En un acto de investidura, el candidato tiene la oportunidad de exponer su programa político sin límite de tiempo, y dado que lo que este candidato vende es un Gobierno del Cambio, lo mínimo exigible es que exponga de forma didáctica y comprensible, para todos los mortales, los puntos más trascendentes de ese programa. Y convendremos que uno de los más trascendentes es el referido al marco laboral, o para decirlo más claramente, las medidas que se piensan adoptar para paliar la situación de paro que padece este país, y no soltar mensajes güeros y propagandísticos.

Y esto es lo que ha hecho Pedro Sánchez, corroborado por Albert Rivera, si bien este último sí tenía una limitación en su tiempo de exposición. Y Sánchez, en esto hay que tener mucho cuidado, porque como decía Jarvis, «nunca lleves tu mano tan lejos que no puedas retirarla».

Ambos han afirmado que no se rebajan las indemnizaciones por despido, y si no han mentido al menos han hecho una restricción mental: la trampa que colocan de matute, para engañar a inexpertos, es el denominado Contrato estable progresivo, como solución taumatúrgica a la abrumadora contratación temporal y, por tanto, precaria, que padecemos.

Para que se pueda entender esta propuesta de forma sencilla, basta referir el contrato temporal actualmente más utilizado: Por Obra o Servicio Determinado, contrato éste que tras la reforma del 2010 tiene fijada una indemnización automática de 12 días/año a su finalización para los contratos realizados a partir del 01/01/2015. Conviene destacar que la cuasi totalidad de estos contratos se realizan en fraude de ley, toda vez que los trabajadores no son contratados para la obra que figura en el contrato, y si lo son pasan a realizar otras además de la contratada, con lo que automáticamente estos contratos se convierten en indefinidos: naturalmente para ello hay que acudir al Juzgado Social para obtener esta declaración, lo que desanima a muchos trabajadores.

Ahora bien, para aquellos trabajadores que deciden demandar cuando se les comunica la finalización del contrato, como consecuencia de haber sido realizados éstos en fraude de ley, o haber superado el periodo de contratación, su indemnización es de 33 días/año desde la suscripción del contrato.

¿Dónde está la trampa del llamado Contrato estable progresivo y su pretendida no rebaja de indemnización por despido? Sencillo: limitan la duración de estos contratos temporales a un máximo de dos años, si el contrato se extingue –por finalización de la obra contratada– el primer año la indemnización automática es de 12 días: la misma existente en la actualidad; si se extingue el segundo año la indemnización es de 16 días, es decir, cuatro más que en la actualidad, pero, y aquí viene la trampa, si el contrato es en fraude de ley, o al trabajador se le despide antes de que finalice la obra, o simplemente porque le da la gana al empresario su indemnización, pasa a ser de 20 días/año si ello ocurre el primer año de contratación, y 25 si ocurre durante el segundo año de contratación.

Claramente, se han rebajado las indemnizaciones de 33 días a 20 el primer año (-13 días) y de 33 a 25 el segundo año (-8 días). Y lo más grave del asunto es que no hay concreción sobre qué pasaría con este tipo de contratos a partir del tercer año. ¿A partir de esta fecha se respetarían los actuales 33, o se mantendría en el tramo de los 25 días/año? Pero lo que es indudable es que se rebajan las indemnizaciones, y lo más grave es que este contrato, lejos de penalizar la contratación temporal, la estimula.

Hasta el empresario más tonto, aunque no se le ocurra hacer un estudio de los costes de su negocio, lo que primero pregunta es cuánto le va a costar despedir a la gente que todavía no ha contratado. Y hasta la gestoría más incompetente le va a asesorar que opte por ese contratito estable progresivo, porque, cuanto menos, de los dos primeros años se va a ahorrar 21 días, y a usted, señor Sánchez, ¿qué incompetentes le asesoran en material laboral? Recuerde, si quiere y puede seguir en política, la frase de Karl Marx: «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

El remedio, sin duda, es absolutamente erróneo: parte de haberle comprado el contrato único de Rivera (el mismo que ha escrito que la última reforma del Partido Popular de 2012 fue la más ambiciosa, sí, sí, esa misma que usted decía que iba a derogar, cuando lo sensato era haber dicho que la iba a reformar). Si usted quiere solucionar o paliar el problema del desempleo, déjese de pamplinas: abarate los costes sociales de la contratación, porque las indemnizaciones por despido y pseudocontrataciones temporales ya las abarató bastante el PP. Si sigue usted en esta línea, mucho me temo que ni los socialdemócratas le van a votar, probablemente le boten, e imagínese qué disgusto para su mujer, que la pobre ya estaba consultando la reforma de la Moncloa.

Y todo esto lo digo con mucho cariño, pensando que a usted le preside la ignorancia y no la mala fe. ¿Por qué no nos estará mintiendo, no? Recuerde a Gracián: “El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído”.

1 COMENTARIO

  1. Aunque no puedo rechazar el contenido general del artículo porque me parece necesario para conocer algunas de las mentiras que esconden los pactos psoe-cd´ no puedo dejar de anotar que cuando se escogen citas, al margen de que vengan a cuento o no, se debería saber al menos quién fue el autor de la misma. Esa frase no d¡es del Filósofo Karl Marx sino del humorista Groucho Marx, que no son lo mismo.

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