Recientemente se ha producido en Murcia, la ciudad donde vivo, una reunión de intelectuales de izquierdas en la que se pide la “unidad de la Izquierda” de cara a las próximas elecciones autonómicas y municipales. Concretamente, estos intelectuales invitan a unirse en un frente electoral común a Izquierda Unida, Podemos, Más Región, y Equo: la Izquierda, según ellos. Obsérvese cómo dejan fuera al Psoe. Cuando apreciamos que para este grupo de intelectuales no todos los partidos que se autoproclaman de izquierdas lo son, y que otros que ellos identifican como tales (Izquierda Unida) se han coaligado con el PP para evitar que gobierne el Psoe en tantos ayuntamientos, así como la reciente coalición de gobierno entre un partido (según ellos) de izquierdas (Podemos) y otro que no lo es (el Psoe, según ellos) me he visto en la tesitura de tomar la palabra y dar mi despreciable opinión al respecto, y aprovechar también para aclarar algún que otro concepto que, tal vez, a estos intelectuales se les escapa.
También resulta urgente aclarar conceptos habida cuenta la crisis ideológica galopante que estamos viviendo en lo que se conoce como Izquierda, debido a la reacción lógica esperable por parte de la Derecha que se produjera en algún momento, y me refiero al hecho de la patrimonialización que desde la Izquierda se ha hecho de conceptos como Feminismo, Ecologismo, Altruismo, Justicia Social, Solidaridad… lo que ha redundado, en resumidas cuentas, en la creencia de una especie de “superioridad moral” por parte de la Izquierda. Mientras la Derecha ha ostentado el poder, y el Capitalismo ha gozado de “buena salud”, no ha sido necesario combatir la creencia de que ser de izquierdas era equivalente a ser feminista, ecologista, altruista, solidario, etc; pero ahora que empiezan a pintar bastos en el sistema capitalista se ha producido una reacción lógica por parte de la Derecha en el sentido de decir “yo también soy feminista…” o “por qué vais vosotros a tener la exclusividad de la justicia social…”, o “acaso os creéis que los únicos que podéis ser solidarios sois vosotros”. Al mismo tiempo se airean con ahínco, o incluso se inventan, casos de corrupción en el seno de la Izquierda. Todo ello conduce a que ni los unos parezcan tan malos, ni los otros tan buenos. Nosotros mismos, los de izquierdas, tenemos serias dificultades en definirnos clara y concisamente y en determinar en qué narices somos diferentes a los de derechas. Por eso este artículo. Obviamente el espacio es poco. No se trata de hacer un ensayo, aunque el tema dé para eso y mucho más.
La cuestión, y esto ya lo explicamos en otro artículo, es que hay una serie de conceptos que se entrelazan como una trenza, y en la práctica funcionan como una misma cosa, pero que en absoluto lo son, y conviene desentrelazarlos para entenderlos. Me refiero al izquierdismo, al progresismo y a la radicalidad. Todo ello parece formar parte indistinguible de un cóctel, de manera que en cuando se altera unos de los ingredientes, cambia el producto. Así, o va todo junto, y se considera que eres de derechas.
Ser de izquierdas es una cuestión cultural y simbólica. Tiene que ver con las referencias culturales y morales de cada cual, o de cada grupo. Pero cuidado, porque es un error categorizar estas referencias como mejores o peores. Como buenas o malas. Así, si una persona se siente cómoda con imágenes del Che Guevara, la Pasionaria, o Fidel Castro, podríamos decir que es de izquierdas. Por el contrario, si se le eriza el cabello pensando en Franco, el Cid Campeador, o Manolete, podríamos decir que es de derechas. Pero en realidad esto no tiene que ver con la filosofía en particular que defendieron estas figuras históricas, porque su sentido de la vida no podría instrumentalizarse hoy en día. No son referencias políticas porque son figuras de otro tiempo. Son referentes morales y/o culturales.
Ser Progresista implica tener una mente muy abierta al cambio y a la búsqueda de novedades para la resolución de problemas. Significa tener una tendencia natural hacia el riesgo y así, aventurarse en lo desconocido antes que agarrarse a lo conocido que no resulta gratificante. Significa pensar “esto se tiene que poder hacer de otra manera”.
Ser Radical implica estar convencido de una determinada realidad más allá de toda duda, de manera que esté justificada la imposición de esa realidad a los demás, si no por el convencimiento, por la fuerza.
Cuando desgranamos estos conceptos y los analizamos por separado nos damos cuenta de que ser de izquierdas o de derechas no significa nada en realidad. Es un agua que no mueve molinos. Ser Progresista o Conservador ya es otro asunto. Pero lo que de verdad marca la diferencia es ser Radical, o ser Moderado. Una persona radical, sea de izquierdas o de derechas, si es creyente inculcará esta creencia en sus hijos, los llevará a misa, los apuntará a Catequesis, y los hará pasar por toda la parafernalia eclesiástica de comuniones, confirmaciones y demás. El creyente moderado dejará que sus hijos crean o no crean por ellos mismos, respetando su voluntad y no pretendiendo que éstos tengan que hacer las mismas cosas y cometer los mismos errores que han cometido ellos. ¿Vemos la enorme diferencia?
A mí, que estos intelectuales de izquierdas repartan carnés de izquierdismo diciendo quién debe estar en esa coalición y quién no, me importa un pimiento. Lo que me interesa es que, si gobiernan, lo hagan para la gente, y no contra la gente, que es lo que realmente hacen aquellos que se creen en posesión de la verdad absoluta.
Otro día hablaremos de Socialismo, lo cual es algo completamente diferente a lo que hemos estado tratando hoy. Un saludo a todo el mundo.
¿que izquierda?