadanos volvieron a reprobar las desavenencias de los que deberían afirmarse en una mejor armonía. ¡Quién no está al tanto de las adversas e infaustas consecuencias!

Nos sorprendió, dejándonos hondo desasosiego, estupefactos, con algazara de la derecha, que la juiciosa Manuela Carmena – acto seguido, ya tarde, el averno arribó en cascada, reconoció su colosal error-, Rita Maestre, (sueña ser princesa, digo alcaldesa), entre otras, otros, -que ansían regalías-, consumaran la trasnochada desmembración. Percibo debilidad, desconfianza, en su celado entusiasmo, aunque parezca contradictorio, ya que la fuerza, la confianza, se acentúan cuando estas son solidarias y transitan por el Ágora sin máscaras. Según y conforme se ha desarrollado la disidencia, -el ser humano también es frágil, es lo que hay-, el éxito de su legislatura los endiosó en el atrio de la soberbia, creando un cisma; favoreciendo un – por sus resultas lo sabemos, los madrileños estoicamente lo sufren-, aciago y defraudador gobierno, que a la par, planeó y llevó a cabo una siniestra tragedia. No confinemos en el tintero, el genocidio orquestado, -con canallesco “protocolo de la muerte” escrito, rubricado-,  en las residencias de mayores, por Ayuso y banda. Continuamos, la sociedad, los afectados y familiares con pleno derecho, esperando que la fiscalía actúe.

 Soslayaron, obviando, por cortedad, irresponsable insolidaridad, ¿juguetes de la ambición?, las fuerzas que germinaron el famoso 15M, -equivalentes a las que provocaron que la república aconteciese-, que fueron y son básicas, ineludibles, para que la democracia prosiga su natural y continua reforma. Fueron, son, las sinergias que permitieron en Madrid, y en otras muchas localidades, coligadas, un mejor gobierno. 

Correspondería asimilar ya, de una vez por todas, aviso y certeza a irreflexivos navegantes, que ciertamente, por encima de anhelos inmaturos, de cantos de sirenas, egos y otros males en la psiquis, que sin la unión, -salvoconducto contra la ultraderecha-, el fascismo se instalará en nuestras vidas y lo sufriremos en nuestra carne. Los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, no sólo, lo están sufriendo. Y, Más Madrid, resultando Menos Madrid, Desastre Madrid, entre pataletas, -dañada su credibilidad, fracasado su apaño desintegrador, han recolectado frustración-, cabalga en el jamelgo de la queja, rechiflando lo que harían, oteando, sin, parece, dignarse percibir el descalabro que como plaga apocalíptica arrasa las arcas, zahiere la existencia. Sí. Les queda el lamento, legítimo, sin lugar a duda, mas sin potencial de acción. 

 “Se trata de no dejar que, detrás de uno, se compliquen los caminos del deseo”. Dijo Andrés Bretón.

En el espíritu de la humanidad hay más de arraigo con el otro que lo contrario. Somos pues, mayoría los que necesitamos y aspiramos a una sociedad más justa y eficiente. Mas ese quórum no basta si las formaciones políticas afines, por pueriles divergencias de tres al cuarto, no logran que esos votos computen.

Que pueda ser posible expulsar de nuestras instituciones esa plaga que apodamos fascismo, la que cuando comanda, -para acceder y saquear las arcas del estado, nuestras, es su miserable cometido-,  arrasa vidas, haciendas, dilapida derechos, captura privilegios, recurriendo a la coacción por concurso del terror y, que no enraíce en nuestro país, requiere, es inexcusable, trascendental, que todos los ciudadanos que se consideren de izquierda, republicanos, demócratas, progresistas, empáticos y, tengan en su memoria, veneren, honrando la lucha épica de nuestros mayores por mejorar la vida de todos, amplifiquen su voz en las urnas, reflexionando muy mucho en quién pongo mi confianza. Primario, básico; no votar a las formaciones que separan, y en nuestro caso a Más Madrid, si continúa, se asienta, en su solitaria e insolidaria linde. Ese famoso “no pasarán” de nuestros ancestros, el pasado 4 de mayo de 2021 no pudo ser, quizás, sí, así lo creo, por el ensueño de Más Madrid, que fragmentó en el momento más inoportuno, si es que hay algún momento congruente para tal división.

El concurso de la bonanza con Carmena al frente, -que con inteligencia-empática debería haber confirmado su continuidad, no lo contrario-, tuteló la desafortunada decisión: la escisión, dejando en evidencia los lazos emotivos que decían tener con la totalidad de sus conciudadanos. Nos retrotrae a tiempos medievales, donde los “señores” una vez ganada la contienda con alianzas, las escindían, para acto seguido atacar a los que les respaldaron, engendrando, es lo que la ambición humana  hospeda, desastre, pendencia, que la plebe siempre, siempre, carga con las secuelas.

Los  electores de Más Madrid, sin cuestionarse en profundidad que toda disidencia en la izquierda, resta muchos, muchos votos, -conjeturo que pensaban en el buen hacer de Manuela Carmela, confiaban en ella-, no advirtieron, como tantos y cuántos sí, el desastre que se estaba, estaban, fraguando.

Y, las cosas no son tan simples, o sí cuando se razona. Si toda escisión resta, la aparición de un nuevo partido, evidentemente distrae, substrae. Y el quebranto acopia su fruto.

Cuán necesario es que esas fuerzas que emergieron del famoso 15M, conciban sin ambages, que el objetivo es el mismo­­: gestionar bien los recursos de todos. Que dejen en el maletón los egos y ambiciones personales, ya que lo que está en juego es muy valioso: el bienestar en las metrópolis, la dignidad de sus moradores.

Más si la ambición es duradera ……. 

Madrid está anegado de malas sombras, -que un fuego fatuo sustenta-, espectros que no están en sus cabales, que malversan, quebrantan leyes; tergiversan viciando, vaciando de contenido la palabra libertad. Que dictan e imponen protocolos, subrayo, de muerte. Y en esa pérfida lobreguez, Isabel Ayuso, que se declaró fascista, “”si me llaman fascista, estoy en el lado bueno””, cobija su despiadada y más que delictiva potestad.

Los irreflexivos ¿inocentes? propósitos de Manuela Carmena, Rita Maestre, Iñigo Errejón, resultando temerarios, han escoltado el infortunio a la capital y a su Comunidad, al transitar por la cornisa del sueño cazador de fatuas ambiciones.

Si Más Madrid se empecina y se aferra en su caminar ermitaño, contra la razón, a pesar del sentir de los ciudadanos, incluso contra la aritmética, la partida estará perdida. Cruela gana y, Madrid a la deriva.

Incumbirá a los votantes, nosotros, decidir si los partidos que unen son más necesarios, vitales, que los que separan. Y, depositar el entusiasmo en los que sumen.

Recordemos y extrapolemos: ”La república había nacido porque se firmó un convenio entre todas las izquierdas organizadas”.

Manuela Carmena a más de reconocer su error, está obligada, valoro, a pedir a sus delfines que reintegren las aguas a su fidedigno cauce, diciendoles: ¡Poned el corazón en el centro de la razón!

En la próxima primavera se decide si dejamos que la extrema derecha, los fascistas, representantes del averno en la tierra, -los que maquinan que su tránsito por la patria debe ser sufragado por los demás-, prosigan demoliendo nuestra democracia, arrasando nuestras arcas, pisoteando nuestra dignidad. Más Madrid es más un murallón que un puente, desde donde Cruela, extasiada, otea  y controla a sus huestes.         

Será Egregia Primavera, con mayúsculas, cauce de agua cristalina, si los que queremos una sociedad que favorezca, estimule el bienestar de todos, con la izquierda organizada,  expulsamos a los fanáticos, cerriles, caciques, que tienen su lupa enfocando aquello y sólo aquello que pueda favorecer los privilegios enquistados en su magín desde más allá de una edad muy, muy antigua.

 Preludio, sello y fallo: La unión de la izquierda debería ser un derecho de los ciudadanos: “patrimonio intelectual connatural de la humanidad”.

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